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Una de las pocas jugadas de ataque del Valencia, con Sadiq intentando el remate. IVÁN ARLANDIS

Valencia CF: Otra humillación

El equipo vuelve a sucumbir ante el Barça, ahora en Copa del Rey y en Mestalla (0-5)

Jueves, 6 de febrero 2025

La Unión Musical de Santa Cecilia de Canals. Con diferencia, con mucha diferencia, lo mejor que pasó por Mestalla en este jueves negro, de amarga ... indigestión y de ingrato recuerdo. La tragicomedia en la que se ha convertido hoy en día el Valencia, que de bronco y copero sólo tiene el recuerdo, vuelve a protagonizar otro episodio para olvidar. Y no porque haya caído en los cuartos de final ni porque le haya volteado una vez más un equipo como el Barcelona, lo verdaderamente triste es la incapacidad exhibida de principio a fin, sobre el césped y en el banquillo, para ofrecer al menos un mínimo nivel de competitividad. Que vayan 46.806 espectadores a Mestalla y que vean desde su innegable pasión por unos colores el espectáculo que dio su equipo, es desde luego para hacérselo mirar.

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Por supuesto, la versión de que el Valencia no está para ninguna distracción que le pueda acarrear una herida todavía mayor en Liga puede solventar cualquier debate. Pero este Valencia guarda en sus vitrinas ocho trofeos de Copa y eso es también una razón de peso para que la afición exija un mínimo de rigor. Muy pocos esperaban realmente que el Valencia fuera capaz de apartar al Barça del camino de La Cartuja, pero de ahí a que como anfitrión permitas que el invitado convierta tu fiesta en un suplicio para tu propia gente va un trecho.

Lo peligroso de todo esto es que Mestalla empieza a acostumbrarse a situaciones así. En otros tiempos, en partidos como este, el césped se hubiera llenado de almohadillas -los más jóvenes ni sabrán lo que es-; la grada habría sacado la mayor pañolada del mundo; los jugadores habrían salido a gorrazos; el entrenador se habría santiguado pensando que le iban a guillotinar esa misma noche; el director deportivo se habría muerto de la vergüenza en el palco y los directivos habrían pedido de inmediato al presidente una reunión porque fuera, en la avenida de Suecia, habría miles de personas cabreadas mostrando la vergüenza por ver a su equipo arrastrarse. ¡Qué tiempos aquellos!

Ahora, en cambio, los valencianistas que se sacan el pase -lo gracioso encima es que este año a Peter Lim le ha dado por subir los precios- están tan acostumbrados al dolor y al potro de tortura que el único consuelo que les queda es el de levantarse de su butaca a la media hora de juego, agachar la cabeza y marcharse a su casa. Los que se quedaron, algunos se lo tomaron a guasa, y otros fueron a la calle a repetir escenas ya habituales en la puerta 0. La cuestión es que a quienes deberían afectar de verdad esa indignación, por un oído les entra y por el otro les sale.

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Este Valencia no da para mucho más que para pelear en la liga de los torpones. Porque si ya a los jugadores que se pueden considerar titulares les viene justito estar por encima del Valladolid, a los suplentes el reto de doblegar al equipo de las 'palancas' les viene demasiado grande.

Corberán, de hecho, fue el primero que tuvo claro que no iba a arriesgar nada por la Copa. Que en el once solo estuviera Mosquera ya era una clara muestra de cuáles eran sus verdaderas preferencias esta semana. Lo que se vio después, evidentemente, fue un fiel reflejo de las posibilidades que tiene esta plantilla si se eliminan determinadas piezas. El Barça fue calcando con un rigor abusivo el desmadre que se vivió hace apenas unos días en Montjuic. Si en Liga en el minuto 24 ya estaba el 4-0 en el marcador, en esta ocasión el cuarto llegó en el 29. Nada que decir. Corberán se equivocó de todas todas en el arranque de Montjuic y no supo cómo mantener defensiva la tensión de los suyos, con dos líneas tan juntas y a veces tan descoordinadas en algunos elementos que todo fue coser y cantar para los barcelonistas. Especialmente para Ferran, el que mejor interpretó cómo exprimir la falta de velocidad todavía de Diakhaby y y los espacios a la espalda de la retaguardia blanquinegra. En un santiamén dejó el de Foios la eliminatoria sentenciada y al Valencia sólo le quedó el remedio que purgar los pecados de la mejor manera que pudo.

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