Modernización. La tendencia con futuro apunta a plantaciones grandes e intensivas, con recolección mecanizada y riego de apoyo. Abajo, vivero con miles de plantones de olivos en Alcásser. V. LL.

El elevado precio del aceite desata una fiebre de nuevas plantaciones de olivos

Los agricultores temen una nueva burbuja que derive en el hundimiento de la rentabilidad, como ya pasó con granados, caquis o algarrobos

Vicente Lladró

Valencia

Lunes, 24 de junio 2024, 00:17

Los elevados precios del aceite han desatado una fiebre de nuevas plantaciones de olivos que hace temer a muchos agricultores el estallido de una burbuja que a medio plazo se traduzca en el hundimiento de los precios y de la rentabilidad.

Publicidad

La demanda ... de plantones de olivos supera a las disponibilidades, las existencias en viveros están agotadas y la lista de espera para atender pedidos se alarga hasta finales del año próximo. Como ya pasó años atrás con otros cultivos que se pusieron súbitamente de moda, espoleados por la repentina subida de precios de sus cosechas, el olivar experimenta ahora mismo igual situación y, en paralelo con adversos desenlaces anteriores en caquis, granados, algarrobos e incluso almendros y viñas, entre quienes barajan a diario las claves de una actividad con tantas aristas se extienden razonables dudas sobre lo que pueda ocurrir a pocos años vista.

Lo que será bueno para los consumidores, que somos todos, con una notable subida de la oferta, puede ser decepcionante para muchos productores ilusionados, incluidos quienes buscan el autoconsumo con pequeñas parcelas propias, lo que abocaría a otra ciclo vicioso: caídas de precios, nuevos abandonos de cultivos inviables y quizás el retorno a la senda de subidas, o finalmente moderación y estabilidad del mercado.

Los viveros se quedan sin plantones y tienen listas de espera hasta finales del año que viene, incluso para tierras de secano

Si el boom actual es consecuencia directa de los elevados precios, en próximos meses van a ir moderándose y, seguramente, en un par de años descenderán a niveles de ejercicios anteriores. Porque todo depende de las lluvias y de la disponibilidad de agua. El aceite de oliva se encareció porque llevamos dos campañas con producciones muy por debajo del consumo; la pasada, con unas 800.000 toneladas, a menos de dos tercios de las necesidades del mercado, y la anterior, con poco más de 600.000, a menos de la mitad. Sencillamente manda la ley no escrita de la oferta y la demanda.

Publicidad

Pero el tremendo fallo repetido de oferta no se ha debido a que murieran olivos o cualquier otro tipo de causa estructural, sino que ha sido meramente coyuntural: la falta de lluvias. Sin agua suficiente, los árboles no producen lo habitual. Cualquier árbol o planta.

Ahora nos encontramos en una senda de casi seguro aumento de la producción porque ha llovido en abundancia en la mayor parte de España y especialmente en las regiones donde radica el fuerte de la cosecha (Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura... No así en el área mediterránea, donde la sequía seguirá marcando escasez, pero aquí el porcentaje del total es minoritario). La previsión es que la próxima producción supere con creces el millón de toneladas, a la vista de la potente evolución de los procesos de floración y cuajado. De hecho ya se barajan precios bastante inferiores a partir del invierno próximo, cuando llegue esta cosecha; el aceite que usamos ahora todavía es caro porque es fruto de la escasez anterior.

Publicidad

Como la inducción de movimientos suele ir en diferido, ahora se hace patente que la elevación de precios se ha ido traduciendo en un sinfín de proyectos de nueva plantación, hasta tensar a tope la actividad en los viveros, que no pueden improvisar sobre la marcha y también han de ser previsores, porque no sería la primera vez que se lanzaran a su vez a producir mucho más y, pasado el tiempo, se frustrara buena parte de lo que ahora se ve tan animado.

En Viveros Bellver, empresa valenciana especializada en plantones de olivos, se alegran, lógicamente, de tener una alta demanda, pero también recuerdan que pasó algo similar en el año 2000 y después se paró todo. José Bellver preferiría menos sobresaltos. De todas formas su actividad es algo más estable porque se enfoca en buena medida a producir olivos para jardinería. También para agricultores, sobre todo de la Comunitat Valenciana, pero la sequía marca aquí una menor euforia, porque no hay disponibilidad de riego, son mayoritariamente secanos puros y duros, y si no llueve se tiende a plantar mucho menos, o a no plantar.

Publicidad

Un llamativo fenómeno paralelo es el de plantar olivos en pequeñas huertas con agua segura, para el autoconsumo familiar, lo cual se aprecia a lo largo de comarcas costeras valencianas.

Sin embargo el futuro del sector evoluciona cada vez más hacia grandes plantaciones intensivas con criterios empresariales, muy mecanizadas y con riego a goteo que asegure la producción aunque no llueva. Proliferan en las grandes regiones olivareras de España, así como en Portugal y en la mayoría de países de la cuenca mediterránea. Junto a esta pujante realidad pervivirá, naturalmente, el olivar tradicional, donde prevalece la artesanía, el secano, tareas manuales y un sinfín de limitaciones por las dificultades orográficas. Las diferencias de costes y de productividad pueden marcar el ser o no ser. En el olivar moderno intensivo con riego, obtener un litro de aceite cuesta poco más de un euro, mientras que en el olivar tradicional, el que embellece paisajes y tiene tanta relevancia social, se eleva a 3 o 4. Si los precios están altos, como ahora, a 7,8 o 9 euros en origen, hay margen para todo, pero cuando bajen, unos se resentirán y otros, los grandes, seguirán siendo competitivos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad