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R. GONZÁLEZ/M.G./F. R.
Jueves, 11 de junio 2020
Los valencianos van a disponer de libertad para moverse por todo el territorio de la Comunitat sin cortapisas, lo que se conoce como la movilidad interprovincial, cuando se implante la fase 3 de la desescalada, muy posiblemente el próximo lunes. Pero no es ésta la única ventaja. Va a suponer el fin de las fases horarias para salir a la calle, algo que de facto se ha venido produciendo en la fase 2. Las mascarillas seguirán siendo obligatorias tanto en la calle como en los lugares públicos cuando no se pueda mantener la distancia de seguridad de un par de metros. Y en autobuses, tranvías, metros y trenes ya no será necesario que haya asientos vacíos.
La vida social va a empezar a recordar a la de antes del confinamiento. Se podrá tomar una tapa o una bebida, o ambas, en las barras de los bares -siempre con dos metros de separación entre clientes- y el aforo de los restaurantes se ampliará al 50 %, una medida que no contenta a los restauradores pero que en algo les puede aliviar los tres meses de sequía que han padecido. Las terrazas se podrán ampliar a un 75 % de su capacidad.
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Las zonas comunes y de ocio de los centros comerciales ya podrán abrirse a un 40 % de su capacidad, y las tiendas ampliarán la entrada de clientes a la mitad de su aforo. Las tiendas situadas fuera de los centros comerciales también limitarán su aforo a un 50 %.
También podrán alcanzar la mitad de su aforo las salas de cines, teatros y auditorios. También los circos y espectáculos. Todos ellos deberán tener butacas preasignadas.
Y la mitad del aforo también se podrá ocupar en los zoos y los acuarios.
Con la fase 3 también reabren discotecas y bares de copas pero con un 30 % de su aforo y sin poder utilizar la pista de baile. Se debe poner especial cuidado en establecer itinerarios para evitar aglomeraciones y el contacto.
Casinos y locales de juego también pueden abrir a la mitad de su aforo, pero cada par de horas deben higienizar las fichas.
Y en cuestión de juegos, los dirigidos a los niños, situados en los parques, se desprecintan. Columpios y toboganes volverán a llenarse de risas.
Regresan también las competiciones deportivas y las piscinas y polideportivos podrán utilizarse al 30 % de su aforo, pero sin la posibilidad de utilizar los baños y los vestuarios públicos.
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También se dejarán realizar actividades de tiempo libre dirigidas niños y población juvenil con un máximo de 200 personas en espacios abiertos y 80 en interiores.
La Marina Alta es una comarca con un importante número de viviendas de segunda residencia que verá cómo en la fase 3 miles de apartamentos y chalés que llevan meses vacíos se van a ir llenando paulatinamente. Muchos valencianos están deseando poder ir a Dénia, Xàbia o Calp y están listos para coger el coche para acudir a su segunda residencia en cuanto se pueda cambiar de provincia.
Más tarde será el turno de los madrileños, que también poseen buena parte de este tipo de propiedades en este tramo del litoral de la Costa Blanca.
Los municipios costeros de la Marina Alta cuentan con un parque de viviendas que supera las 121.000 y cerca de 52.000 son residencias principales. El resto, más de 69.500 unidades, están calificadas como no principales e incluye las segundas residencias y las vacías, según recoge el Instituto Nacional de Estadística como no principales.
Dénia reúne a lo largo de su término municipal cerca de 43.350 casas. De ellas unas 12.500 figuran como segundos hogares y algo más de 13.500 aparecen como vacías.
En el caso de Xàbia, de las 25.274 viviendas, 7.712 aparecen como residencias secundarias, mientras que en Calp, de las 24.954 hay 14.950 que no son principales, incluyendo las vacías.
Una de las personas que está esperando como agua de mayo el momento de que lleguen los dueños de segundas residencias es Paula Suárez, propietaria de una tienda de joyas de autor en la principal arteria de Dénia, la calle Marqués de Campo. «Sin el turismo no soy nada», reconocía ayer. Tiene un doble sentimiento, el del miedo por los posibles contagios por la llegada de visitantes y la esperanza de que con ellos se reactive el negocio. Tiene clientes habituales, que acuden cuando tienen ocasiones especiales, pero la mayoría de sus compradores son turistas, lo que lleva días con ventas mínimas o haciendo cero en caja.
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«Necesito ese ritmo constante del verano porque vengo de pérdidas», recalcó, y es que se había preparado para Fallas y Semana Santa cuando le sorprendió el estado de alarma.
Sabe que la apertura de fronteras no se traducirá en «compras desde el primer minuto», pero confía en que poco a poco se reactive la economía.
Además, en comarcas de la provincia de Valencia, como la Ribera, hay deseo de poder viajar a la provincia vecina para disfrutar de ciudades como Xàbia. Es el caso de la alcireña Ana Talavera, quien señaló que estaba deseando volver «porque cuando me tuve que venir a casa el 14 de marzo no pensaba que esto iba a ser tan largo y creía que iba a durar menos. Ahora tengo muchas ganas de volver al apartamento porque han pasado ya tres meses. Lo que más me apetece es dar un paseo por el puerto, salir a tomar algo a una cafetería del Arenal o comerme un arroz en algún restaurante. Se echa mucho de menos estar allí que se está muy tranquilo».
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