![Peña Verema Valencia | El éxito de los frikis valencianos del vino](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202107/15/media/cortadas/1439128923-Rr8FVtcYHndPCsMymHSMt2I-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Juan Such todavía recuerda cómo, allá por 1990, un grupo de amigos salidos en su mayoría de la Facultad de Economía a los que les gustaba probar vinos crearon una peña enológica en Valencia llamada La Verema. «Nos reuníamos una vez al mes con unas reglas muy básicas: quién organiza la cata, quién pone las botellas, cómo se pagan», cuenta Juan, presidente de la empresa. El sitio, su casa.
«Sí, puedes llamarlos así, eran unos frikis», ríe Esther Láez, directora general de Verema. Es significativo que sea una mujer quien ocupe el cargo; actualmente ya son mayoría -ajustada, pero mayoría- las mujeres interesadas en el vino, según los datos que maneja esta comunidad virtual. Cuando empezaron era un mundo masculino por goleada.
Es un detalle más de cómo ha cambiado la sociedad en estas dos décadas, y de cómo Verema ha superado todas las modas por las que ha pasado internet, desde los foros iniciales, pasando por los blogs, las redes sociales y las aplicaciones. Y, veinte años después, si alguien quiere comprar el mejor vino para una cena perfecta, la comunidad virtual de Verema sigue siendo una de las opciones más seguras.
Entramos en las oficinas ubicadas en el edificio Arcade, donde unos paneles acristalados y un corto pasillo separan Verema de las que ocupa Rankia, la principal comunidad financiera de habla hispana. Las dos pertenecen a un mismo grupo empresarial, y la diferencia no es tanto la gente que trabaja en uno y otro lado, todos muy jóvenes, sino un ambiente distinto, con banderitas que cuelgan del techo, cajas y cajas en el suelo y botellas de vino inundando las mesas de Verema, sobre todo estos días que andan de preparativos. Esther Láez confiesa que de vez en cuando, del otro lado, del financiero, se dejan caer a por una botellita.
Hay otras diferencias, como el hecho de que este último año ha sido muy duro para la comunidad del vino y muy bueno para quienes se dedican a asesorar cómo invertir los ahorros. Así, no se entiende la supervivencia de Verema sin Rankia, sobre todo porque debido a la pandemia la plantilla ha tenido que reducirse casi a la mitad.
También tiene mucho que ver en el éxito de Verema quien estuvo al frente desde sus inicios, Juan Such, aquel friki del vino. «Si preguntas cómo le definirían aquí, te dirían que es un visionario», explica Esther Láez. «Él supo adelantarse a muchas de las modas tan implantadas a posteriori, como el hecho de que sean los usuarios quienes tienen el protagonismo a la hora de puntuar un vino, o un restaurante, o la importancia de las comunidades virtuales y reales, de aquellas personas que se unen alrededor de una pasión en común».
Arrutzi es uno de ellos. Aunque se llama José Ramón, nadie le conoce por su nombre de pila. Guipuzcoano de nacimiento, afincado en Valencia, es distribuidor de vinos, sumiller, productor, docente, y cree precisamente que el éxito de Verema «somos nosotros, quienes formamos parte de la comunidad y la enriquecemos día a día». Y ahora que hay tantas aplicaciones y sitios web donde ver opiniones y ránkings de restaurantes, Verema ha sabido posicionarse con el vino como leiv motiv. «No desde el embalaje intelectual y sofisticado que suele tener el mundo del vino, sino desde un punto de vista más sencillo, más comunicativo, más sensitivo», cuenta Arrutzi, que defiende los proyectos pequeños, de producción ecológica, donde se cuidan los detalles. Cada vez «nos interesa menos los grandes bodegueros, aquellos que se dedican a 'fabricar' vino y no atienden a las viñas».
La pandemia ha supuesto un fuerte golpe, pero algunas iniciativas que se popularizaron durante el confinamiento habían tenido a Verema como pionera, una vez más. Un ejemplo son las catas virtuales alrededor de un mismo vino, que están en marcha desde hace ya varios años. O recoger en una guía los vinos mejor puntuados por los usuarios, intentando combinar los dos mundos, el virtual y el real.
Hace años, además, que el proyecto nacido en Valencia saltó a otras ciudades, y su futuro pasa por la internacionalización, porque la pandemia ha mostrado un camino muy claro: que ya no hay fronteras. Porque, aunque el vino invite a la presencialidad, a la calidez del contacto entre las personas, el objetivo es seguir encontrando formas de ayudar a disfrutar de una buena copa, sea donde sea.
Verema ya comenzó ayer a celebrar su veinte aniversario con la entrega de premios, donde el reconocimiento al mejor sumiller del año es para Juan Luis García, de Casa Marcial, el restaurante asturiano de Esther y Nacho Manzano. Además, después de un año tan dramático para la hostelería, el galardón al restaurante con el mejor tratamiento del vino se lo lleva el colectivo entero.
Y para saber algo más de vinos, aunque sea una pincelada, el mejor vino blanco de 2020 es el Finca Xieles 2018 de Martín Codax, el rosado Lalomba Rosé 2018, de Lalomba y el mejor tinto es La Rioja Alta Gran Reserva 904 2011. Hay más premios a otros vinos, dulces, generosos, espumosos, a la mejor bodega, al mejor proyecto enoturístico...Porque esto del vino es un mundo.
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