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Sevilla, otra vez como en el 2019, y La Cartuja, como en 1999. Es verdad que falta una semifinal contra no se sabe quién -lo sabremos el viernes- pero el valencianismo vive de ilusión y ésta parece que se nos ha colado casi de refilón, ... sin que nadie la esperara ni de lejos. El Valencia de Bordalás no juega de cine, a veces se descentra de manera preocupante y eso hace que sufra inocentemente, pero parece que le ha hincado el diente a esta Copa que venía hasta ahora cargada de obsequios y tiene muy claro que está dispuesto a dejarse la vida por ella. Bienvenido sea este regalo tan genial si son capaces unos y otros de atraparlo. Una final vale la pena, por muy poco aprecio que algunos le puedan tener. Eso sí, que nadie se lleve a engaño. Ahora la cosa se pone seria de verdad, que es a ida y vuelta, y que todos deben tener claro que para sacar retos adelante hace falta algo más que empuje y corazón. Que está bien eso, sí, pero con fútbol también se ganan los partidos. El de este miércoles, por ejemplo, se sacó adelante con la vertiente más pasional y física que otra cosa. No fue tan épico como aquellos cuartos de Getafe, ni mucho menos, pero tuvo también su carga emotiva. Porque el Cádiz, que pelea por sobrevivir en Primera, entró de manera más que digna de principio a fin a una lucha casi fraticida donde se peleó por cada balón y por cada metro de césped. Sin mucho control, es verdad, pero con una intensidad sublime que a Mestalla siempre le satisface.
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A. MARTÍNEZ/J. SOLANO
Porque, a decir verdad, al Valencia le sigue faltando en ocasiones algo de poso. Con 1-0, por ejemplo, e incluso con el 1-1, dio la sensación de estar aturdido y sin el patrón adecuado. Pero sobrevivió con sus zarpazos, que continúan siendo demoledores. En un estreno interesante de Bryan Gil y algo decepcionante de Comert, a quien habría que preguntarle si vale la pena o no luchar por una final es a Guedes. El portugués nunca olvidará lo de Sevilla y eso quizás hizo que le llevara a marcar el primero. En una fase en la que no estaba nada claro cuál de los dos equipos iba a conseguir subir el peldaño antes que otro, el empeño que pone Hugo Duro en todas sus intervenciones provocó la primera acción que puso patas arriba Mestalla. Balonazo de Gayá sin mucho tiento y Duro le birla el esférico ante un silbado Cala, frágil y nada contundente en ese lance. El mediapunta blanquinegro se la cedió a Guedes para que tan sólo tuviera que ajustarla con su pierna derecha. El portugués demuestra que este puede ser su gran año. Como Duro, el otro gran protagonista en lo que al aspecto anotador se refiere. El Valencia está condenado a comprarlo porque este chico es aplicado en todo lo que hace: ya sea asistir, ayudar en banda, desequilibrar en los espacios o marcar. Su aparición resultó decisiva. Su gol llegó cuando más crítico estaba el partido. Había empatado el Cádiz y, lo que es más grave, al Valencia le había entrado cierta flojera.
Valencia CF
Jaume, Foulquier, Diakhaby, Cömert (Maxi Gómez, 68'), Gayà (Lato, 87'), Thierry (Ilaix Moriba, 68'), Carlos Soler, Guillamón, Bryan Gil, Guedes (Hélder Costa, 87') y Hugo Duro (Marcos André, 93').
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Cádiz CF
David Gil, Raúl Parra, Cala, Luis Hernández, Espino, Alcaraz (Álex Fernández, 63'), Jonsson, Iván Alejo (Salvi, 46'), Idrissi (Negredo, 63'), Sobrino (Iza Carcelén, 77') y Andone (Lucas Pérez, 23').
GOLES 1-0, Gonçalo Guedes (24'). 1-1, Lucas Pérez (54'). 2-1, Hugo Duro (79').
ÁRBITRO Alberola Rojas (Comité Manchego). Amonestó a Gayà, Iván Alejo, Cömert, Alcaraz y Sobrino. Expulsó por doble amarilla a Cala.
Es curioso cómo el equipo aparenta desaparecer en ocasiones de la escena, cuando daba la sensación de tener viento a favor. En defensa ni Comert ni Diakhaby dieron la calma necesaria. El suizo, además, pecó de ingenuo en su estreno. No se puede agarrar tan descaradamente a un rival dentro del área con mil ojos pendiente de todo lo que pasa ahí. El árbitro no lo vio, pero el VAR sí. La consulta posterior descubrió el agarrón de Comert precisamente a Cala, protagonista hasta el final (con expulsión y cruce de palabras incluido con Diakhaby). Jaume metió la mano pero el lanzamiento de Lucas Pérez iba tan fuerte que se coló.
Eso ocurrió a los diez minutos de la reanudación y le vino a dar más vida aún a un Cádiz mucho más elástico y dinámico que en la época de Álvaro. Menos mal que ya sea por culpa de los cambios, del aliento de la grada o de la propia dinámica de un partido sin estricto patrón, el Valencia volvió a pisar terreno andaluz con más presencia.
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A Bordalás le tocó de nuevo recomponer líneas. Bajó a Guillamón a la defensa, retrasó a Foulquier al lateral (Correia lleva meses sin aguantar los 90 minutos) hizo debutar a Iliax Moriba y puso a Maxi para tener más referencia arriba. El interés por la incertidumbre del marcador hizo que el encuentro creciera todavía más. Hasta hubo un balón al palo que no se coló de milagro en la portería de Jaume. Es lo que tiene la Copa, magia para el Valencia.
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