Nadie puede decir que los primeros cien días de María José Catalá en el despacho de la chimenea del Ayuntamiento de Valencia hayan sido aburridos. ... Consciente de todo lo que había que hacer, la primera edil ha capitaneado una acción de gobierno, la de sus 13 concejales, centrada en deshacer los nudos creados por su predecesor, Joan Ribó, principalmente en cuestiones de movilidad y seguridad. Por ahora, no lo ha tenido especialmente complicado, pero todo cambiará a partir de este martes, cuando se verá, en el pleno, si eso de designar a Vox como socio preferente pero sin meterlo en el gobierno le granjea el apoyo de los cuatro ediles de Juanma Badenas. Porque ya sabe, y así se ha demostrado en estos tres meses, que no puede contar con el apoyo de Compromís y PSPV. Sobre todo con el de los de Sandra Gómez, que se ha erigido como verdadero ariete contra la alcaldesa.
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La aritmética municipal obliga a llegar a acuerdos constantes, pero eso no le ha impedido a Catalá ponerse manos a la obra y arremangarse para tomar las primeras medidas. Y eso que dio a luz nada más terminar las elecciones. Se podrían calificar de gestos, pero hacerlo obvia una parte importante del juicio:todas las medidas tomadas por Catalá implican cambios que calan en la calle. Hasta el cambio de nombre de Valencia que, de aprobarse el martes, supondrá modificar los carteles oficiales de toda la ciudad.
Ahí está, claro, el plan de choque de limpieza. Se ha notado:lo reconocen los vecinos y hasta los turistas. El PP ha puesto en marcha un dispositivo especial que busca mejorar el aspecto de la ciudad. En algunos barrios, eso sí, como en Orriols reclaman más recogida de enseres. También se ha puesto el Consistorio a trabajar con el tema de los okupas, que tiene precisamente en Orriols uno de sus epicentros más candentes, con el número 262 de la avenida Constitución como símbolo.
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Buena parte de las primeras actuaciones de Catalá tienen que ver con poner fin a medidas emprendidas por su predecesor. Ahí está el adiós a los polémicos mercados agrícolas, que Compromís no quería retirar y que terminó, tras las elecciones, admitiendo que había que repensar dónde colocar el de Pla del Remei. Ribó se enrocó antes de las elecciones y no accedió a trasladar el mercado de productores pese a la protesta de los comerciantes del Mercado de Colón. En este ámbito también figura el fin de los bautizos civiles, una peregrina idea de Ribó que apenas contó con siete niños. El primero de ellos, por cierto, tenía padres vinculados a Compromís.
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Catalá también ha actuado en cuestiones relacionadas con la tradición. Volverá la Senyera a la Catedral en el marco del 9 d'Octubre, la talla de la Virgen que pagaron los funcionarios tras la Guerra Civil preside el Salón de Cristal desde poco después de su proclamación y los bous al carrer se celebraron por primera vez en Carpesa desde 2015 el pasado fin de semana (para ayer había programado otro festejo). Son medidas que la oposición le ha echado en cara por cuanto suponen, dicen, un retroceso y una vuelta al pasado.
Lo mismo le han dicho respecto a la pretensión de Catalá de honrar la figura de Rita Barberá, la alcaldesa que dibujó la Valencia del siglo XXI pero cuyos últimos meses estuvieron salpicados de polémicas y acusaciones. Catalá le ha cambiado el nombre al Puente de las Flores, empeño personal de la exprimera edil, por Puente Rita Barberá, aunque está por ver si los valencianos asumen la nueva denominación (aún hay gente que llama Barón de Cárcer a la avenida del Oeste). También se ha decidido que Barberá sea designada alcaldesa honorífica de la ciudad, para enfado, claro, de PSPVy Compromís, que recelan de la figura de la en su momento llamada alcaldesa de España.
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Quedan muchas cosas por hacer. Faltaría más:l leva cien días. Pero María José Catalá ha querido marcar su impronta en la ciudad de Valencia con celeridad. La alcaldesa cuenta con un equipo reducido de 12 concejales más, lo que la obligará a redoblar esfuerzos si quiere plasmar su idea de Valencia.
El Ayuntamiento ha decidido cambiar el nombre del Puente de las Flores, empeño personal de la exalcaldesa Barberá, a Puente Rita Barberá. Se votará el martes.
