Urgente Un accidente en la A-7 provoca varios kilómetros de atascos sentido Alicante

Ver fotos

Vistas desde Espai Verd. IVÁN ARLANDIS

Espai Verd: vivir en un cuarto piso con jardín

CASAS QUE HABLAN ·

La experiencia de habitar una casa dentro de Espai Verd contada por uno de sus más de cien inquilinos

Jorge Alacid

Valencia

Lunes, 25 de abril 2022

Hay casas de ensueño y casas que parecen nacidas de un sueño. Es el caso tal vez de Espai Verd, el monumental edificio de viviendas nacido de la proteica imaginación del arquitecto Antonio Cortés y habitada por un centenar largo de inquilinos repartidos ... por los pisos que configuran esta laberíntica construcción, de mayúsculo encanto. El bloque ofrece un aire de fortaleza que al dueño de una de esas casas, Pau Pérez Rico, le recuerda la fisonomía de un gran navío mientras da la bienvenia y señala, desde el jardín de acceso, hacia uno de los perfiles del edificio que en efecto en algo se asemeja a la popa de una embarcación «de las de tres palos», apunta.

Publicidad

A quien la divise desde lejos, la casa le parecerá una especie de parque vertical donde además vive gente; desde más cerca, sus dimensiones impresionan, con ese rotundo aire de arquitectura de estilo brutalista que le confiere el dramatismo de las piezas casi al aire de las plantas superiores y la emparentan con un macroestadio de fútbol, incluyendo el ingenioso juego de escaleras voladas del interior que funcionan también como conexión con el entorno donde se alza. También apabullan esas proporciones de orden gigante en el caso de algunas vigas que admiran a las visitas y refrescan a los propietarios la memoria de su construcción, una epopeya para la Valencia de entonces (xxx) que hoy la ciudad ha interiorizado sin reparar tal vez en la alta calidad arquitectónica de un edificio singular. Único en su especie, al menos en términos valencianos.

IVÁN ARLANDIS

Un edificio que, sobre todo, es una máquina de habitar como pedía Le Corbusier y que funciona desde ese punto de vista a entera satisfacción como se deduce del testimonio de Pérez Rico o del resto de vecinos con quienes nos cruzamos durante la visita. Profesional de la comunicación, esta mañana ha abierto sus dominios para LAS PROVINCIAS, porque encaja muy bien con el nombre de esta sección, Casas que hablan. Y el Espai Verd desde luego que habla: su elocuencia se manifiesta en multitud de detalles (como la fauna que habita el grandioso patio interior, dominada por unas cuantas aves cantoras que amenizan el paseo con sus gorgoritos) pero sobre todo nos maravilla cuando traspasamos la puerta de su vivienda, salvamos una delicada escalera que comunica el salón y el resto de dependencias con el piso superior (es un dúplex, de casi 200 metros de superficie) y nos asombramos ante el gran hallazgo de tropezarnos con un jardín alzado a la altura de la cuarta planta. Es una sensación placentera aunque sorprendente: como caminar por el aire, por ese voladizo que garantiza vistas de postal (desde el último piso se divisa incluso el Mediterráneo vecino) y asegura que se cumpla el propósito con que los Pérez adquirieron esta propiedad, hace 25 años: que sea primera y segunda vivienda.

IVÁN ARLANDIS

Un objetivo cumplido, confiesa el propietario, quien atina con una definición muy exacta de su casa: «Es mitad piso estándar, mitad chalé». «No te puedes hacer una idea del juego que da este jardín», añade, mientras señala a esos veinte metros cuadrados de zona verde, donde se alinean plantas, flores y alguna especie arbórea, como un esbelto olivo y un encantador naranjo japonés cuyos diminutos frutos saludan al visitante. La familia, formada por su esposa Anabel y sus hijas Marta y Ana, que ya no residen aquí, se interesó por la casa hace más de dos décadas: vivían cerca, en la calle Guardia Civil, y el Espai Verd les tentaba. «Teníamos bastante claro a dónde veníamos», señala Pau. Es un gris mediodía de esta gris primavera valenciana que no impide conocer el edificio en toda su magnificencia, aunque su habitante observa el atractivo superior que se obtiene cuando brilla el sol y el edificio luce en todo su esplendor.

