![Vivir en Valencia con tapones en los oídos](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/05/alfafarrr-RVa4vkBFuKi4dYhF5Rr74kO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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José prueba la eficacia de los tapones para los oídos frente a los pitidos de los trenes, Marta teme la llegada de las tres de la madrugada cada fin de semana, Juan conoce al dedillo el tráfico aéreo, Jaume se acostumbra a vivir con el zumbido de la depuradora… El ruido, en sus múltiples versiones, pone a prueba a numerosos vecinos de Valencia. El paso a nivel de Alfafar, la Plaza del Negrito, el Barrio del Cristo y Pinedo son cuatro focos, aunque hay más. Muchos más. Zonas en las que los residentes se movilizan creando plataformas a través de las cuales formulan denuncias y tratan de llegar a los políticos. A la espera de medidas por parte de la Administración, sufren las consecuencias dentro de sus casas. Estruendo, bullicio, zumbido… En un formato u otro, se cuela en el interior de hogares desesperados.
Según la OMS, el ruido es la segunda causa ambiental de problemas de salud, sólo por detrás de la contaminación atmosférica. Por la consulta de Laura Fuster, psicóloga clínica experta en ansiedad, han desfilado varios casos. «Hay que tener en cuenta que nuestra casa es el sitio donde queremos estar para descansar, desconectar… Lo vemos como un lugar seguro. Y empieza a convertirse más en una pesadilla que otra cosa. Hay un ruido en su casa que les molesta y les impide el descanso», explica antes de establecer una diferenciación: «No es lo mismo un ruido permanente que un ruido inconstante que no sabes muy bien cuándo va a venir. Al constante es más fácil habituarse».
Raúl Burgos forma parte de la asociación Juristas contra el Ruido, que engloba a abogados especializados en temas de contaminación acústica de toda España. Prestan asesoramiento jurídico a quien se lo solicita. «La parte fundamental de los ruidos son los vecinales. El vecino arrastra el mobiliario, va con tacones, corre por casa, tiene la tele a toda pastilla... Para poder demandar por ruidos tienes que acreditar que es un ruido constante y reiterado y además tienes que acreditar cuál es la intensidad. Porque no todo ruido es civilmente reprochable. Hay ciertos ruidos que tienes que asumir», explica el letrado. ¿Entonces cuándo se molesta a otro vecino? «Como mínimo cuando superas los límites administrativos, que son los que se establecen en la ordenanza o en las leyes autonómicas. Puede darse el caso de que se respeten los límites administrativos y aun así se considere que una actividad es molesta desde el punto de vista civil», añade.
Ruidos de locales ocio, aires acondicionados, casales falleros, ascensores, animales domésticos, obras, pisos turísticos… «Nuestro despacho tiene todas las semanas cuatro, cinco o seis consultas», comenta Raúl Burgos. Ha afrontado casos curiosos: «De algunos supermercados por los arrastres de los carros o los transpalés que tienen para distribuir la mercancía, de algunos gimnasios por las pesas, de campos de tiro, de las ferias que montan en el viejo cauce del río...».
Según un estudio del Instituto de ISGlobal, el 86,4 por ciento de la población de Valencia está expuesta a niveles de ruido de tráfico por encima de las recomendaciones de la OMS. La capital del Turia se alza como la quinta ciudad de España más afectada por esta modalidad de contaminación acústica, sólo superada por Bilbao, Málaga, Sevilla y Las Palmas. En cualquier caso, la mayor parte de las quejas vecinales guardan relación con las actividades de ocio. Hay numerosos sonómetros repartidos por la ciudad, aunque persisten los excesos.
El pasado 23 de febrero, el pleno del Ayuntamiento de Valencia aprobó la nueva ordenanza de protección contra la contaminación acústica que sustituye a la de 2008. Los cambios, sin embargo, han resultado insuficientes para María José Broseta, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia. «Pensábamos que en esta nueva ordenanza se iba a tratar de otra forma las zonas ZAS, pero nos hemos quedado prácticamente igual. No estamos de acuerdo. Creo que deja muy abierta la contaminación acústica. En este momento los vecinos tienen que demostrar que esos hechos ocurren. Yo creo que por vía de oficio se tiene suficientes datos como para que no sea el vecino el que tenga que hacer todo esto, sino que las propias Administraciones tienen que actuar. Esta nueva ordenanza dice que, cuando no se demuestra, se archiva. Cuando un número considerable de vecinos se queja es porque los problemas existen», apunta Broseta, quien incide en la hostelería.
«Pedimos al Ayuntamiento que existiera un observatorio del ocio y del turismo. Si hay una zona que está saturada de bares, lógicamente la contaminación acústica es insoportable. Y llega a afectar a la salud de los vecinos. La ordenanza no aclara la cuestión de las terrazas. Como el hecho de que recaiga sobre las vecinas y los vecinos la carga de la prueba», añade Broseta.
Los vecinos perjudicados suelen tardar en tomar la decisión de acudir al psicólogo. Llaman a la puerta en situaciones límite. «Normalmente, vienen cuando ya está afectando a su vida diaria, por ejemplo, con discusiones con la pareja porque están muy irritables o porque ya el rendimiento laboral ha descendido mucho. Casos más extremos», explica Laura Fuster. Hay un cuadro clínico bien definido: «Los síntomas que suele haber son estar irritable durante el día incluso pasando a cierta agresividad entre comillas, mal descanso, insomnio, el tema del sueño afecta a la concentración y la atención en el día a día, al final ansiedad… Empiezas a tener pocas ganas de hacer cosas y puede llegar a influir en el estado de ánimo, con un estado de ánimo tipo depresivo por este tema porque al final va comiéndose distintas áreas de tu vida. En el trabajo ya no estás igual, ya no prestas tanta atención, ya no tienes tantas ganas de hablar con la gente ni de socializar…».
Fuster pone sobre la mesa algunas claves: «Normalmente hacemos terapia cognitivo-conductual, que es la que hacemos siempre para la ansiedad. En este caso se focalizaría primero en aumentar la parte de las actividades agradables, es decir, todo lo que haya dejado de hacer esa persona para volverlo a incluir en su vida. Y segundo, a nivel cognitivo, trabajar un poco esos pensamientos de anticipación, de seguro que hoy no duermo, seguro que hoy la lían otra vez… Es verdad que muchas veces pasa, pero otras muchas, no. Entonces la persona tiene que quitarse ese estado de alerta, de atención o de anticipación constante a cosas que puedan pasar». De entrada, se evita la medicación: «Probaría primero cambiando pensamientos y luego con cosas como meditación, relajación o algo que sea para dormir de manera natural. Y si es una caso de insomnio muy severo, entonces se trabajaría con el psiquiatra, pero en principio no suele hacer falta». El lado oscuro del ruido.
En un cajón de su dormitorio, José guarda una colección de tapones para los oídos. Tiene un amplísimo repertorio. «Los he probado todos. Y estos son los mejores», afirma sonriendo y en todo jocoso. Pero realmente, ni él ni los vecinos de la zona están para bromas. Para ellos, vivir junto al paso a nivel de Alfafar se ha convertido en una pesadilla. Los pitidos del tren se han intensificado de una forma insoportable para muchos de los residentes, que han creado una plataforma con tal de exigir el soterramiento de las vías. El ruido y el peligro que representan son los argumentos que ponen encima de la mesa. Sigue leyendo aquí.
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Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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