Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia
Ana Vela y Óscar Romero, afectados por el incendio de Campanar, en uno de los pisos de realojo de Zafranar. Irene Marsilla

Los últimos días en Zafranar

Los vecinos del edificio incendiado en Campanar vuelven a hacer mudanzas | La mayoría regresa al barrio y aspira a recuperar la tranquilidad

Lola Soriano Pons

Valencia

Sábado, 10 de agosto 2024, 00:18

En la finca de Zafranar que ha servido de refugio a los afectados por el incendio del edificio de Campanar las mudanzas y actividad no cesan. El 26 de agosto finaliza la prórroga concedida por el Ayuntamiento de Valencia para dejar libres las viviendas cedidas temporalmente a los damnificados, tanto a propietarios de pisos como a inquilinos, y si bien ya se han marchado 41 familias, quedan 58 por ultimar el proceso.

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Además, estos días ya han empezado a llegar los nuevos habitantes: jóvenes y mayores de 65 años inscritos en el registro de demandantes de vivienda para alquiler asequible, ya que ese era el destino original de este bloque de 131 viviendas.

Mientras unos llegan otros se van, pero todos ellos tienen muchas historias que contar. Como relatan Enrique Salvador y Óscar Romero, de la Asociación de Propietarios del Incendio de Campanar (APROICAM), «los propietarios de las viviendas de la finca siniestrada ya han dejado los pisos de realojo que ofreció el Ayuntamiento en Zafranar antes de vencer el plazo, sólo quedan alojados allí los que eran inquilinos».

Sólo falta que se mude una propietaria: Ana Aguilar, una mujer octogenaria que se trasladará en breve a Tendetes, donde un amigo de su hijo le alquilará un piso, ya que su sucesor se fue a Tailandia, que es donde reside.

Hay otra mujer, Ana Vela, que como relata, ya ha encontrado una vivienda de alquiler y ha vaciado el piso de Zafranar y ya sólo le faltaba recoger unos estantes que compró y entregar las llaves.

Como añade Salvador, «los propietarios hemos ido buscando alquileres, aunque no era mi caso, porque como cuatro meses antes del incendio me fui a vivir a casa de mi novia, consto como propietario no residente y no tengo ayudas públicas».

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Eso sí, indica que la mayoría de los propietarios han buscado una vivienda de alquiler para volver a Campanar, ya que muchas familias con hijos querían regresar cerca de donde tienen los colegios, el centro de salud y los servicios básicos. «Poco a poco los propietarios afectados se han ido yendo de Zafranar porque entendemos que no podemos ser insolidarios con las personas que están esperando su oportunidad para tener un alquiler asequible. Están destinadas a gente necesitada y hay que ser solidarios, al igual que Valencia lo ha sido con nosotros».

Si bien la mayoría ha buscado pisos en Campanar, hay cuatro vecinos que han encontrado acomodo en una finca próxima a la de Zafranar que les ha acogido durante este tiempo, como es el caso de Ana Vela. «He alquilado un piso sólo a 200 metros de distancia de la finca de realojo de Zafranar», explica.

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Relata que mientras ha habitado el piso de realojo «no llegué ni a colgar un cuadro, porque estaba de paso, y ahora en la casa que he encontrado ya los estoy poniendo y lo estoy amueblando con piezas que me han donado amigos y familiares».

Ana residía desde 2015 en Campanar «y el día del suceso mi hijo y yo estábamos trabajando y mi madre estaba jugando a cartas en el centro de mayores». Confiesa que hasta «hace un mes y medio no me afloró todo lo que llevaba dentro y arranqué a llorar. Me ha costado reaccionar».

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Dificultades

También confiesa que no ha sido fácil encontrar un piso de alquiler. Incluso algunos afectados afirman que tras el suceso hubo gente que especuló con las viviendas que tenían libres «y si antes pedían 1.200 euros, llegaron a subir a los 1.500 euros».

