Peter Lim aterrizó en Valencia con un plan de negocio idílico. Un horizonte fraccionado en temporadas donde el éxito era el nexo común ejercicio tras ejercicio. Un planteamiento que sirvió a Meriton para hacerse con la mayoría accionarial del club y orillar al resto de propuestas, algunas favoritas para Bankia, el principal acreedor del Valencia. Junto al sobresaliente aumento de los ingresos, estar en la Champions casi de manera permanente y la finalización del nuevo estadio -el equipo ya debería estar jugando allí- eran la mejor tarjeta de visita para un asiático que en diciembre de 2014 vio cumplido su capricho de tener un equipo de fútbol. Aquel papel, que figura entre los cientos de folios del contrato de compra venta entre el Valencia y Meriton, forma parte ahora mismo de la realidad virtual. El club se someterá esta tarde (16.30 horas, Feria de Valencia) al veredicto de una junta de accionistas en la que el presidente, Anil Murthy, deberá explicar muchas cosas. La votación del orden del día la tiene ganada por su abrumadora mayoría accionarial, pero Murthy no se puede bajar hoy del estrado sin dar respuestas.
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El plan de negocio de Lim arrastra un déficit de 100 millones de euros, siempre que se cumplan las previsiones de presupuesto de la presente temporada. Los números de Meriton son malos pero podrían ser trágicos si no se llega a aprobar un nuevo reparto de los derechos de televisión -negociación cerrada por La Liga-, que en buena parte maquillan los números rojos con los que la propiedad del Valencia cierra cada ejercicio en comparación con las promesas que plasmó en un papel en el proceso de venta del club.
Año tras año, la auditoría del club firmada por la consultora Ernst&Young suplica que se encuentren nuevas vías de ingreso para aliviar la maltrecha economía del Valencia. Tras el cierre del pasado mercado de verano, la deuda del club de Mestalla superaba los 500 millones de euros, una cifra que sitúa al Valencia CF al borde del precipicio contable. Hace cuatro años se vendió el relato de que los grandes patrocinadores se pegarían por manchar la camiseta del Valencia, que en la avenida de Les Corts Valencianes habría un estadio que sería la envidia de Europa y que los títulos estarían al alcance de la mano. Nada de eso se ha cumplido.
La única temporada que ha cumplido el objetivo es la 2014/15, todavía con Amadeo Salvo en los círculos de poder del club, y con Lim reciente aterrizado. Al final se ingresaron dos millones más de los 79 previstos, gracias especialmente al apartado comercial.
A partir de ese momento llegó el caos. En la campaña 2015/16, con el equipo clasificado para la Liga de Campeones, ya no se cumplió el plan de negocio de Lim, que se dejó 17 millones al final del ejercicio. Al club se le fue la mano en la previsión de ingresos por competiciones y la eliminación en la fase de grupos de la Champions fue una estocada que no se pudo salvar a nivel económico. En ingresos por torneos el Valencia incumplió en más de 15 millones el plan de Meriton. Algo que no pudo paliar el superávit comercial.
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El cataclismo deportivo lastró a partir de la siguiente temporada la hoja de ruta. Sin Champions no hay dinero y el Valencia se dejó 53 y 53,8 millones en ingresos por competiciones en las temporadas 2016/17 y 2017/18, respectivamente. El plan de negocio de Lim hizo aguas. Además, el mal momento deportivo generó desencanto, menos renovaciones de los abonos y una disminución en la venta de camisetas. Tan sólo el aumento del dinero de la televisión taponó la fuga de millones, aunque el Valencia podría haber ingresado más dinero por este concepto si su clasificación deportiva hubiera sido mejor. Al final del ejercicio, Meriton no cumplió con sus números y en la 2016/17 no se ingresaron 43 millones y en la siguiente campaña el déficit sobre el plan previsto alcanzó los 52 millones.
Para esta temporada, Peter Lim contempló hace cuatro unos ingresos de 162 millones de euros y la previsión en el presupuesto es de casi 172. Cada millón que se quede por el camino se sumará a los números rojos del Valencia -el déficit real de la etapa de Lim es de 100 millones de euros- y será una muesca más en el fallido plan de Meriton.
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Hoy el auditorio espera al menos que Murthy saque un conejo de la chistera para garantizar el futuro, pero un conejo que sea real y no una promesa sin visos de convertirse en realidad. La adquisición de las parcelas del viejo Mestalla por parte del fondo Cerberus -el favorito como adelantó LAS PROVINCIAS-, una fecha de reinicio de las obras o una nueva aportación económica por parte de Peter Lim. El valencianismo está a la expectativa.
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