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Frente a la idea predominante que se viene divulgando para explicar la carestía de sandías y melones: no hay suficiente producción por culpa de ... la sequía en muchas regiones y la falta de agua para regar las plantaciones, la situación en la comarca de l'Horta resulta especialmente paradójica. En esta amplia zona que circunda la ciudad de Valencia y las poblaciones de su área metropolitana no hay escasez de agua en absoluto, las acequias se abastecen con regularidad y sin estrecheces de los embalses del Turia, que tienen aún altos niveles de reservas gracias a las abundantes lluvias de la primavera de 2022 y la ejemplar administración de sus caudales. Sin embargo, en toda la comarca, que décadas atrás fue destacada despensa hortícola para casi toda España, ya no se plantan campos de sandías y melones.
Para juntar datos oficiales bastarían los dedos de las manos al contar lo que aún se plantó este año. Basta recorrer caminos que se adentran entre los campos para comprobar que no hay ni sombra de lo que fueron aquellos veranos de antaño, cuando las primera sandías 'sangre de toro' servían de celebración en la Feria de Julio y a continuación se enviaban a toda España.
En un largo paseo de más de 15 kilómetros a través de varios términos municipales sólo hemos podido ver un único campo de sandías, una pequeña parcela de menos de media hectárea. Ninguna de melones. Seguramente habrá alguna más. En un bar de la zona, unos agricultores comentaban que a un compañero que tiene un campo de melones, quizás el único en todo el término, le estaban robando la cosecha todas las noches, por lo que ha decidido dejar de regarlos y no volver a plantar el año que viene.
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Ésta es la tónica dominante que explica lo que ocurre en l'Horta: los robos de producción, la inseguridad general y sobre todo los bajísimos precios sufridos durante lustros, más que ruinosos, acabaron por desanimar a la gran mayoría de huertanos que hicieron de esta comarca el centro neurálgico de unas cosechas que se prestigiaban por todo el país y hoy están desaparecidas.
Las argumentaciones facilonas que suelen poner las causas de cualquier cosa en el cajón de sastre del cambio climático, aquí no valen. Aquí no falta el agua para regar, y encima es casi gratis. Hasta en el caso de que fallaran las acequias, están los pozos. El nivel freático está muy alto. En Meliana, como en Bétera, Massamagrell y otros pueblos, tienen problemas de filtraciones en sótanos de fincas. En los túneles ferroviarios de Valencia funcionan bombas que achican el agua que aflora. Hace poco fallaron en el túnel de San Isidro y quedó interrumpida la circulación del AVE.
No, en l'Horta el problema no es la falta de agua, sino el aburrimiento por tanto castigo de malos precios, la inviabilidad económica que ha ido obligando a desertar. Y lo peor es que el tejido productivo ya está muy desestructurado; un poco más y no quedará opción de vuelta atrás. La falta de continuidad durante muchos años frena ya la eventualidad de una reacción positiva. Se está perdiendo el saber hacer, la tecnología básica. Hoy en día, si de repente alguien quisiera plantar sandías, igual le costaba encontrar a quien supiera cómo hacerlo, en qué momento exacto, a qué distancia unas plantas de otras, de qué variedad, dónde acudir a por planteles de garantía, cómo se riega, cuándo abonar y con cuánto, a qué se deben esas manchas de las hojas y cómo evitarlas o combatirlas, si es que queda producto autorizado, que ésa es la cuestión de remate.
Tiempo atrás, en cada pueblo huertano había cuatro o cinco almacenes de hortalizas que funcionaban todo el año y preparaban envíos diarios a Madrid, Barcelona, Zaragoza, Burgos, A Coruña... En verano trabajaban sobre todo sandías y melones y la mitad al menos de los campos se dedicaban a ello. Cerraron aquellos almacenes porque fue acabándose la producción, que se trasladó a otras zonas. Sólo pervive uno, de marca prestigiosa, que se abastece muy mayoritariamente de zonas lejanas.
En estos momentos fallan hasta esas otras zonas distantes, sobre todo por la falta de agua, pero también por otras circunstancias: sin duda les afectaron por igual los malos precios y las restricciones ambientales. De modo que la población se queja porque hay pocas sandías y melones y los precios están caros. Pero matamos la maquinaria productora a base de pagar poco. Cojan el ejemplo.
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