Y a los dos años Guedes resucitó

Sólo a los muy futboleros les sonaba el nombre de Gonçalo Guedes cuando se dio la noticia de que el París Saint Germain cedía al portugués al Valencia. En el reino de Neymar carecía de hueco. Pero ese jugador con cara de niño bueno se mostró al mundo ya en los primeros partidos en Mestalla de la temporada 2018/2018. Fue llegar y triunfar. Deslumbró. Especialmente fueron descollantes sus seis primeros meses como blanquinegro. Muchos incluso le rogaban que bajara el ritmo para que el dueño del club parisino no quisiera recuperarlo. Tenía una velocidad descomunal y una finalización soberbia. Era la banda izquierda más potente de Europa, con Gayà como escudero del portugués. Al acabar el trabajo regresó a su equipo. Depresión en la avenida de Suecia. Pero Peter Lim quiso hacerse foto del verano. Viajó desde Singapur con cuarenta millones en el bolsillo para hacerse con Guedes en propiedad. Y esa montón de billetes se convirtieron en la losa del futbolista. Las lesiones y la baja forma le transformaron en invisible. Hasta que quiso imitar a Ronaldo en aquella jugada mágica en Compostela. Guedes consiguió ante el Osasuna el gol de la temporada. Cogió el balón en su campo, alzó la mirada, encaró a los cuatro futbolistas rojillos que le asaltaron y tras un recorte en el área golpeó el balón con el empeine, en una posición de su cuerpo algo rara, para convertir por la escuadra izquierda de Rubén un tanto que jamás olvidará.

Han sido dos años casi en una situación incorpórea. Pero, por fin, resucitó. Levantó la piedra que le apretaba y resplandeció. Disputó una primera parte magnífica, al nivel de su equipo, que pudo golear al Osasuna. Anotaba su tanto catorce meses y una semana después de la última vez que acertó en Mestalla ante la portería contraria. Pero conforme pasaban los minutos su luz se fue apagando. Dejó de recorrer como una gacela su banda y ya le costaba bajar para cubrir las subidas de los rivales. Hasta que en el minuto 66 Celades le envió al banquillo. El portugués se mostró quejoso por el cambio, pero el técnico acertó. Era el momento de cerrar su actuación. Volvió a ilusionar y sólo faltó el público para haberlo puesto en pie.

Fue el primer gol del Valencia que subió al marcador. Pero no fue el único. El VAR nuestro de cada día anuló uno anterior a Rodrigo, como le ocurrió cuatro días antes en Valdebebas. Por un fuera de juego casi imperceptible, el árbitro le dejó con un cabreo descomunal. Recibió un pase medido de Florenzi y el internacional definía de forma deliciosa. Pero tras unos minutos interminables, su gozo en un pozo. Con el tanto de Guedes parece que se olvidó del cabreo y el Valencia se puso a jugar como le dio la gana. Disfrutó ante un rival irreconocible. Quién ha visto y quién vio ayer a Osasuna en Mestalla, especialmente en la primera mitad. Fue un regalo para los blanquinegros. Entraron por donde quisieron y como quisieron. Por una banda, por la otra, por el centro. Los valencianistas se encontraban solos en el centro del área para rematar. Y eso que Jagoba Arrasate formó con tres centrales. Le salió todo al contrario de lo previsto.

Rodrigo robó el protagonismo a Guedes. El delantero es primoroso. Su fútbol es de una plasticidad asombrosa. Tiene calidad y posee gol. Se mueve entre líneas como nadie. Florenzi lo sabe y le dio balones para que se luciera. El primero acabó con un cabezazo que se marchó fuera y el segundo, incomprensiblemente, finalizó en el cuerpo de Rubén cuando el delantero estaba solo en el centro del área y con la pelota controlada. Hasta que Unai García quiso ofrendar al Valencia y le dejó un balón a Guedes para que el portugués se lo enviase por el único hueco que había a Rodrigo. Esta vez no falló. De forma muy sutil cruzó la pelota para anotar el segundo gol.

Guedes seguía con muchos espacios pese a que por momentos cojeaba peligrosamente. Pareció incluso que se iba a marchar al vestuario. Pero aguantó. A todas estas, el Osasuna todavía no había llegado a la portería de Cillessen. Hubo que esperar hasta el minuto 42 para saber si Arrasate había puesto delanteros. Brasanac cabeceaba un balón con la coronilla y se iba cruzado. Y cuando la primera parte moría Adrián lanzó un chut fortísimo que paró el guardameta del Valencia.

Parecía que estaba todo finiquitado. Apuntaba a una goleada local. Pero el que lo pensó, se equivocó. Mucho, además. El técnico de Osasuna hizo tres cambios en el descanso y varió el sistema para formar una defensa de cuatro. Y el equipo navarro se puso a jugar. Y el Valencia se puso a reposar. Adrián mandó un balón al larguero y luego era Roberto Torres el que probaba a Cillessen con una disparo seco. El conjunto de Celades sufría la misma avería que ante el Real Madrid. De una primera parte primorosa a una segunda en la que se caía por momentos. Se tiró atrás para intentar frenar las acometidas rivales. Oier la tuvo en un cabezazo y luego fue Enric Gallego el que lanzó el balón fuera. El Valencia no rozó el área rival hasta el minuto 91 cuando Cheryshev casi anotó. Acabó el partido sin goles en contra, con Paulista de nuevo en liza y con Guedes resucitado. Aleluya.