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Pescadores de El Palmar en un canal del lago. En primer término, un típico 'mornell' para capturar anguilas. Jesús Signes
Sin angulas no hay anguilas
LAS PROVINCIAS con la Albufera

Sin angulas no hay anguilas

Pepe Caballer, presidente de los pescadores de El Palmar, cree que las crías rehúyen entrar en el lago por la mala condición del agua

Vicente Lladró

Valencia

Viernes, 13 de diciembre 2019

Pepe Caballer lo tiene muy claro: «En la Albufera hay pocas anguilas porque las angulas no entran, debido a las malas condiciones del agua; por su deficiente calidad, por supuesto, y además porque se encuentran con obstáculos al llegar frente a los canales que comunican el mar con el lago, las golas del Pujol, El Perellonet y El Perelló».

Las angulas son las crías de las anguilas y protagonizan una sorprendente y misteriosa aventura de reproducción. Las 'madres' abandonan sus hábitats de agua dulce y viajan a través del Mediterráneo y el Atlántico para desovar en el mar de los Sargazos, a más de 6.000 kilómetros de la Albufera, frente a Florida. Cuando nacen, las larvas emprenden la ruta de retorno, para remontar corrientes de agua dulce de las que partieron sus progenitoras. Al llegar a Europa pueden tener dos o tres centímetros: son las angulas que se capturan y comercializan como tales a precios elevadísimos.

Pepe Caballer recuerda que hasta los años 60, los pescadores capturaban en la Albufera todas las anguilas que querían; había sobreabundancia. Sólo en El Palmar se cogían más de 700.000 kilos al año (hoy sólo 10.000) y se abastecía toda la demanda que, hoy, en cambio, depende de piscifactorías como la de Puçol, que compran angulas y las engordan, porque no se reproducen en cautividad.

La saturación de anguilas que hubo en la Albufera se basaba sobre todo en que «llegaban al lago enormes cantidades de angulas, que además eran un producto que aquí no se aprovechaba para otra cosa, no se apreciaban como hoy, y hasta tal punto era así que cuando se pescaban a capazos, casi sin querer, se daban como pienso a los patos y los cerdos».

El cambio comercial se produjo a raíz de que «llegaron unos vascos y comenzaran a comprar angulas». En las instalaciones de los pescadores de El Perellonet se puede intuir qué cantidades de angulas capturaban en la gola décadas atrás, porque construyeron grandes balsas para poder albergar todo lo que pescaban. Sin embargo, en la actualidad apenas recogen unos puñados en los días permitidos.

Caballer tiene claro a qué se debe tan brutal variación: «Puede que haya habido alteraciones en corrientes atlánticas que no sepamos, pero lo cierto es que en Francia o Inglaterra siguen cogiendo grandes cantidades de angulas; por lo tanto continúan viniendo hacia Europa. ¿Por qué no entran aquí?, pues porque detectan de alguna forma que el agua de la Albufera no está en condiciones y no les gusta, y además porque chocan con barreras de arena que no pueden salvar a la entrada de las golas, y las compuertas del lago están la mayor parte de los días cerradas».

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