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La pandemia lo ha cambiado casi todo. Pero hay algo que permanece inalterable en el tiempo desde hace casi ocho siglos: el amor de los valencianos por la Senyera. Estaban avisados. Se les había dicho por activa y por pasiva que la enseña no iba a salir del Consistorio. Ni siquiera se iba a hacer esa bajada simbólica que quería el PP para evitar aglomeraciones en la Plaza. Pero los vecinos de la ciudad se resisten a dejar que el maldito virus lo trastoque todo y cientos de ellos se acercaron a la Casa Consistorial para intentar ver el azul, el rojo y el dorado de su Senyera. No lo consiguieron, pero sí presenciaron en primera persona la mascletà disparada desde el balcón del edificio. Dios aprieta pero no ahoga.
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Fue el de ayer un 9 d'Octubre extremadamente atípico. Sin la procesión cívica, las miles de personas que se agolpan alrededor del recorrido para vitorear a la Senyera se sentían un poco huérfanos. Es el caso de Carlos, vecino de Tormos, que acudió a la plaza junto a su madre Luis. «No nos lo perdemos ningún año y no queríamos que nos pasara en este», dijo desde detrás de su mascarilla con la Senyera bordada. Ellos sí sabían que no iban a verla, pero eso no les impidió acercarse al centro. Un día, por tanto, más tranquilo que en otras ocasiones, sin la tensión y los insultos que, por desgracia, también se escuchan durante la procesión.
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Durante toda la mañana se jalonaron los homenajes y actos más o menos privados en recuerdo de Jaume I o de otros prohombres valencianos como Francesc de Vinatea. A los pies de su estatua en la plaza del Ayuntamiento depositó flores Lo Rat Penat, que luego lo hizo en el Parterre. A la plaza Alfonso el Magnánimo, a los pies de la estatua de Jaume I obra de Agapito Vallmitjana, se acercaron representantes de la entidad valencianista, con Enric Esteve a la cabeza, pero también de los partidos políticos como Ciudadanos, que lo hizo ayer, o el PP, que lo hizo el jueves. No hubo la habitual e institucional ofrenda de flores, pero ello no impidió que a lo largo de todo el día el goteo de ciudadanos al Parterre para presentarle sus respetos al rey fuera constante.
1.545 visitantes que acudieron al Salón de Cristal para ver la Senyera en seis horas. El pasado año acudieron más de 3.000 personas.
Colas en la Plaza Cientos de personas hicieron cola a lo largo de la tarde en la Plaza para poder visitar a la Senyera. Algunos llegaron a superar la hora de espera antes de poder acceder al Salón de Cristal. Para muchos de ellos era la primera vez que visitaban la Casa Consistorial desde que estalló la pandemia.
8 mascletaes disparadas en las pedanías de la ciudad ayer al mediodía. Hubo traca en Beniferri, Benimàmet, Borbotó, Castellar, Poble Nou, La Punta, La Torre y Massarrojos. El Ayuntamiento había pedido a los vecinos que no se agolparan para ver el disparo.
Flores para el rey y para Vinatea Los homenajes a Jaume I y a otros prohombres valencianos como Francesc de Vinatea se sucedieron durante todo el día, también por la tarde. Por allí se dejaron ver Lo Rat Penat, Ciudadanos y el Partido Popular, que depositaron flores a los pies de las estatuas del centro.
Donde también fue mucha gente es al Ayuntamiento. La Senyera estuvo expuesta de 15 a 21 horas y a las 18.30 ya habían pasado frente a ella más de 1.000 personas. El jueves lo hicieron 400, las mismas que en la primera hora, de 15 a 16, ayer. Ciudadanos había pedido que la Senyera estuviera expuesta más tiempo y las colas fueron larguísimas toda la tarde, ocupando buena parte de la zona peatonalizada de la Plaza. En total, 1.545 personas pasaron por el Salón de Cristal, según informó el Consistorio.
Además del acto central y la exposición de la Senyera, el programa oficial del Ayuntamiento incluía mascletaes en las pedanías de la ciudad. Era un gesto con el sector pirotécnico y una manera de celebrar la fiesta más allá del centro. Desde el Consistorio habían advertido de que la gente no acudiera a ver los disparos y se evitaron grandes aglomeraciones, pero aún hubo personas que sí se llegaron a las inmediaciones de los puntos de disparo para presenciar las mascletaes.
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Fue, con todo, un 9 d'Octubre extraño. Distinto. Diferente. Los adjetivos se acaban para definir un día en el que la ciudad se engalana para celebrar la jornada más importante del calendario para los valencianos. Ayer, languidecía. Entre las restricciones de la pandemia y el puente que se forma con la festividad del día del Pilar del lunes la ciudad estaba casi vacía. Ni bares, ni restaurantes, ni centros comerciales... todo cerrado, como es habitual en esta fecha, pero con mucho menos ambiente en la calle. Caras escondidas tras las mascarillas, distancia de seguridad en las colas en el Consistorio (y en una Catedral donde, por cierto, no quedaron bancos libres durante el Te Deum) y Senyeras dibujadas en casi todas partes crearon un paisaje atípico que jalonó un 9 d'Octubre mucho menos multitudinario que de costumbre. La pandemia lo ha cambiado casi todo, pero no el amor de los valencianos por su tierra. Lo que sí ha cambiado es la forma de amar. Parece, además, que esos cambios han venido para quedarse. Habrá que ver qué pasa en 2021.
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MARTA HORTELANO / REDACCIÓN
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