Los jugadores del Valencia posan con la Copa del Rey en el Vicente Calderón. AP

La Copa diferente, un título sin celebrar

En 2008 el Valencia consigue el séptimo título ante el Getafe pero la tensión en el equipo, con Koeman al borde de la destitución, hacen que el éxito pase casi desapercibido

Paco Lloret

Valencia

Jueves, 21 de abril 2022, 23:32

La temporada 2007-08 llevó al Valencia a vivir situaciones extremas. Una sucesión interminable de episodios esperpénticos llevó al club a protagonizar un ejercicio surrealista y caótico. Cuatro entrenadores se sentaron en el banquillo, Quique empezó en el cargo, Voro fue quién acabó la campaña. El equipo coqueteó con el descenso en la Liga y, sin embargo, se proclamó campeón de Copa con todo merecimiento. Una gran plantilla, repleta de internacionales, acusó el desgobierno que se había instalado en la entidad. Juan Bautista Soler se vio obligado a dimitir de la presidencia y fue relevado por Agustín Morera.

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La final de Copa llevó al Valencia a disputar el título por segunda al Vicente Calderón. La edición de 2008 venía repleta de novedades: se celebraba en abril y en miércoles. Todas las anteriores, habían sido disputadas entre mayo y julio, y en fin de semana, bien sábado o domingo. El rival también se incluía en ese apartado: el Getafe, un club sin solera que había debutado tres temporadas antes en primera división pero que había protagonizado en poco tiempo un crecimiento admirable. De hecho, había jugado la final de la campaña anterior, perdida por la mínima ante el Sevilla, y antes de medirse con el Valencia había estado a punto de eliminar al Bayern de Munich de la Europa League.

El ambiente en Mestalla era incendiario desde antes del inicio de la temporada. Las disputas entre Quique y Carboni caldearon la atmósfera. Despachado el italiano, las aguas no se calmaron en la grada. Quique fue destituido en la novena jornada, en la que el equipo, antes de perder en el feudo del Sevilla, ocupaba la tercera posición en la tabla a tan sólo un punto del líder. Mientras se buscaba relevo, se recurrió provisionalmente a Óscar Fernández, hasta que se eligió a Ronald Koeman, pero lejos de mejorar las cosas con el neerlandés, fueron a peor. La decisión de separar de la plantilla a tres referentes históricos como Albelda, Cañizares y Angulo provocó un terremoto de irreparables consecuencias. El Valencia estaba en caída libre en la Liga, torneo en el que llegó a acumular nueve jornadas sin ganar con un balance pésimo: tres empates y seis derrotas. La amenaza del descenso empezó a tomar cuerpo.

En la Champions el panorama tampoco era mejor: el Valencia sólo ganó un partido, el primero, y acabó último de su grupo por detrás del Chelsea, Schalke 04 y Rosenborg. Sin embargo, la Copa del Rey provocó una metamorfosis positiva y el equipo se liberó de todos sus males. Después de eliminar con autoridad al histórico Real Unión de Irún, se las vio con el Betis al que derrotó en ambos campos con Joaquín como gran protagonista al marcarle dos goles a su exequipo en el Benito Villamarín. Solventado el pase a cuartos, aguardaba el Atlético de Madrid. En Mestalla los valencianistas se impusieron con un juego excelente por la mínima, gracias al solitario gol de David Silva. En la vuelta, el valor doble de los goles decidió la clasificación. Los rojiblancos se impusieron por 3-2 y Juan Mata fue el autor de un tanto trascendental.

Unas semifinales mágicas

El Barcelona se perfilaba como favorito en semifinales pero el Valencia aguantó el tipo en el Camp Nou gracias a la portentosa actuación del portero alemán Hildebrand. El gol de David Villa culminando un contragolpe magistral adelantó a los 20 minutos del segundo tiempo al conjunto de Koeman, que regresaba al escenario de sus grandes éxitos como futbolista. En el otro banquillo se sentaba su compatriota Frank Rijkaard. Cuando el partido finalizaba llegó el gol del empate, obra de Xavi. Las espadas quedaban en todo lo alto para la vuelta, partido programado un día después de la 'cremà' de las Fallas.

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El valencianismo se olvidó de todas las penurias y vibró con su equipo en una noche memorable. Baraja y Mata pusieron el 2-0 en el marcador en un primer tiempo arrebatador. El segundo fue de infarto. El Barça recortó la diferencia pero, un minuto después, volvió a marcar Mata. El segundo gol de los catalanes llegó en el minuto 80. Mestalla asistió a un final agónico pero pudo celebrar la clasificación de su equipo.

Con Baraja y Marchena en el papel de líderes, el Valencia se llevó el título gracias a una salida fulgurante refrendada con los goles de Mata y Alexis en menos de un cuarto de hora, logrados en la portería del fondo ocupado por la hinchada valencianista. La euforia se desató. Miles de banderas ondeaban ante la demostración de orgullo de un equipo que hizo valer el peso de la Historia y la fuerza de un escudo. Antes del descanso, el Getafe marcó gracias a un dudoso penalti. La segunda parte resultó menos brillante, hubo un juego más contenido. La mínima diferencia en el marcador generó incertidumbre que desapareció cuando Fernando Morientes hizo el tercer gol que sentenciaba el triunfo valencianista. 'Pipo' Baraja como capitán, acompañado de Marchena, recogió el trofeo de campeón.

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La Copa viajó a Valencia pero, por primera vez en la historia, no hubo celebraciones ni festejos. Una discreta exhibición del trofeo en Mestalla en los prolegómenos del duelo liguero contra Osasuna, vital para huir del descenso, y nada más. Koeman y sus colaboradores ya habían sido destituidos.

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