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Los jugadores del Valencia, con una camiseta conmemorativa de la final, celebran la clasificación.

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Los jugadores del Valencia, con una camiseta conmemorativa de la final, celebran la clasificación. J. Signes

¡A por la novena!

Un golazo del fichaje más caro de la historia del club vale para que Bordalás le gane el duelo a Marcelino y el equipo avance a la gran final de La Cartuja del 23 de abril

Miércoles, 2 de marzo 2022

Papá, ¿por qué somos del Valencia? El Atlético no tiene la propiedad de un sentimiento que se hereda. Y sentir en blanquinegro es sufrir. Nada ha conseguido el centenario club sin padecer. Pena ser de la periferia. Por eso los éxitos se gozan todavía más. Como aquellas ligas de Benítez en la época de los galácticos madridistas. Hubo que sobreponerse a todo (lo futbolístico) y a todos. La historia ha querido honrar de nuevo al valencianismo con otra final de Copa del Rey. A por la novena. Con una sinfonía como la de Beethoven. Así atronó Mestalla antes, durante y después del partido. Porque en el coliseo del que jamás se debió partir la vida puede ser maravillosa. Deliciosa. Bella. El Valencia logró el éxito ante uno de los suyos. Aquel que guió al equipo blanquinegro a un triunfo que se le resistía durante once años. Marcelino lo consiguió y ahora se resignó. El 23 de abril, en Sevilla, en tierra santa, en la ciudad con un color especial, el equipo bronco y copero (a mucha honra, aunque este término se pariera para ofender al Valencia) volverá a mostrarse al mundo. Será ante el Betis o el Rayo Vallecano.

Valencia CF

Mamardashvili, Gayà (Lato, 33'), Diakhaby, Gabriel Paulista (Guillamón, 83'), Alderete, Foulquier, Ilaix Moriba, Carlos Soler, Byran Gil (Yunus Musah, 72'), Guedes y Hugo Duro.

1

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0

Athletic Club

Agirrezabala, Yuri, Íñigo Martínez, Yeray, Lekue (Petxa, 61'), Vesga (Zarraga, 82'), Dani García (Vencedor, 61'), Muniain, Berenguer (Nico Williams, 69'), Raúl García (Sancet, 61') e Iñaki Williams.

  • GOL 1-0, Gonçalo Guedes (43').

  • ÁRBITRO Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Gabriel Paulista, Íñigo Martínez, Alderete, Diakhaby y Zarraga.

Guedes fue el gran protagonista con su golazo. Justificó con ese virulento zapatazo los cuarenta millones que pagó el Valencia por él. Fue de las pocas exposiciones públicas de Peter Lim. Lo trajo de la mano. Cuando el portugués quiere jugar es diferencial. Y el otro héroe es, sin duda, José Bordalás. En su primer año como técnico blanquinegro ha llevado al equipo al cielo. Lo hizo, además, ante el anterior ídolo del banquillo. Fue un Valencia totalmente reconocible. Estilo Bordalás. Huyó de la posesión pero se pertrechó en defensa con maestría. Evitó que el Athletic fuera tomando campo para sitiar la portería de Mamardashvili. En la primera mitad el único acercamiento con peligro del conjunto vasco fue una arrancada de Iñaki Williams que dejó atrás a Diakhaby, pero no quiso chutar a la primera y cuando rectificó allí estaba el portero georgiano para evitar el mal. Y del área blanquinegra a la rojiblanca. Un rechace, el balón le llega a Guedes y desde el primer momento tenía clara la acción. Fue ajustando el cuerpo y el balón para formar un armonía perfecta. Bombazo que el guardameta bilbaíno sólo pudo admirar. Aún tuvo una última Carlos Soler en una contra de Bryan Gil.

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Fue una primera fase idéntica a la de Mallorca. El Valencia no jugó a nada pero se iba por delante en el marcador. Preocupa la falta de fútbol, ocupa que no haya nadie en el centro del campo que dé pausa, que gestione el juego, que ofrezca sentido. La función la tiene encomendada Carlos Soler. El canterano todo lo hace bien aunque justamente no es la faena que más le va. Y Moriba tampoco ayuda, la verdad.

De ahí al final era cuestión de aguantar. De estar bien cerrado atrás y buscar alguna contra mortífera. Así fue. El balón sólo tocaba las botas de los bilbaínos, aunque todo en el centro del campo. Marcelino no esperó demasiado para ejercer de entrenador. Necesitaba cambiar la dinámica. Aumentar las revoluciones. Romper el rumbo. Aparecieron Sancet, Vencedor y Petxarromán. Sorprendía que no emergiera Nico Williams, uno de los futbolistas más efervescentes de la competición española. Lo reservaba para cuando el choque estuviera más roto. Esperó demasiado. El choque se adentró en intentos bilbaínos y fortaleza valencianista, aunque también dispuso de opciones. Una semichilena de Carlos Soler a centro de Foulquier pudo ser definitiva. Luego enlazó dos ocasiones el Athletic.

La más clara fue de Muniain, que tiró alto sin marcaje alguno. Íñigo tuvo la opción en una falta y Yuri remataba fuera tras un rechace de un córner. Ahí murió el conjunto de Marcelino. El Valencia, en cambio, se creció y Carlos Soler pudo remachar tras una jugada Yunus. Pero ya daba igual. El equipo blanquinegro ya miraba a Sevilla, donde los sueños se cumplen, donde se neutralizó al mejor Messi, donde la gente fue feliz, donde pueden llegar nuevos sueños, donde encontrar un oasis de dicha tras una temporada en la Liga complicada, donde la vida también puede ser bella.

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