Thierry y Vinícius, en Mestalla. EFE/Biel Aliño

Esto es Mestalla

Un Valencia-Real Madrid de los de antes permite al equipo rozar la salvación | Diego López marca, Javi Guerra maravilla y Mamardashvili se agiganta con tres paradones en un polémico encuentro

Domingo, 21 de mayo 2023, 17:26

Un Valencia-Real Madrid de los de antes. Tenso, polémico y agónico. Cuando el conjunto blanquinegro molestaba. Cuando venir a Mestalla era sufrir en el tapete y disfrutar del ambiente de fútbol. Años después ha vuelto. Por fin. En el día que el Valencia descansa. El triunfo ante el Real Madrid permite al conjunto de Baraja rozar la salvación. Está cinco puntos por encima del descenso a falta de nueve por disputar.

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Fue un choque de nombres propios. Cada uno por un motivo. Vinicius porque fue objeto de inaceptables insultos racistas (el propio brasileño señaló al individuo, que jamás debería pisar un estadio de fútbol), Diego López porque su primer gol en Primera División fue ante un grande y en un momento de necesidad, Javi Guerra porque sentó cátedra con esa cara sonrosada, Mamardashvili porque es un guardameta de época con tres paradones superlativos y Baraja por su enorme valentía. Porque en el momento de mayor tensión para una entidad centenaria, con la amenaza del descenso, ha sabido apostar por las raíces, por el sentimiento, por la piel, por aquellos que se han resistido a ver caer el Valencia. Cuando cese el ruido que generó el choque por las broncas, la larguísima interrupción provocada por el insulto a Vinicius, el posterior codazo del extremo a Hugo Duro que le valió la expulsión y el también imperdonable gesto de mandar al Valencia a Segunda, quedará la resistencia del conjunto blanquinegro. Porque cuando todo parece perdido aparece la mística. Esto es Mestalla. Como lo ha sido siempre y sólo en las últimas temporadas se había difuminado. Este partido debe ser un punto de inflexión.

La fortaleza colectiva ha conseguido el objetivo. De la afición, entregada como en las grandes noches, y de un equipo que supo plasmar jugadas de mérito con seriedad en todas las líneas. Se pudo comprobar ya en el primer minuto. Salió lanzado con dos jugadas que se reclamaron como penalti y un centro de Gayá al que no llegó Diego López por poco. Así es como se aparece en un campo. Aquí no se especula ni en los instantes iniciales. El Real Madrid tenía el balón, algo que se presuponía, pero el Valencia robaba y corría. Mestalla disfrutaba. Almeida la tenía en un chut lejano. Y llegó la locura poco después con un híbrido entre centro y chut de Kluivert que Diego López acertaba a enviar al fondo de la red. Locura. Primer gol del canterano en la élite. Y ante Courtois, un portero casi imbatible, como ya sufriría el Valencia en el resto del encuentro. Se le ponía la tarde como pretendía el conjunto de Baraja.

Ahora era cuestión de resguardarse bien atrás y buscar la oportunidad ideal. Así lo hizo. El libreto del entrenador se cumplió a rajatabla. En ese control sobresalieron los de siempre (en especial Gayà) y los inesperados. Javi Guerra tiene pinta de futbolista que puede marcar una era. Tiene planta, tiene calidad, tiene descaro, tiene gol. Vamos, lo tiene todo. Oscurece al de al lado (Nico) porque abarca más de lo que debería. El Real Madrid se acercaba pero sin peligro con la excepción de un cabezazo de Vinicius que se marchó algo. Cuando moría la primera parte emergió otra vez Javi Guerra. Se plantó ante el área grande del Real Madrid y cuando otros lanzarían un centro o el pase a un compañero, él se fue hacia Courtois, que pudo atajar el primer disparo y también el rechace que había vuelto a pies del canterano.

Valencia CF

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Paterna sobresalía también al inicio de la segunda mitad. Diego López quería el segundo. Y lo tuvo cerca cuando se plantó solo ante Courtois a pase de Kluivert. Respondía el Real Madrid con una jugada de Rodrygo, que acababa de salir al campo. Baraja se acercaba a Marchena e ideaban el fortín definitivo. Fuera el canterano y Cavani (nuevamente irreconocible, sin ocasiones de gol y sólo presente en jugadas defensivas) para dar entrada a Foulquier y Lino. Baraja cambiaba el sistema y situaba tres centrales. Lógico para resguardarse, pero el francés es una bomba de relojería. Vinicius fue incapaz de marcharse ni una vez de Thierry y a la primera que tuvo con Foulquier le dejó atrás. No se entiende la insistencia con este futbolista.

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A partir de aquí fue un partido de subida de revoluciones. Por las acciones del fútbol y por las que no lo fueron. Todo empezó con un hecho insólito. Mientras iba el partido en marcha, desde la grada se lanzó un segundo balón que había salido en una acción anterior. Comert lo quiso sacar del campo y dio con el que portaba Vinicius en sus pies. El partido se calentaba y desde la grada se profería un insulto racista a Vinicius. El brasileño se encaró con el individuo y lo señalaba (la policía se lo llevó). El partido se paró casi diez minutos. Al reanudarse, en un córner se montaba una tangana que acababa con el madridista expulsado por un codazo a Hugo Duro. Y para rematar la faena, Vinicius menospreciaba al Valencia al señalar con sus gestos que se fuera a Segunda División, con el consiguiente lío también cuando accedía al túnel de vestuarios. Pero quedaba partido, muchos minutos todavía, y ahí emergió Mamardashvili para truncar todas las acciones de ataque del Real Madrid, una primera de Fede Valverde, una segunda de Kroos y una tercera de Benzema. Acabó el partido y delirio colectivo. Porque esto es Mestalla. Por fin. Para disfrute del valencianismo.

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