Un punto de exaltación

Regresó el Valencia que gusta en Mestalla. Animoso, trabajador, bronco. Le faltó acierto. Ocasiones hubo de todos los colores, especialmente en la media hora final. Un asedio. El delantero azulejero Barry tocó un único balón en todo ese tramo de encuentro. Conde no daba abasto ante un chut por una banda, por la otra, por el centro. Canós, que volvió en la segunda mitad tras recuperarse de la lesión, se cansó de chutarle al arquero madrileño del Villarreal. Tuvo tres ocasiones claras en los diez minutos que estuvo sobre el terreno de juego. Porque fue el Valencia que vimos la temporada pasada. La afición tenía el miedo en el cuerpo con lo que se había visto en el inicio liguero y tras el cierre del mercado de fichajes, con incorporaciones impropias de un club histórico.

Se temían lo peor. Al menos ayer se consiguió alentar a unos seguidores que nunca fallan. Casi otro llenazo pese al desánimo. Si la dirección del club fuera a la par que Mestalla sería una entidad imparable. Pero no es así, por desgracia. Ayer no sólo el pueblo se rebeló, también los futbolistas. Le mandaron un mensaje a Lim. Tú desinviertes, tú empequeñeces el Valencia, pero nosotros peleamos con todo para que la gente se sienta orgullosa. Y así fue. El lamento es no haber conseguido la victoria porque se mereció ante un Villarreal que se quedó con diez en el minuto 67 por la expulsión de Gueye y que en los últimos instantes llegó a formar con ocho porque tanto Barry como Comesaña no podían ni moverse. Marcelino no los retiró del campo porque ya no le quedaban jugadores en el banquillo del primer equipo. Había llegado al que fue su campo fetiche con bajas tan relevantes como las de Gerard Moreno o la reciente de Danjuma, cedido al Girona.

Marcelino sabía que su equipo iba a sufrir. Conoce cómo se las gasta Mestalla. Baraja había pedido ese aliento que necesitaba para superar ese periodo de depresión. Todo esto ayudó para entrar en el partido con las ganas necesarias. Hugo Duro volvía a ser el referente único, con André Almeida detrás. El técnico vallisoletano prescindió en este caso de Rafa Mir. El delantero madrileño lo intentó muy pronto con un cabezazo que paró Conde, pero sí acertó en un córner lanzado por Pepelu. Un mal desvío de Gueye le valió al máximo goleador valencianista de la pasada campaña para estrenarse en esta. El VAR revisó la jugada por un posible fuera de juego de Diego López, pero finalmente un defensa villarrealense validaba el tanto.

El Valencia se envalentonó. Ganaba todos los duelos, presionaba con fiereza, con el balón siempre en el campo amarillo. Era el momento de rematar para no sufrir como en partidos anteriores. Además, Baraja había decretado un estrujamiento a Parejo. Lo rodeó de Almeida, Guillamón y Pepelu. Sabía que sin el exvalencianista fino, la fluidez de juego se difumina. Pero el Villarreal se estiraba de vez en cuando, con Ayoze casi siempre como protagonista. Así pasaban los minutos hasta plantarse en la prolongacion, los temidos momentos que hasta ahora han machacado al Valencia. Gol encajado ante el Barcelona en el 51, otro ante el Celta en el 45 y ayer se llegaba al 48 y volvía a tropezar en la misma piedra. La pelota llegaba a Ayoze y desde la frontal del área chutaba con la zurda, rozaba el balón en Mosquera y Mamardashvili no acertaba a despejar. Todo apuntaba a imitar a los choques funestos anteriores.

Pero no fue así. En el descanso se conjuraron para darle la vuelta a la situación habitual. Al plantarse en el campo sorprendió no ver a Parejo. Marcelino lo retiró del campo para dar entrada a Ilias, llevando a Yeremi a la izquierda, buscando dos extremos pujantes. Al inicio fue un ir y venir, con ocasiones para ambos. Pero Gueye, ya veterano, cometió un error al provocar la segunda amarilla y dejar el partido a merced del Valencia. El equipo blanquinegro olió la sangre y se lanzó con todo. Baraja aprovechó para sacar a Rafa Mir y a Foulquier. De ahí al final fueron embestidas continuas. La más clara fue un chut al palo de Luis Rioja en una acción de Foulquier en la banda derecha. Después Pepelu, más tarde Hugo Duro con un cabezazo. Marcelino quiso parar el asedio con algún cambio. No lo consiguió y, además, Baraja optaba por el animoso Canós y Javi Guerra, nuevamente ausente en la influencia en el juego del Valencia. De ahí al final, todas las acciones fueron del extremo y en todas ellas el guardameta Conde las evitó. Pero este es el camino. Hay que ser intenso y las victorias llegarán. Un empate cruel.