MARÍA JOSÉ CARCHANO
Domingo, 19 de enero 2020, 00:14
Con su coleta y su flequillo y una sonrisa siempre preparada mientras camina por los pasillos del hospital, Clara Bonanad podría pasar por una residente que empieza, vestida con la bata de médico y el endodoscopio al cuello. Nada más lejos de la realidad. Esta cardióloga, todavía lejos de los cuarenta, se ha convertido en la presidenta de la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología por méritos propios: combina su día a día en el hospital con la investigación y su labor de docente en la facultad. La entrevista tiene lugar en un despacho compartido del Hospital Clínico un día antes de Nochebuena, aprovechando un pequeño paréntesis en su trabajo: quiere dar tantas altas como pueda para que los pacientes se puedan ir a casa. «Me he hecho una foto con una mujer de 95 años, que se iba toda arreglada y maquillada».
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–¿Por qué se convirtió en médico?
–Yo en realidad quería estudiar periodismo o telecomunicaciones; es más, me sentía más de letras que de ciencias, pero mi abuelo, que era como mi padre, tenía una cardiopatía de la que finalmente falleció. Recuerdo que ingresó varias veces en el hospital de Sagunto y yo iba a verle; me encantaba el contacto con los médicos, trabajaba allí una cardióloga joven y aquel ambiente tuvo mucha influencia en mí, y decidí estudiar Medicina. Por otro lado, la doctora María José Forner se convirtió en mi mentora en todo, porque a mí me gustaba también la medicina clínica, pero ella me recomendó cardiología, decía que iba muy bien con mi carácter.
–¿Cuál fue el camino hasta llegar a ocupar un cargo en una sociedad científica?
–Ya de estudiante me gustaba mucho la investigación, y en sexto me quedaba en las guardias. El doctor Juan Sanchis me propuso que hiciera la tesis sobre síndromes geriátricos en pacientes con infarto. Cuando la leí en 2016 al presidente de la sección entonces, Albert Ariza, le gustó mucho y me propuso organizar la reunión de la sección en Valencia. Recuerdo que fue el día antes del parto de mi primer hijo, pero dije que sí. Cuando me dijo que podría ocupar el cargo estaba embarazada de mi segunda hija.
Disfrutar del momento Clara Bonanad cree que está en su mejor momento: «No aspiro a más, estoy en el sitio que quiero, haciendo lo que me gusta, en el hospital, en la universidad... Tengo unos jefes que me apoyan y me animan, así que simplemente me queda disfrutar de lo que tengo». La cardióloga explica, no obstante, que lo que venga, perfecto, pero no se plantea el futuro. «Voy día a día, no hubiera imaginado siquiera aspirar a lo que he conseguido».
–¿Cómo llega a todo?
–Hay que trabajar, tener un equipo detrás y saber liderar, porque es importante que todo el mundo esté contento, y conocer los puntos fuertes de cada uno para potenciarlos.
–¿Le ha costado más por ser mujer?
–Creo que no y estoy contenta. Es verdad que cuando entré aquí la mayoría de los adjuntos eran hombres, pero yo me he sentido siempre bastante valorada a pesar de ser joven y mujer. Quizás ha habido reticencias con algún paciente más mayor, pero ha sido anecdótico. Me gusta mucho la cardiología, me gusta mucho la medicina, me gusta mucho trabajar y las cosas han ido rodadas.
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–¿Ha notado el prestigio que le da ser médico y, además,
cardióloga?
–Yo el prestigio lo veo de otra manera. Y le pongo un ejemplo. El otro día estuvimos con unos amigos, padres de una niña de la guardería, y uno de ellos hizo un teatro muy bonito para los pequeños. Fue un momento precioso, y esta persona no tiene un trabajo prestigioso, pero para mí lo que hizo tiene mucho más valor que cualquier profesión. O dentro de la medicina. Estuve con una compañera que es médico de familia en un centro de salud desde hace nueve años, lidiando cada día con cuarenta y cinco o cincuenta pacientes. Me parece mucho más meritorio que lo que hago yo, que tengo todos los especialistas a mano para consultarles. Además, no pensar en que un cardiólogo es mejor que otro profesional facilita mucho las relaciones entre compañeros.
–Además del trabajo y los conocimientos, ¿qué cree que debe de tener un médico en su relación con los pacientes?
–Humanidad. Si a la medicina le das ese toque humano, auténtico, de verdad, si los pacientes confían en su médico, si notan esa cercanía, que empatizas con ellos, que les entiendes, todo es mucho más fácil.
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–¿Ha renunciado a algo con todo lo que tiene?
–He renunciado a viajar, pero también por circunstancias personales, porque mis hijos son pequeños y mi marido también es cardiólogo en el hospital. Supongo que todo tiene su momento, haces una balanza e intentas equilibrarlo.
–¿Le gustaría que sus hijos fueran médicos en el futuro?
–Yo quiero que sean felices, y que decidan la profesión que a ellos más les guste, como lo hice yo; no había ningún médico en mi familia.
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