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También el martes se debatirá si Rita Barberá es designada alcaldesa honorífica de la ciudad. Ya en campaña lo dijo Catalá y llevará la cuestión a su primer pleno oficial tras el de organización del pasado mes de junio.
El PP ha aceptado la propuesta de Vox de denominar la ciudad con acento cerrado, así como recuperar el nombre en castellano, eliminado por Joan Ribó.
Nada más llegar, lo primero que hizo Catalá fue poner en marcha un plan de choque de limpieza para mejorar el aspecto de la ciudad. Se ha notado, sobre todo en el centro, pero Orriols reclaman más recogida de enseres.
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La talla de la Mare de Déu que Compromís ubicó junto al refugio municipal volvió a la planta noble el mismo día de la proclamación de Catalá, que terminó ubicándola en el Salón de Cristal, cerca de la entrada al Museo de la Ciudad.
La primera edil ha suspendido las ayudas a entidades catalanistas como Acció Cultural o Escola Valenciana, entre otras. Se entregarán las que dejó atadas Ribó antes de las elecciones y no se darán nuevas subvenciones.
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La alcaldesa ya ha anunciado que no habrá más supermanzanas. De hecho, la de Orriols se ha reconvertido en una plaza para alejarse del modelo de Sandra Gómez. Se estudiará la de Palleter para ver qué se hace con ella.
El Ayuntamiento ya ha empezado las actuaciones contra la okupación al tapiar pisos en el número 262 de la avenida Constitución y un edificio entero en la calle Triador, en pleno corazón del barrio viejo de Velluters.
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La concejalía de Protección Ciudadana ha puesto en marcha un plan especial de vigilancia de las zonas de botellón, con baldeos y retirada de coches, así como un aumento de la presencia policial en la calle para evitar las molestias.
Antes del 9 d'Octubre, el monolito del 15-Mque colocó Ribó y que el pleno acordó retirar desaparecerá de la plaza. No se colocará uno nuevo pese al acuerdo plenario porque Cultura dice que no encaja en el entorno monumental.
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La Real Senyera volverá a la Catedral durante el Te Deum en la procesión cívica del próximo 9 d'Octubre. Ribó prohibió su acceso en 2015 y, desde entonces, el acto religioso tradicional lo presidía la Senyera de Lo Rat Penat.
El PP ha suspendido los mercados agrícolas que tantas protestas habían provocado en el entorno del Mercado de Colón, donde los vendedores constataron una caída en las ventas.
La retirada del recurso presentado por la Federación de Peñas contra la decisión de Ribó de suspender los bous al carrer ha implicado la vuelta de los festejos. Esta semana se celebrarán de nuevo en Carpesa y en octubre, en Borbotó.
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Con la revisión de un carril bici en San Isidro ha empezado una auditoría de seguridad de algunos de los más polémicos para ver qué hacer en Reino de Valencia (que podría ser el siguiente), Colón o las grandes vías.
El Ayuntamiento se ha gastado casi un millón de euros este verano en asfaltar varias calles del centro, como Marqués de Zenete, y del barrio de Benimaclet. La oposición asegura que es un proyecto que dejaron ellos listo.
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Además, el PPha puesto en marcha a lo largo del verano un plan especial de rehabilitación de los mercados municipales de la ciudad, que consideran abandonados tras los ocho años de gobierno de PSPV y Compromís.
Tal vez no se acuerdan, pero Joan Ribó decidió ponerse a bautizar. La figura de las ceremonias de bienvenida a la ciudadanía no tuvo demasiada aceptación. Catalá los suprimió al poco de llegar a la Alcaldía de Valencia.
El Consistorio ha cursado invitación al Ejército y la Guardia Civil para que vuelvan a Expojove. Compromís la retiró para, según ellos, no fomentar el militarismo entre los niños, que disfrutaban con los tanques más que nadie.
A falta de un aumento de la plantilla, el PPha sacado la Policía Local a la calle, sobre todo en las zonas de fiesta como la Creu Coberta. Además, se recuperará la policía del barrio, muy valorada por los vecinos de la ciudad.
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Con pequeñas medidas como abrir otra sala de espera en el interior del Ayuntamiento y habilitar oficinas del padrón en las juntas de distrito, Catalá terminó con las colas del padrón, tristemente famosas antes de las elecciones.
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