Publicidad

Un clímax del que podemos hacernos cabal idea mientras salimos de nuevo al formidable jardín interior, con sus zonas comunes nada comunes: una piscina de generosas dimensiones, un amplio parterre que sirve como solárium, un circuito periférico para correr o hacer pedestrismo, un arbolado apabullante que incluye pinos, palmeras, cipreses… Por aquí y por allá se distribuyen flores y arbustos, mientras un sendero interior conecta el conjunto del espacio con otra de sus joyas: una insólita cascada, edificada mediante una teoría de escalones hormigonados, por donde fluye el agua como garantía de confort y frescura cuando aprieta el calor. Es un asombroso oasis, un tributo a un hermoso rincón de la geografía de la Comunitat: las icónicas cascadas de Les Fonts de l´Algar.

IVÁN ARLANDIS

El recorrido va concluyendo, mientras nuestro cicerone detalla las ventajas de formar parte del inquilinato del Espai Verd. Recuerda por ejemplo que durante la pandemia el jardín de su casa (muy apropiado por cierto como espacio para disfrutar de paellas y torràs, mejor si son compartidas) ayudó a aliviar los rigores del confinamiento y resalta las propiedades terapéuticas de su dedicación como jardinero amateur: «Esto de podar y cuidar las plantas es muy relajante y entretenido». Y luego apunta hacia el exterior, donde se evidencia la curiosa y eficaz estructura constructiva, a partir de una especie de tronco común del que salen dos brazos, en uno de los cuales tiene Pau su residencia. Su dedo señala entonces hacia el mar cercano, para insistir en otra de las ventajas que observa en su emplazamiento: «Estamos a un cuarto de hora de la playa, llegas al centro también enseguida y tienes al lado el carril bici».

Publicidad

Son las herramientas de que dispone Benimaclet para integrarse en la trama urbana aunque debe advertirse que, en realidad, habitar el Espai Verd concede a sus propietarios una elevada autonomía: son pisos que operan como guarida para los residentes, como confirma Pau. «Aquí puedes estar aislado y también conectado, como si fuera tu primera y tu segunda residencia». Y de paso, pueden gozar de su pertenencia a una joya arquitectónica que es también un imán para los curiosos: por sus corredores deambula hoy un joven británico, oriundo de Sheffield, que fotografía cada rincón del edificio con entregado entusiasmo e incontenible estupor. Cuando le preguntamos su opinión, dispara una exclamación: «Amazing». Asombroso.

IVÁN ARLANDIS

La visita se acaba mientras certificamos lo pertinente del diagnóstico de nuestro guía, porque el Espai Verd opera en dos escalas: hacia afuera y sobre todo hacia adentro. Caminar por los itinerarios interiores o cruzar ante las puertecitas con su persiana exterior como si visitaras Altea o Ibiza, se combina con esa idea de gran confort en que Pau Pérez resume su experiencia. Cuando nos acompaña hasta la puerta, saluda a un vecino y charla unos minutos con el conserje de la finca, todavía suena en el aire la frase con que nos hemos despedido: «Esta es nuestra casa y no la vamos a cambiar».

Publicidad

IVÁN ARLANDIS

Ecos de Bofill y Le Cobursier en un edificio que se anticipó a su tiempo

«Obra de Antonio Cortés -CSPT, Espai Verd se anticipa a su tiempo introduciendo conceptos como las megaestructuras, la arquitectura modular e industrializada, el jardín vertical o en altura, el edificio inteligente«, explica el arquitecto Javier Domínguez, »siendo un arquetipo de sostenibilidad y hábitat comunitario que se percibe de inmediato en el microclima que genera la abundante vegetación interior». En su opinión, «Espai Verd es un eco complejo residencial de inspiración orgamicista –chalets con jardín- y corbuseriana –Unité d'Habitation- plagado de referencias históricas –cooperativismo- y contemporáneas«, entre las que cita Hábitat 67 de Montreal, Mat building y Walden 7 de Ricardo Bofill.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad