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Francis nació en Valencia en 1950 en la calle Caballeros, en una finca familiar donde estaba la tienda de persianas y vivían sus abuelos y tíos. «En la tercera planta vivía mi madre y la yaya en el primero, que era el único que tenía tele; la escalera siempre estaba abierta, era un barrio en el que todos nos conocíamos».
Sin embargo, sus recuerdos más vivos son de la Calle Ruzafa. «Allí tenía mi madre la tienda Batallón. Por las mañanas estaba en la tienda de persianas y por las tardes me dejaba en Ruzafa. Y ¿qué hace un niño en la tienda? Pues molestar. Al principio no hacía más que preguntar: mamá, ¿cuándo nos vamos? A papá no lo llamaba, porque no estaba nunca, sólo iba a la hora de cerrar. Mi madre, como era muy lista, me dijo un día: anda, coge las cartulinas y las pinturas. Y desde entonces estaba tan entretenido que mi madre tenía que insistir para irnos».
Su madre, Remedios, tuvo un papel determinante en la vida del diseñador, tanto que incluso utilizó su apellido desplazando al Gil paterno. «Era muy moderna, la primera mujer que conducía en valencia».
Francis jugaba y tenía sus amigos en Ruzafa. «Pepe Luna, que tenía la finca allí, Paco Peris y todos los amigos del colegio del Pilar que bajaban en esa parada de autobús». Montesinos no terminó el bachillerato en el Pilar. «Me expulsaron. El chico está muy 'enjuasat' -dijeron-, llévenlo interno a Onteniente a La Concepción. En ese cole no aguanté mucho; le dije a mi madre que yo no quería estudiar, quería dibujar, así que acabé la reválida y me fui a Artes y Oficios».
El álbum de la infancia de...
Begoña Clerigués
Elena Meléndez
Elena Meléndez
A coser aprendió a regañadientes, con la señora Concha, «directora del taller de la Canuto en la calle la Paz, una de las grandes modistas los años 40. A mí me gustaba diseñar, pero ella siempre decía: no és el mateix dibuixar que fer-ho. Fue la que me enseñó a coser, por eso todo mi vocabulario de costura lo tengo en valenciano: la vora, l'agulla…»
Con 16 años diseñó su primera chaqueta y sus amigos empezaron a encargarle ropa. «Mi madre me dejó un cuartito en la tienda de Caballeros para empezar a trabajar». El resto ya forma parte de la historia de la moda valenciana.
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