![El síndic Manolo Mata abandona la tribuna de Les Corts.](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202205/14/media/cortadas/MATA_2-RKZ2FCIIsptlj58A4rn9LTL-624x385@Las%20Provincias.jpg)
![El síndic Manolo Mata abandona la tribuna de Les Corts.](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202205/14/media/cortadas/MATA_2-RKZ2FCIIsptlj58A4rn9LTL-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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Un lapso de 15 días es un tiempo desproporcionado para abrir y cerrar una crisis, un modelo que desaconsejan todos los manuales, si es que existen ejemplares de cómo lidiar con los cambios de Gobierno. Demasiado tiempo para permitir la aparición de imprevistos –como ... la salida de Marzà– o alentar debates que parecen dañinos para el Ejecutivo como esa frase que ya comparten algunos responsables socialistas de que el Consell parece un barco a la deriva. Si no hubiera pasado tanto tiempo desde la salida de Isabel Bonig incluso convendría recordar aquel chascarrillo suyo de referirse al Botànic como el Titanic.
Por este motivo, el presidente, consciente de que ese intervalo traslada una sensación de debilidad, terció este sábado durante la rueda de prensa en el Palau. «No han sido 15 días sino una semana. Mi intención de cambiar el Consell fue después del último pleno». El mensaje de Puig, sin embargo, no termina de encajar fielmente con la realidad. El detonante, quizá inesperado, de este pequeño terremoto fue la decisión de Manolo Mata. El síndic comunicó su decisión de apostar por la abogacía –seguir con la defensa del cabecilla de Azud– en detrimento de su portavocía del Grupo Parlamentario.
Y a partir de entonces comenzaría la deliberación. Evidentemente Puig debió conocer la decisión de Mata antes que los periodistas, el pasado sábado día 30 cuando se celebró el día de Les Corts. La búsqueda de un portavoz con garantías le llevó, por deseo o necesidad, a pensar en Barceló. Quizá fue la voluntad de liberarla ya de la cartera de Sanidad, con el desgaste personal que han supuesto dos años de trabajo con la gestión de la pandemia. O puede que la necesidad de una portavoz con experiencia
–ella ya asumió esta responsabilidad– para lidiar con un intenso año de final de legislatura. Se espera una ofensiva popular contra la corrupción con la vertiente socialista del caso Azud y la gestión de la denuncia al exmarido de Oltra, que amenaza con la imputación de la vicepresidenta.
El retraso en la toma de decisiones ha sido el abono perfecto para la rumorología. No han dejado de aparecer y desaparecer nombres a la misma velocidad, un proceso habitual en estas operaciones de 'restiling' de los gobiernos. A lo que hay que sumar el despropósito de convocar dos veces un Pleno del Consell ya en retirada por un error administrativo. Pero también se ha propagado la idea de que la demora se debe a la falta de 'primeros espadas', referentes dispuestos a incorporarse a un proyecto de un año. El resultado confirmaría esta tesis porque el presidente ha recurrido al segundo escalón para llenar los huecos del PSPV. Ninguna sorpresa por la relevancia de los nombramientos.
El presidente, de nuevo, en la rueda de prensa quiso restar provisionalidad a los cambios, es decir, mostrar su confianza de que no hablamos de un periodo de un año –en política apenas da para ocupar el despacho y ver cómo está el patio– sino de «una década de oportunidades». Puig, al parecer, da por hecha no sólo la renovación de este proyecto sino incluso otros dos Botánicos más. Las encuestas de momento ofrecen un escenario de menor confianza para los bloques de la derecha y la izquierda, ya que muestran un empate técnico. De ahí quizá la necesidad de este «impulso» que proclama el presidente.
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