Ruth Merino, consellera de Hacienda: el dinero y la palabra

Merino se plantó en septiembre del año pasado sin gana alguna de defender las posiciones de Ciudadanos. No quería poner la cara por un partido que, sentía, no apostaba por ella ni contaba con ella para nada. Así pues, con esa luz roja encendida, comenzó a ser tanteada por el PP. Este pasado mes de enero, esta licenciada en Economía por la Universitat de València, dijo adiós a la sindicatura de Cs en Les Corts y pidió su reincorporación como técnico de Hacienda del Estado. Cantó la captó para la lista autonómica de 2019 y la situó como su mano derecha. Cuando Ribera dijo adiós y Cantó precipitó su salida del partido, Merino asumió la portavocía.

Nacida en Castellón en 1970, vive en Valencia, contaba con el aprecio de buena parte de los trabajadores del grupo parlamentario naranja por ser una jefa de pocos gritos. Lo pasó mal durante los meses previos a su adiós a Ciudadanos. En los pasillos de Les Corts se apreciaba su gesto tenso, en ocasiones triste y habitualmente descontento por la situación. Saltó. Dejó el acta de Ciudadanos en Les Corts y se fue. Pero por poco tiempo.

Un mes después fue presentada en la sede del PPCV en Valencia como un nuevo fichaje de Mazón para su equipo económico. Capeó el temporal como pudo ante las preguntas por ese trasvase. Se dejó ver en los mítines más importantes del PP. Asumió el cambio, si bien aseguró que no se iba a afiliar a las filas populares. Pero ahí estaba.

No parecía que quería conformarse con calentar un escaño en Les Corts en agradecimiento por su paso del naranja al azul. Su apuesta por Mazón ha sido correspondida por Mazón, que la nombra consellera de Hacienda. Quería gestionar, y como dijo Oscar Wilde: «Ten cuidado con lo que deseas porque se puede convertir en realidad». Va a ser la responsable del dinero y la palabra del Consell.

Si el próximo domingo se mantiene la izquierda al frente del Gobierno central, su protagonismo será muy político y relativamente sencillo, actuar como ariete del Consell frente a Madrid. Si gana Feijóo deberá gestionar unas arcas completamente resecas e intentar reivindicar la posición del Consell frente a un Gobierno de su mismo signo político. Un reto mayúsculo.