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Álvaro Rico no quiere que lo reconozcan sólo por ser un rostro bonito, sino por sus dotes interpretativas, que pone a prueba en el teatro.

Álvaro Rico: «Mi madre me ha seguido regañando igual que antes de Élite»

El joven actor ha salido de la cantera de nuevos rostros que ha supuesto la serie de Netflix. Después han llegado otros proyectos,

Martes, 1 de febrero 2022, 01:28

Álvaro Rico sólo tenía doce años cuando decidió que lo suyo era el teatro, así que cuando le preguntan por qué se sube a un escenario después del éxito mundial de Élite se sorprende. «Sí, me dicen que con lo bien que me va qué necesidad de meterme en este jardín», ríe el toledano, nacido en un pequeño municipio llamado La Puebla de Montalbán, y que todavía hoy es una de sus tomas a tierra para permitirse volver a ser un chico de pueblo. «Nos hicimos famosos con veinte años y cada uno lo ha gestionado como ha podido». Recuerda Álvaro Rico la serie que les lanzó de cabeza al éxito a nivel mundial, ambientada en un instituto privado, y donde interpreta a Polo, un personaje que enganchó, y de qué forma, a la audiencia.

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Reconoce que con Polo hay un antes y un después en su vida. Que se acabó eso de ponerse a bailar en mitad de una discoteca, o de pasar desapercibido cuando sale de casa. «El otro día leía una frase que creo que tiene que ver: el mundo no ha cambiado para mí pero yo he cambiado para el mundo», explica, en una conversación por teléfono aprovechando que ayer visitó La Rambleta con Dribbling. Es una obra en la que interpreta a un futbolista de éxito, y donde junto al valenciano Nacho Fresneda se exploran temas como la fama, las compañías, el entorno. En definitiva, la gestión del éxito cuando se es joven. «Para mí este papel ha sido una especie de catarsis», explica.

¿Por qué es noticia?

Álvaro Rico estuvo en Valencia con la obra ‘Dribbling’, protagonizada junto al valenciano Nacho Fresneda en La Rambleta. En el escenario interpreta a un joven futbolista con mucho éxito al que las cosas empiezan a irle terriblemente mal después de ser acusado de una agresión sexual.

Si la fama se mide para los jóvenes en seguidores en Instagram, Álvaro tiene más de seis millones que le siguen con cada foto y cada ‘storie’, que le mandan mensajes sin parar y le siguen en cada una de sus trabajos cinematográficos y televisivos. Después de Élite, donde había aterrizado después de papeles menores en Centro Médico y Velvet Collection, llegó El Cid, también Alba y ahora vuelve con Sagrada Familia, una serie de Netflix dirigida por Manolo Caro (La Casa de las Flores). Reconoce que el teléfono no para de sonar, y que lo único que le queda es disfrutar del momento, porque saber perfectamente que lo de ser actor es una profesión inestable. No sólo eso. «Pensar que cualquier cosa que haga va a tener un éxito mundial como Élite es irreal», explica.

Álvaro Rico tiene veinticinco años, pero demuestra una madurez muy alejada de los estereotipos de joven actor con éxito, que hace solo cuatro años no lo conocía nadie, que unos meses después dejó el anonimato para siempre. Por eso agradece mucho el apoyo que le da su familia y sus amigos de siempre. «En casa no hablamos del éxito ni de cosas así, sino de quién baja a por el pan», explica el joven, instalado en Madrid, que vuelve a La Puebla de Montalbán para comerse un arroz con liebre y a ver a sus amigos de siempre. «Y nos hacemos las mismas bromas de siempre», ríe. Cree que el secreto además es rodearse de buena gente alrededor que le aconsejen bien. «No soy el más humilde, está claro, pero si el que más he disfrutado de lo que estoy viviendo».

El joven toledano está agradecido por todo lo que está pasando, de poder trabajar en una profesión que actualmente tiene un paro que supera el 90%, por eso su interés en disfrutarlo y en no desaprovechar nada que le apetezca hacer de verdad, como el teatro. «Para mí subir al escenario es como un reto, un subidón de adrenalina que no lo consigo de ninguna otra forma». Por eso, interpretar una obra a dos manos con un veterano como Nacho Fresneda ha sido tan estimulante para él.

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Con el tiempo se vuelto algo más hermético con su vida privada, con esa necesidad de protegerse, de no exponerse más de lo necesario. Con Élite llegó no solo el éxito, también una relación con una de las actrices con quien compartió las aulas del instituto Las Encinas, Ester Expósito. Su relación duró sólo unos meses, pero mantienen una buena amistad. En alguna ocasión ha declarado también que de Élite se llevó muy buenos amigos, como Itzan Escamilla (Samuel en la serie), y con quien viajó a Cuba al acabar Élite, o Miguel Bernardeau (Guzmán), a quien ha definido en alguna ocasión como un hermano mayor.

Lo que quizás poca gente sabe de Álvaro es que le encanta el flamenco, que es fácil verle por algún tablao y que estuvo en una compañía de jotas cuando tenía doce años, porque siempre le gustó la música, una formación que ha ido en paralelo a su carrera como actor. Y si tiene que dar algún consejo para seguir viviendo con los pies en la tierra es reírse de todo lo que está pasando, tomarlo con buen humor y no estar todo el día pensando: «guau, qué pasada». «Y mi madre ha seguido regañando igual», cuenta, recordando cuando era un crío trasto que hablaba con todos, que no podía estar un momento quieto y llevaba de cabeza a los profesores.

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