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MARÍA JOSÉ CARCHANO
Domingo, 16 de febrero 2020, 00:31
Cuarenta y tres mil músicos, sesenta mil alumnos, cuatro mil profesores. Las cifras que manejan en la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana es mareante; quizás por este motivo a Daniela González, presidenta de la entidad desde mayo, todavía se le note en la voz una mezcla de ilusión, responsabilidad y también nerviosismo. Porque si hay algo que une a los valencianos, mucho más que las Fallas o cualquier otra fiesta tradicional, es la música, que a través de las bandas vertebran el territorio de norte a sur. Y Daniela, a la que el amor por la música le rebosa por los cuatro costados, está orgullosa del papel que le ha tocado un poco por casualidad, después de la dimisión del anterior presidente, Pedro Rodríguez. Ahora está orgullosa de haberse convertido en la primera mujer en ocupar la presidencia, aunque el tiempo se le escape de entre los dedos.
-¿Cuál es su primer contacto con la música?
-Yo soy de un pueblo pequeño de Castellón que se llama Xilxes, y cuando yo era pequeña la banda del pueblo desapareció. Mi tío Vicente y otras personas que habían sido músicos anteriormente quisieron reconstruir la sociedad y buscando socios vinieron a mi casa, para ver si mis padres podían echar una mano. Y lo típico, que se apunte la 'xiqueta', que estaba por allí. Yo me ilusioné muchísimo, tenía entonces seis años. Me acuerdo que mi padre lo único que me dijo es que si me apuntaba que no me lo dejara enseguida. Pues mire, aquí sigo (ríe). Y he hecho de todo en la sociedad de la que formo parte.
-¿Hasta qué punto la música forma parte de su vida?
-Para mí la música es tanto que no concibo la vida sin ella. De los cuarenta miembros de la banda doce somos familia, los viernes vamos al ensayo y cenamos juntos, y eso es algo inamovible. Pienso además en los valores que nos inculca, que yo soy la persona que soy gracias a la sociedad y a las personas que la integran. Para mí es ese lugar seguro en el que cuando he estado mal me han arropado; si tuviera que dibujarla sería una paloma grande acogiendo a sus pollitos.
-Pero usted lo tiene como un hobby; también su labor en la federación.
-Nunca mejor dicho, esto es amor al arte. Reconozco que desde mayo no voy tan frecuentemente a la banda, tampoco al cine, ni siquiera veo a mis amigas tanto como me gustaría. También le digo que siempre busco un día para mí porque es necesario. Pero el tiempo no me llega; desde mayo mis días tienen más de veinticuatro horas.
-¿Qué le movió para entrar en la federación?
-Como músico siempre he visto a esta entidad muy lejana, como esa gente de Valencia que no tiene nada que ver con el músico, y por ese motivo este es uno de mis grandes objetivos, acercar la federación. Y fue esa mi principal motivación, pensé: «voy a meterme, a ver si puedo hacer algo».
-¿Qué le pasó por la cabeza cuando fue elegida?
-Fue un tornado de sensaciones. Primero, mucha alegría y satisfacción, segundo, un gran respeto por lo que acababa de pasar. Es una doble responsabilidad porque he sido la primera mujer en llegar a la presidencia.
La felicidad de un hijo Como buena madre, Daniela González no duda en que si tiene algún sueño, ese pasa por la felicidad de su hijo. «Lo tengo claro, quiero que él sea feliz, que se desarrolle bien», dice esta mujer, que cuando ve que algo no le gusta lucha por cambiarlo. Precisamente en la federación tiene un sueño especial, que se acerque a cada una de las sociedades que existen en la Comunitat, porque «la unión hace la fuerza».
-¿Hay que tener alma de líder para estar al frente de una federación tan numerosa?
-Yo creo que las principales cualidades que hay que tener es, primero, respeto al colectivo. Además, nuestra junta directiva es muy numerosa, formamos un equipo muy grande y es necesaria una capacidad de gestión para poder ayudar a que todos los proyectos salgan adelante. Tenemos, por otro lado, un montón de actividades que hay que ir organizando. No paramos.
-¿Tiene hijos que quieran dedicarse a la música?
-Tengo un hijo de nueve años que, por supuesto, no va a ser músico. Quizás porque viene conmigo a todos los conciertos, reuniones y actos... y creo que ha acabado tan harto que no quiere saber nada.
-Quizás haya algún día un camino de idea y vuelta.
-A los dos años, que empezó el cole, lo apuntamos a un jardín musical, incluso el año pasado cogió un instrumento, el saxo. Pero lo dejó, no quería seguir. Ahí lo tengo guardadito, por si algún día vuelve a practicar. Por supuesto, siempre tendrá las puertas abiertas, pero tengo que reconocer, y me ha costado, que la música es mi hobby, no el suyo.
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