David Esteve nunca hubiera imaginado que aquella profesión que había visto (y sufrido) durante toda su infancia y adolescencia se iba a convertir en una vocación tardía, aunque fuera una pasión «fruto de la necesidad». Hace siete años que se convirtió en empresario, porque en ... realidad pastelero ya era desde que a los diecisiete dejó segundo de Bachillerato y su padre le dijo que la alternativa era trabajar en el negocio familiar, un horno en el barrio de Patraix. «Y me metí sin mucha convicción, la verdad».
Publicidad
Noticia Relacionada
Ahora David Esteve tiene 37 años, una familia, una pastelería en el corazón de Cánovas, una colección de premios importante y una patente en forma de dulce que se llama la mareta y con el que tiene unas altas expectativas: “me gustaría que se identificara con Valencia como los miguelitos con Albacete”, explica, muy satisfecho porque acaba de ganar otro premio, en este caso por hacer uno de los diez mejores panettone de España, en un concurso que organiza la empresa IRCA Academy. El próximo 7 de noviembre se enfrentará al resto de preseleccionados en una final para decidir cuál es el mejor panettone que se hace en España. “Ya estoy pensando cómo lo voy a hacer”, dice David.
El pastelero dice que su secreto no es otro que dedicarle mucho tiempo, ponerle toneladas de cariño y utilizar los mejores productos. En el caso del panettone que presentó a esta primera selección utilizó boniato autóctono de Albal, el municipio de donde procede, en dos colores, naranja y morado, que confitó a baja temperatura durante horas con moscatel y miel.
“Estuve todo el verano dándole vueltas, hablando con mi padre, con mi tío, con mi mujer, que me apoya muchísimo, con un amigo con el que me voy a cursos y formaciones”. Cogiendo ideas de aquí y de allá para presentar el mejor producto. “No es fácil, en verano, hacer un panettone, con el calor”, dice. Pero él lo da todo, aunque sea, como dice, “por necesidad, porque ahora con el aumento de los costes no nos queda otra opción que darnos a conocer”.
Publicidad
De momento, lleva varios premios organizados por el Gremio de Pasteleros de Valencia y varios galardones nacionales, como el de Casa Chocovic en Barcelona, que ha conseguido con mucho trabajo y horas ganadas al sueño. “No duermo apenas, la verdad”, y explica que en temporada alta, cuando llega la mocaorà en octubre, o los roscones de Reyes en enero, se pone a trabajar a la una de la madrugada. El resto del año, entre las cuatro y las cinco.
Sabe que es una profesión sacrificada, pero convertido en maestro pastelero, ha descubierto que le gusta su profesión más de lo que imaginaba cuando era un adolescente sin ganas de estudiar. Su mayor alegría, que su mujer, sus padres y sus suegros, a quienes considera otros padres, estén orgullosos de él.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.