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Juan Carlos Lledó, el director económico del museo con Císcar, cambió de estrategia respecto a su superiora. Lledó no tuvo reparos en ... contestar a las preguntas del ministerio fiscal pese a las dos condenas que ya arrastra por asuntos relacionados directa o tangencialmente con el museo. Afronta, pues, su tercer problema judicial.
No tardó en salir en el interrogatorio el proceso de contratación. Señaló que él no participaba, «sólo revisaba lo que pasaban a la firma de la directora». El órgano de contratación dependía de la directora gerente, aseguró. El exdirigente explicó que la primera vez que conoció la intención del IVAM de comprar las piezas de Rueda fue por una comisión de valoración. Allí asistió él. «No sé quién me convocó». En otras reuniones, recordó que fue citado por Raquel Rodríguez, una de las directivas del museo. Esta mujer aparece insistentemente en las declaraciones de los principales acusados. También lo el martes en el testimonio de Císcar. Acudirá como testigo.
Las reuniones se celebraban siempre en el despacho de la directora. «El tiempo dependía de la cantidad de obras que se iban a adquirir. No recuerdo si se presentaba documentación. La decisión era de la directora», insistió, finalmente, sin vacilaciones. La propuesta de adquisición por parte de la directora era «oral», precisó.
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Tras esta reunión, pasaba al departamento artístico y de ahí salía una propuesta de gasto, con los datos de la obra a adquirir. Figura el nombre, las particularidades, el precio y el pago. Esa propuesta de gasto es un documento informático. La Fiscalía preguntó por qué parte de la documentación, una carta de Rueda sobre la donación del contrato al Reina Sofía, no aparece en el expediente del IVAM. «Lo desconocía». El funcionario admitió que el contrato privado que se empleó en esta ocasión, en la compra de las piezas, no era la fórmula adecuada para esta operación. El ministerio público le reprochó incluso las dos notas internas que emitió el directivo a los trabajadores del IVAM para recordarles que debían someterse a la ley de Contratos Públicos.
El interrogatorio avanzó hacia las formas de pago. El abono se hizo antes de recibir las piezas. «A posteriori he visto que había correos de que no enviaban las obras, en la fundición, hasta que no tuvieran el dinero». Pero en aquel entonces, según él, lo desconocía. En ese momento, cuando Lledó autorizó el pago, pensaba que las piezas estaban ya en manos del IVAM. En la comisión «no se comentó» que las obras se tenían que fundir. Císcar, en cambio, dijo que lo sabía todo el mundo.
Lledó se ha visto atrapado en un baile de fechas de la diferente documentación que se le ha exhibido. Por ejemplo, por qué el contrato de compra tiene anterior a la comisión de valoración, algo que atribuyó «a la mala gestión» al mantener por error la fecha de un borrador. Tampoco ha sabido precisar quién negoció los pormenores del contrato. «Yo no. No sé si lo hizo la directora».
Los precios de las obras los fija el vendedor, indicó el acusado. «Desconozco las negociaciones de la directora con José Luis Rueda respecto al precio». Lledó ha explicado que nunca se pedían certificados de autenticidad porque se pagaban una vez recibidas. En este caso, se trataba del hijo del artista. «No hay un solo correo en diez años que diga que no es obra de Gerardo Rueda», indicó a su propio letrado.
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