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Valencia vivió ayer una noche de San Juan inédita. La pandemia mundial de coronavirus llevó a la capital de la Comunitat Valenciana, así como a un sinfín de municipios costeros, a prohibir la entrada en las playas para evitar unas aglomeraciones que se forman año tras año, por lo que las tradicionales hogueras, cenas y baños en el mar a medianoche no tuvieron acto de presencia en una noche en la que la mayor celebración consistió en dar una vuelta por un paseo marítimo desértico.
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La ciudadanía sabía que el acceso a la playa iba a estar prohibido y por ello la mayoría de los habituales apostó por quedarse en casa o buscar otro tipo de planes. La costa presentó así una tranquilidad atípica para un 23 de julio en el que, desde las 19 horas, se procedió a clausurar las playas de la Malva-rosa, Cabanyal, Pinedo, El Saler y El Perellonet. Además, la mayor parte del paseo marítimo permaneció cerrado y, por ello, en toda la zona reinaba la calma.
Dos agentes de la Policía Local que hacían guardia en uno de los accesos a la playa aseguraron que la jornada se caracterizó «por la absoluta tranquilidad» y que no se había registrado ningún tipo de incidente. Las autoridades preveían que se iban a acercar cientos de personas que tratarían de acceder a la playa o cenar 'de sobaquillo' en el paseo pero no fue así. De hecho, otro agente admitió que incluso había patrullas que se habían replegado ya que el trabajo de vigilancia era una tarea muy sencilla.
La zona limítrofe entre la Malva-rosa y la Patacona estaba casi vacía y las únicas personas que se veían en el paseo marítimo eran deportistas, familias con sus hijos o particulares pasenado a sus perros. De hecho, las terrazas de estos restaurantes apenas contaban con clientres y algunos de los pocos que acudieron se mostraron sorprendidos por la estampa. Una camarera del restaurante 'Casa Zaragoza', en primera línea de playa, admitió que se habían preparado para una noche «en la que esperábamos más actividad». «Sabíamos que esto no iba a ser como otros años pero nadie se esperaba un paseo tan vacío», remarcó esta trabajadora, que incidió en que apenas contaban con un par de mesas cuando el fin de semana pasado tenían la terraza casi llena.
La única zona que contaba con cierto movimiento era La Marina, ya que muchas familias apuraron en los parques las horas de sol en uno de los días más largos del año. Además, algunos locales de la zona donde se suele tomar una copa sí que tenían más afluencia y hasta puntuales colas pero eran la excepción ya que en la mayoría camareros y cocineros apenas tenían trabajo.
El Ayuntamiento de Valencia no quiso arriesgar en una noche tan señalada y apostó por desplegar un gran dispositivo para evitar que ningún ciudadano accediera a las playas de la ciudad. Durante la noche, se vio que quizás fue excesivo pero se prefirió apostar por la clásica fórmula de 'más vale que sobre que no que falte'. En total, fueron 192 agentes convocados, además de unidades de caballería, drones y hasta un helicóptero. Además, contaron con 510 vallas con las que cerraron los accesos a una playa de Valencia que desde el confinamiento no lucía tan desértica.
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