El peso del tiempo asoma en sus miradas de ojos menguados. Sus arrugas evidencian la sabiduría de quien ha vivido un siglo de historia en sus propias carnes pero la mascarilla entorpece la proyección de sus voces cansadas. «Esta situación es inédita, ojalá acabe pronto. Pero ahora son los jóvenes los que sufrirán está crisis económica, no nosotros los mayores». Así arranca Gaspar Pérez (nacido el 20 de noviembre de 1920 en el municipio turolense de La Puebla de Valverde y vecino de Valencia desde 1957) cuando le preguntan sobre cómo está viviendo la epidemia de Covid-19.
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«Esta pandemia es peor que la guerra. En la guerra muere gente, pero con este virus, además de morir gente, no puedes abrazar a tus seres queridos. No te puedes pegar un apretón de manos con nadie ni ver a la familia en condiciones normales». Las palabras de Gaspar caen por su propio peso. Él siguió en tiempo real la Segunda Guerra Mundial, vivió la Guerra Civil, enterró muertos, sufrió la dictadura, fue a votar a las primeras elecciones celebradas tras el régimen de Franco con 57 años y también experimentó de primera mano todos los cambios sociales que vinieron después, hasta toparse con lo último que esperaba encontrarse en su longeva existencia. Una pandemia mundial.
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Este virus le ha privado, como al resto de mayores, del principal placer del que disfrutan en esta etapa de sus vidas: el calor de los suyos. «Hace mucho tiempo que no veo a la familia. A mis hermanos no los he visto desde que se decretó el estado de alarma hace más de un año», cuenta Gaspar, que no puede evitar acordarse de su esposa, quien falleció hace cinco años. «Mira, ahí tenía 18 abriles», dice con un nudo en la garganta mientras enseña una foto en blanco y negro de una joven de melena oscura.
Y es que, Gaspar ha llegado a sus 100 años de edad con una memoria prodigiosa y, además, conservando facilidad para la palabra y las ideas claras. La peor parte del virus ha sido la lejanía de sus allegados, el aislamiento forzado pero también ha echado de menos sus paseos por el barrio. «El encierro fue aburrido, no me gusta la tele ni estar encerrado, pero no lo llevé mal dentro de lo que cabe porque he estado bien cuidado», explica y añade que él está «acostumbrado a salir» todos los días. «Antes iba a los jubilados, pero ahora está cerrado», dice con resignación.
Sin embargo, a pesar de la situación, se aferra a su fe en Dios y a su confianza en la ciencia. «Gracias al Señor y a la ciencia y todos los médicos por todo lo que están haciendo», exclama y agrega la necesidad de que se acelere el ritmo de vacunación para volver a la vieja normalidad cuanto antes y para «recuperar la economía».
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Gaspar Pérez | 100 años
Por su edad, fue uno de los primeros en recibir la inmunización. «La vacunación fue muy bien, no tuve molestias. Pienso que es muy importante ponérsela y si lo dicen es por algo», insiste Gaspar, que vuelve a repetir una consigna: «si no fuera por los médicos, no habría esperanza». Gracias a la vacuna, pudo recibir la visita de sus nietos y bisnietas, a los que siempre les aconseja que «sean buenas personas» y «no hagan mal a nadie».
Mercedes Balaguer coincide con Gaspar al hacer balance de estos duros meses pandémicos. «Lo que más he echado de menos son las reuniones familiares», dice sin pensarlo dos veces esta mujer que cumplió los 100 años el pasado 18 de diciembre. «Celebramos su cumpleaños a distancia, haciendo un zoom con toda la familia, porque somos más de veinte personas», apostilla una de sus hijas, que le acompañaron durante la entrevista para facilitar la conversación, ya que Mercedes no oye del todo bien y, a veces, le cuesta expresarse con fluidez. Sin embargo, su mirada estaba atenta en todo momento para no perderse detalle alguno de las preguntas, aunque la mascarilla le impide leer los labios de quien se dirige a ella.
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«Estoy muy bien y contenta de haberme vacunado y poder salir por fin», declara con un tono que destila agradecimiento y generosidad. Además de reunirse con la familia, uno de los pasatiempos favoritos de Mercedes es salir a pasear y asistir a la Real basílica de la Virgen de los Desamparados, donde se casó. «Tengo muchas ganas de que esto termine para poder juntarme con toda la familia. Ha cambiado la vida con esto, nunca he vivido algo parecido», afirma la mujer, que destaca que tiene nueve nietos y nueve bisnietos.
Mercedes Balaguer | 100 años
Mercedes, con 90 años, se iba sola al centro a mirar tiendas y, en concreto, al Corte Inglés. Y es que se confiesa toda una víctima de la moda. «Sí, me encanta la moda y ver cómo viste la gente», admite Mercedes, que siempre ha sido «muy presumida», tal y como indican sus hijas. «Siempre se fija mucho en todo. Nunca va de cualquier manera a los sitios», añade Mamen mientras Mercedes asiente con una sonrisa.
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Aunque pueda parecer que la rutina de los más mayores no se ha visto tan afectada, lo cierto es que ha trastocado aquello que más vida les da. Es poco pero lo es todo para ellos. «Tengo muchas ganas de salir e ir a la iglesia. Cuando hace buen día es cuando más me gusta ir y salir a dar un paseo al río», insiste.
Aurora Méndez, de 101 años de edad, cumplidos el pasado 9 de abril, es muy gráfica cuando le preguntan cuánto tiempo lleva sin ver a sus nietos y bisnietos debido a las restricciones por el Covid-19. «Buff. Mucho», responde con un aire de resignación y tristeza. En su caso, ha pasado este año en la residencia Padre Damián, ubicada en Torrent, donde no se ha registrado ningún caso de coronavirus entre los 24 residentes.
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Ella reside en este centro desde los 96 años, pero hasta entonces era totalmente autónoma. Aurora lleva sin poder ver a sus nietos y bisnietos desde la Navidad de 2019. Además, sus últimos dos cumpleaños no ha podido celebrarlos con la familia tal y como estaba previsto. La celebración tuvo que reducirse a las llamadas de teléfono. «Estábamos organizando un encuentro grande con toda la familia. De hecho, buscamos un local y teníamos reservado hasta el hotel para los familiares que venían de Andalucía», explica su hijo Chimo, que ayuda a su madre a encontrar las palabras para expresar lo que ha vivido durante estos meses aislada de sus seres queridos. «Nos gustaría hacerlo para el cumpleaños que viene si es que llega», añade.
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Melchor Sáiz-Pardo Álvaro Soto
Y es que, este año se ha convertido en uno de los más difíciles de las vidas de Gaspar, Mercedes y Aurora. En un momento en el que el bien más preciado es la compañía de los suyos, esta generación que ha luchado contra viento y marea para salir adelante también ha tenido que enfrentarse en su pleno ocaso al monstruo de la soledad y el encierro.
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