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El director del Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVIM), Rafael Company, lo tiene claro: su obra imprescindible de Joaquín Sorolla es '¡Triste herencia!', una monumental pieza de 1899 que forma parte de los fondos de la Fundación Bancaja de Valencia. Es un cuadro que le hace viajar en el tiempo, recordar su niñez, pero también, defiende, reflexionar sobre la sociedad.
«He escogido este cuadro porque está vinculada a un recuerdo. Creo que vi '¡Triste herencia!' nada más fue exhibido por primera vez en la que antes era la Caja de Ahorros de Valencia. Para mí, esa obra era la otra cara de la moneda en la producción artística del valenciano», asegura. «Recuerdo que la Diputación de Valencia había comprado en una casa de subastas 'Pescadoras valencianas'. Por orígenes familiares yo estoy vinculado al distrito marítimo, todos mis abuelos vivieron en el Cabanyal y yo también de pequeño. Así que estaba acostumbrado a un Sorolla que se reproducía por todas partes, donde la luz lo irradiaba todo, con una cierta alegría de vivir... En la que se veía esa Valencia marítima y pletórica donde los niños son felices y cuidados por sus madres, con ese viento que juega con las telas de colores, se observaban los bueyes... En definitiva, todo lo que ha convertido a Sorolla en el gran referente visual de una Valencia determinada», sostiene el director del MuVIM para justificar su elección. «'¡Triste herencia!' tenía buena parte de esa técnica antes señalada pero mostraba un componente tan duro que era la otra parte de la verdad. Hablo de lo otro que nos acompaña en la cotidianidad. Porque no sólo existen las cosas placenteras que nos dan felicidad sino que refleja todos aquellos aspectos que muchas veces elude nuestra mirada», defiende Company.
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En su viaje a través del tiempo para rememorar la primera vez que vio este cuadro, el gestor cultural recuerda cómo después llegó incluso a conocer mejor la producción creativa del maestro de la luz. «Cuando me hice más mayor, supe que Sorolla había tenido una etapa inicial donde, aparte de su estancia en Roma, había sabido captar temas con una incidencia social muy grande», asevera. «Desde entonces, es mi obra preferida. Cuando me planto delante de ella, me quedo casi traspuesto porque me sigue transmitiendo muchísima emoción. Es una obra maestra de la empatía», describe antes de manifestar que no ha dudado nada en elegirla.
RAFAEL COMPANY Es director del Museo Valenciano de la Modernidad y la Ilustración (MuVIM), un espacio dependiente de la Diputación de Valencia ubicado en la calle Quevedo.
Company aporta más datos. «Siendo yo jovencito, cuando se conoció la adquisición de 'Pescadoras valencianas' fue un motivo de orgullo para todos. Fue una alegría poder recuperar para Valencia una obra como aquella. Pero cuando ocurrió lo mismo con '¡Triste herencia!', no utilizaría la expresión 'revelación', pero para mí si me muestra cómo Sorolla había tenido la capacidad de transmitir otras emociones a las que yo no estaba acostumbrado», afirma. Rafael Company aporta otro último dato: «El título del cuadro tiene mucha fuerza. Es muy oportuno», relata.
'¡Triste herencia!' es una de las obras cumbre de Sorolla. «Un día estaba yo trabajando de lleno en uno de mis estudios de la pesca valenciana, cuando descubrí de lejos unos cuantos muchachos desnudos dentro, y a la orilla del mar y vigilándolos la vigorosa figura de un fraile. Parece ser que eran los acogidos del hospital de San Juan de Dios, el más triste desecho de la sociedad: ciegos, locos, tullidos y leprosos. No puedo explicarle a usted cuanto me impresionaron, tanto que no perdí tiempo para obtener un permiso para trabajar sobre el terreno», contó así el propio Sorolla el nacimiento de esta obra, la preferida del director del MuVIM.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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