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El Levante ha dicho basta. Club, directiva, cuerpo técnico, futbolistas y por supuesto, la afición. Hartos. Lo sucedido en Leganés fue la gota que ... colmó el vaso. Al mal fario deportivo y médico que acompaña al Levante en los últimos meses, se le suma el factor arbitral que ha terminado de sacar de quicio a todos los implicados. El Levante es, con diferencia, el equipo más perjudicado de toda España, juntando Primera y Segunda División.
No es cuestión de un partido. Son ya varios, fijándose en esta temporada. Porque si uno echa la vista atrás, el mal es todavía mayor. No hace falta recordar aquella mano en el minuto 129 ante el Alavés y las repercusiones económicas que ha tenido. El tema del VAR empieza a enfurecer al personal y la sensación de impotencia es máxima. Y más sabiendo que si alguien en el club eleva la voz y se queja puede ser peor recibiendo una sanción.
Sin ir más lejos, el propio Levante confirmó tras el partido en Butarque que elevará una queja al Comité Técnico de Árbitros (CTA), reclamando el audio del VAR del gol anulado contra el Leganés. Deberá personarse una expedición del club en la sede de la Federación en Madrid para poder escuchar la grabación, ya que el CTA no las envía. Por hacer un repaso, estas son las acciones recientes que enfurecen al club.
En la primera jornada de LaLiga Hypermotion, el VAR revisó una mano de Carbonell, jugador del Amorebieta, que se ayudó de su mano para acomodar un balón que terminó rematando al fondo de las mallas. El gol se validó, ya que a ojos del árbitro, fue una mano involuntaria propia de un rebote en su rodilla tras el despeje de Postigo. Dos puntos que se fueron por el desagüe a las primeras de cambio. En el primer encuentro tras el penalti de Villalibre, el VAR volvía a atacar.
Novena jornada del campeonato. Minuto 58. El Ciutat ruge con el gol de Bouldini, que adelanta al Levante ante el Villarreal B. Pero de pronto, el VAR entra a revisar la acción. Y no de forma rápida precisamente. Más de cinco minutos de revisión, analizando puntos de vista y trazando líneas, para acabar determinado que el gol no era válido por un fuera de juego prácticamente inapreciable. La imagen VAR publicada después mostraba dos líneas, una roja y una azul, ambas superpuestas, una encima de otra. Cuestión de uno o dos milímitros. Tras la larga revisión y con los jugadores fríos, el filial groguet marcó el 0-1. Partido totalmente diferente. Se terminó empatando, pero la sensación es que ese partido se debió haber ganado y que otros dos puntos se fueron por el desgüace. Ya van cuatro.
Decimocuarta jornada. Con el partido empatado 1-1 ante el Mirandés de Lisci, se señaló una falta sobre Brugué que se sancionó con amarilla. Todo parecía normal. Pero de nuevo, el videoarbitraje, entró en acción. Revisión y cartulina cambiada a roja. El Levante se quedaba con uno menos en una jugada que nadie había apreciado y que ni los jugadores rivales habían protestado entendiendo que la amarilla era justa y suficiente. Pese a estar con uno menos, los de Orriols se pusieron por delante, pero en los últimos minutos, defendiendo con diez, el Mirandés empató. Un partido que sin esa expulsión no se hubiese descontrolado. Otra victoria esfumada en un empate. Otros dos puntos por el desagüe. Ya van seis.
Decimoquinta jornada. Butarque. El caso más reciente y quizá más flagrante, al ser por partida doble. Por orden de sucesos, la primera acción polémica llega con el 0-2 anulado al Levante que hubiese cambiado radicalmente el devenir del encuentro. Un gol aparentemente legal por las posiciones del asistente y el goleador se anula por un fuera de juego posicional de un futbolista, Postigo, que no participa en la jugada, porque a ojos del árbitro, molesta al defensa pepinero. Un partido que se tenía controlado y ganado deriva al empate del Leganés, con un penalti dudoso e interpretable por un empujón de Capa. Dos puntos más que se esfumarían, si es que el partido hubiese terminado, al menos, con empate.
Pero no terminó ahí. El Leganés siguió atacando y encontró el tanto de la remontada con Dani Raba. Lo que no vio el VAR y no quiso revisar fue el agarrón evidente del delantero a Capa, complicándole la acción defensiva y comentiendo falta clara. El gol subió al marcador y el punto momentáneo que se estaba sumando por el empate, al desagüe también. En total, tres puntos perdidos en Butarque por el VAR. Y ya van nueve en toda la temporada. El malestar es mayúsculo. Lozano, Dani Gómez, Postigo, Vezo o Capa se pronunciaron en sus redes sociales pidiendo más respeto para el Levante, que de haber sumado esos nueve puntos, sería líder de Segunda División ahora mismo. De ahí el cabreo.
En el apartado de observaciones del acta arbitral de Milla Alvendiz del Leganés-Levante aparecieron nombres reconocibles más allá de los futbolistas y el cuerpo técnico granota. Según el escrito, el consejero delegado del Levante, José Danvila, se dirigió al colegiado una vez finalizado el partido, de manera reiterada y a viva voz, con la frase «es una vergüenza».
Igualmente, y en las mismas dependencias, el director deportivo, Felipe Miñambres, le dijo al árbitro: «Hoy has decidido que gane el Leganés». También aparece reflejado Luis Miguel Loro, analista deportivo del Levante, que, según el acta, le dijo al árbitro: «Es una vergüenza el gol que nos has anulado». El enfado de los dirigentes del Levante fue mayúsculo.
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