En el interior de les Covetes dels Moros

Aunque no se puede certificar al cien por cien su uso, las últimas investigaciones realizadas apuntan a que se tratan de graneros utilizados en época andalusí.

Desde el exterior se pueden ver las ventanas en la pared de roca vertical. La primera impresión es como si se viera un panal, aunque estas 53 ventanas están distribuidas en tres alturas distintas y no están alineadas.

Se accede a través de una escalera metálica que se instaló para facilitar la entrada. Ya solo subir esa escalera impresiona.

Las personas que sufren de vértigo, claustrofobia o tengan dificultad para moverse mejor que no accedan puesto que la ruta por las cuevas es como si fuera por un laberinto en el que, además, casi todo el recorrido debe hacerse agachado o incluso a gatas. Es por ello que también se recomienda ir previsto de ropa y calzado cómodos y dejar atrás mochilas y bolsos.

Las cámaras están comunicadas por aperturas en la roca y se intercomunican por una especie de 'pozos-chimeneas' por las que se acceden en algunas ayudándose incluso de cuerdas. En muy pocas se puede estar de pie y menos si se tiene una altura considerable. Es mejor ir acompañado de guía para no perderse y lo curioso del recorrido es acceder por los agujeros excavados de diferentes tamaños, que lo hace toda una aventura. Además, a través de las ventanas, el visitante tiene unas estupendas vistas del casco urbano.