«Recuerdo que para optar a uno en Campanar me exigían que fuera funcionaria y en otros no admitían perros». Antes de encontrar su nuevo hogar «llegué a visitar diez pisos y en un portal inmobiliario vi hasta un cuarto sin ascensor por 1.000 euros». Ha sido duro pero ha encontrado uno con tres habitaciones, garaje y piscina por 1.250 euros al mes.

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Esta profesional que regenta una agencia de viajes, no esconde su incertidumbre «y espero que no llegue el momento de tener que pagar el alquiler y la hipoteca del piso siniestrado a la vez. Espero que podamos ir compaginando las ayudas».

Óscar Romero, otro de los propietarios afectados, recuerda que estuvo en el hotel que se puso a disposición de los damnificados, también pasó unos días en casa de su hermano, y sólo llegó a estar poco más de un mes en el piso de realojo de Zafranar.

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En este caso, ha optado por integrarse en Ruzafa. Antes del incendio, llevaba viviendo once años en Campanar, «Cuando se reconstruya mi casa volveré a Campanar, porque lo considero mi barrio, pero ahora estoy en Ruzafa porque me he querido ir cerca de los amigos que me han estado apoyando en estos momentos difíciles».

Del día del incendio recuerda que vio humo, «me asomé al rellano, estuve dudando si bajar a la calle o quedarme y al final cogí a mis dos gatos y bajé». Ahora en su piso de Ruzafa «ya estoy poniendo plantas, como en un anuncio de la tele, y tengo acomodados a mis gatos».

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Explica que está agradecido al apoyo de las administraciones y de amigos y familiares. Como ejemplo del respaldo que ha recibido detalla que en el ático en el que residía «tenía mi bici eléctrica, pero como se quemó, mis amigos han hecho una colecta para que pudiera tener una moto para ir a trabajar».

El hijo de Ana Vela también recibió pequeñas aportaciones de un micromecenazgo que hizo su familia americana.

A estos casos de solidaridad hay que sumar todas las donaciones anónimas de valencianos. El presidente de la asociación de Propietarios del Incendio de Campanar, Enrique Salvador, explica que son alrededor de «115.000 euros los que se han recibido de la solidaridad anónima», una aportación que se puede seguir realizando a través de redes. Salvador indica que «ese dinero la asociación lo destinará a la rehabilitación del edificio».

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La asociación, además, ha habilitado una asistencia psicológica para apoyar a los afectados en este tránsito a la estabilidad emocional. Y, hablando de ello, otro afectado, Miguel Cervera asegura: «Para mí la mejor terapia es pasar por mi casa y ver que está ahí», en referencia al piso siniestrado y donde espera volver a residir en el futuro.

Miguel entre marzo y abril ya dejó el piso de Zafranar «y regresé a Campanar. Ahora vivo a dos minutos de mi casa. Hemos ido recibiendo ayudas, hemos ganado una primera batalla de la guerra, pero tenemos que seguir adelante hasta reconstruir el edificio para poder volver a casa».

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Karina Morozova, inquilina afectada por el incendio de Campanar. Irene Marsilla

Si estas son algunas historias que narran los propietarios de los pisos siniestrados, la casuística de los que eran inquilinos en el momento del incendio también es variada. Karina Morozova, de 24 años que está viviendo en uno de los pisos de realojo de Zafranar, junto a su madre, una hermana y un hermano, explica que no encuentran piso de alquiler a precios razonables. «Nos están pidiendo entre 1.500 y 1.800 euros, algo que no se puede asumir y, además, como tenemos cuatro perritos, en muchos sitios no lo permiten». Detalla que el «abogado está en conversaciones para ver si podemos prorrogar un mes más nuestra estancia en Zafranar porque no encontramos piso».

Karina y su familia son de origen ruso y llevaban tres años en España. La hermana, que es la que traduce la conversación, estudia en el colegio Sagrada Familia. Este año continuará allí y les gustaría poder estar cerca. Karina tiene 24 años y lanza la necesidad de encontrar un trabajo.

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