Amparo Solé es un referente en Neumología. Jesús Signes

¿Quién es Amparo Solé?

Vive los dramas de sus pacientes como propios y se los lleva a casa. «Creo que esta profesión me ha ayudado a ser mejor persona», explica la presidenta de la Sociedad de Trasplantes de la Comunitat, que confiesa que desde que era una niña siempre se puso del lado del más débil

Domingo, 15 de marzo 2020, 01:43

Los enormes ojos de Amparo Solé hablan sin que ella se dé cuenta. Le brillan mientras habla de su profesión, una vocación temprana que le ha dado muchas alegrías y algunas tristezas. Se le llenan de lágrimas cuando cuenta que se ha tenido que despedir de algún paciente al que ya no podía ayudar más. Y ríen al hablar de una infancia feliz en Almàssera y de una hija que la sigue con paso firme. Amparo Solé se ha convertido en un referente internacional en su especialidad, con artículos, premios y reconocimientos que todavía hoy, tras décadas de entrega, recibe con incredulidad.

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-¿Tenía claro que quería ser médico?

-Desde que tuve uso de razón quise ser médico; yo siempre era la que me ponía en el papel para curar, me parecía apasionante, incluso decía que quería ganar el premio Nobel. Y eso que no tenía ningún referente en mi familia.

-¿Y por qué Neumología?

-Lo de la especialidad fue por accidente, pero vamos, el mejor accidente de mi vida. Yo quería Cardiología, pero la cogieron delante de mí, así que como mi idea siempre fue elegir una especialidad que se auscultara me decidí por Neumología.

«De pequeña decía que iba a ganar el premio Nobel»

-¿Cuánto hay de curiosidad en su día a día?

-Mi pasión es mi trabajo, y esa curiosidad la aplico aquí. Tengo una amiga que me conoce muy bien y que me dice: «en tu epitafio pondremos: 'pero hay algo más, ¿verdad?'. Porque estás siempre buscando». El problema es que esa forma de ser hace que muchas veces me olvide de mí misma.

-¿Cuánto hay de autoexigencia?

-Me autoexijo mucho, aunque con el tiempo me perdono más los errores. Aún así duelen; si no sale todo perfecto me echo la culpa. Y me analizo en todos los actos de mi vida, incluido en las relaciones personales. El problema es que a veces lo proyectas en los demás y eso no es bueno.

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-¿Llega a casa y sigue?

-Trabajo de doce a trece horas diarias, y lo hago porque tengo el pleno convencimiento de que puedo ayudar a la gente, y porque quiero que lo que yo sé quede para los demás.

-¿Hay un punto de generosidad?

-Me sale natural, porque yo no lo hago por figurar en un papel, sino porque creo que si tienes la capacidad y la suerte de haber conseguido lo que yo he conseguido debes compartirlo. Mi madre siempre me educó en la parábola de los talentos, en que si te han dado cinco tienes que devolver al mundo diez.

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-¿Ha educado a su hija en ese mismo espíritu?

-Sí, y yo creo que lo he logrado, porque en ella hay un gran espíritu de generosidad, de sacrificio y de ayuda. Le he explicado a ella, que también es médico, que cuando alguien se te pone al otro lado de la mesa está en inferioridad de condiciones, y tienes que ayudarle.

Un sueño por cumplir

  • Viviendo día a día. No hay sueño que le quede por cumplir, más allá de los que va alcanzando día a día. «Lo curioso es que las cosas me llegan. Y todavía me emociono cuando piensan en mí para algún proyecto. Yo, la hija de Vicentico de Almàssera, no me lo acabo de creer», explica Amparo Solé, que ha dedicado su vida a aprender de los que más sabían con becas y estancias en países como Inglaterra, Australia, Estados Unidos o Canadá.

-¿Cuánto de empatía hay en la relación con los pacientes?

-Para mí hay que tratarlos como lo que son, personas, de la forma más exquisita posible. Porque llegan asustados, como al último escalón. De hecho, mi marido me dice que «si me tuviera que tratar un médico me gustaría que fuera como tú». Dicho esto, hay muchísima gente que vive la profesión como yo.

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-Es duro a veces.

-Me consume bastante porque los dramas que se viven, los casos más duros, me los llevo a casa. Tiene su lado positivo, porque he aprendido a minimizar las cosas; si a lo mejor por la mañana me he ido enfadada por una tontería pienso: «es que soy una afortunada». Creo que me ha ayudado a ser mejor persona.

-¿Se lo agradecen?

-Sí. A ver, no quiere decir que a todo el mundo le guste como soy, yo lo que siempre voy a intentar es que la gente esté tranquila en mis manos. No busco agradar a nadie, solo que creo que siempre, desde que era pequeña, he ido con el más débil.

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