Guerra total del valencianismo con Meriton

La grada ya no aguanta más y el grupo mayoritario de oposición, Libertad VCF, vuelve a anunciar iniciativas que puedan dar la vuelta al mundo, como la famosa de un Mestalla vacío en el Valencia-Celta de final de la pasada temporada. Este grupo ya ha anunciado una acción para el siguiente encuentro en casa, el del 11 de febrero (21 horas), de nuevo contra el Athletic Club. Como si el destino se hubiese empecinado a cerrar algún círculo.

Pero más que cerrar, lo que hizo el partido de cuartos contra los rojiblancos fue destapar la caja de los truenos. De ese partido surgió el comunicado de Libertad VCF, que exige a Meriton que haga publico el cuaderno de venta del Valencia. Y a los políticos les reclama, a cuatro meses de las elecciones autonómicas y municipales, ayuda para desalojar a Peter Lim del Valencia. Una llamada de auxilio jugosa y a la vez envenenada para quienes en unas semanas van a estar enfrascados en captar votos. Saben que Mestalla es un caladero de muchos miles, muchísimos más de los 45.000 que poblaron las gradas en el partido de Copa del Rey.

Pero es que cuando Mestalla está lleno pasan cosas. Como que aún con 0-0, con el chute artificial de ilusión que aún generaba la Copa del Rey, la afición ya desempolvó el 'Peter vete ya' del minuto 19. Esa fue la primera gran iniciativa de Libertad VCF, la que en sus orígenes iba condimentada por miles de pancartas amarillas. La que no se podía ocultar por mucho que la realización televisiva tutelada por LaLiga se empecinase.

Sin cartulinas amarillas pero sin el control del órgano presidido por Javier Tebas (que aún se muestra comprensivo con Peter Lim), en un partido que está organizado directamente por la Federación Española, los gritos en contra del máximo accionista se oyeron perfectamente. Y luego llegó el desastre deportivo previsible (la cuestión era cuándo llegaría) de un equipo descompensado y que necesita centrocampistas como el comer. Centrocampistas y defensas que defiendan dentro del término medio: ni con la inocencia demostrada en los dos primeros goles ni al límite del penalti porque en esos casos suele ocurrir lo que le sucedió a Cenk.

Pero esto, lo que ocurrió sobre el césped, no fue más que la chispa de un incendio que ahora está ya de nuevo sin control. Mestalla despidió al equipo con pitada y pañuelos, que en realidad van dirigidos a Peter Lim. De nada sirve que un grupo de futbolistas se acercasen a la grada a pedir perdón. La herida es mucho más grande que un cabreo por una derrota inesperada más por el como que por el qué.

Si hubiese sido un hecho aislado no se habrían apostado centenares de aficionados en la avenida de Suecia al grito de 'No váis a salir'. Tampoco se habrían quedado una treintena impidiendo a los futbolistas marcharse de Mestalla. Ni habría tenido que irse corriendo Yunus, perseguido por los hinchas más exacerbados. Comportamientos censurables, sí, pero que resumen en lo que ha convertido Meriton el Valencia con su gestión. La afición está ya tan harta que no apunta antes de disparar. La situación se asemeja a la de la ominosa era de Gary Neville. A aquella plantilla le increparon unos 200 seguidores en Paterna, al regresar de Barcelona tras un humillante 7-0. El nivel de indignación es comparable con el de aquella temporada en la que sólo el salvavidas de Voro evitó el descenso a Segunda.

Ahora ya hasta dan igual los fichajes. El último nombre que suena con fuerza es el de Saúl Ñíguez, y no se extrañen de que se acabe haciendo: es un centrocampista, del Atlético (club en el que tiene influencia Jorge Mendes) y cumple el perfil de «futbolista fracasado que venga a relanzar su carrera» del que habló hace ya algunos meses Gennaro Gattuso. El entrenador, por cierto, se muerde la lengua en cada comparecencia. ¿Cuánto va a aguantar? Porque en la rueda de prensa posterior al partido contra el Ahtletic se le vio superado. Se le está poniendo cara de Javi Gracia o de José Bordalás, aunque en los últimos partidos su Valencia se está pareciendo demasiado a la etapa de Gary Neville. La afición lo sabe y es consciente de que ahora ya a lo único que se puede aspirar es a sumar los puntos necesarios para no verse enfangados a finales de abril y en mayo en unas últimas jornadas dramáticas por la permanencia. Sí, el mismo mes en el que no hace tanto se acudía a finales y se celebraban títulos, como en el año de centenario.

Las peñas también muestran su indignación. Por ejemplo, la Colla Blanc-i-negre, adscrita a la Agrupació, ha publicado su comunicado apoyando las iniciativas destinadas a desalojar a Meriton del Valencia. La pregunta es cómo, por mucho que la afición se manifieste. Porque un día después, la presidenta, Layhoon Chan y el resto de ejecutivos de primer nivel que trabajan en el Valencia y en Valencia han acudido al Ayuntamiento para presentar su propuesta de convenio al Ayuntamiento.

De nuevo un estadio de 66.000 espectadores. No llegan a los 70.000 fijos. Nadie puede descartar que pueda llegar a haber un acuerdo. El problema es que este es un asunto que a la afición ya también le hastía. La sensación y la versión popular es que Meriton no quiere acabar el nuevo Mestalla. El reto en este sentido es demostrar lo contrario. Pero la primera tarea, la prioritaria, es la de volver a controlar el incendio que mantiene la gestión de Peter Lim con la afición, que no perdona que un club que no hace tanto estaba considerado como el mejor del mundo haya mutado en una medianía de una Liga española que también está en horas bajas con respecto a la Premier.