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Las bodas están alcanzando un nivel de sofisticación y elegancia difíciles de superar. Las últimas que se han celebrado en Valencia destilan clase, nada que ver con las horteradas americanas. Las novias están ideales, femeninas, con vestidos que les dejan bailar y que seguirán ... siendo bonitos sus nietos vean las fotos. Las invitadas lucen tocados y pamelas espectaculares. La decoración de las mesas no puede ser más bonita, ni las flores, ni las masías donde se celebran, tan señoriales. Si antes te daba pereza recibir una invitación de boda, ahora es un regalo.
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La boda de Irene Rubio y Federico García Estrela se casaron en Denia. La novia estaba preciosa, vestida de Amparo Chordá, como su madre Mayre Girona, de azul, y la madre del novio, con un vestido rojo de Amparo Chordá estilizado y clásico.
«Durante la ceremonia cantaron dos coros por una parte el coro de Sant Yago y, por otra, cantaron nuestros amigos de Hakuna. El sacerdote era muy joven, amigo de mi marido, y sus palabras hicieron que la ceremonia fuera preciosa y muy emotiva», cuenta Irene.
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La celebración fue en La Fredad, una finca del siglo XIX con su espléndido torreón central, su fachada teja y las contraventanas en verde bosque, ¡qué bonita!. La comida la sirvió El Alto en el jardín mediterráneo, donde se combinan pinos de copa alta y árboles centenarios. Lo embelleció todavía más Conchita Cañamás, con esa mano que tiene para los centros de flores.
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«En la mesa presidencial estuvimos con padres y hermanos y fue muy divertido. Me llevo al altar mi sobrino Jaime de Muller Rubio. Bailamos el Vals de las Flores y a la gente le gustó mucho el baile porque no se esperaban un vals clásico. La verdad es que intentamos que toda la ceremonia mantuviera un estilo clásico y sencillo.»
Entre los invitados, Mayrén Beneyto, muy amiga de Mayre Girona, vestida de Marta de Diego con sombrero de Nandahats y cartera de Prada; el empresario Mario Mariner y su mujer Mari Carmen Tamarit, Consuelo Puigcerver, Enrique Moreno, Asunta Manent, Elisa Antolí Candela, Marilis Baybona, Amparo de Rojas, Mª del Carmen Tamarit y entre las jóvenes Paola Amatud, Irene Guerra, Silvia Lafuente, Bego Navarro, Bea Gresa, Marta Cámara, Isa Manglano, Paula Beneyto, Carmen Miravet, Blanca Pérez y Mar Sanchez.
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La boda de Ana García Reyes y Cesc Masot también fue un compendio de elegancia y saber estar. Se casaron en la Iglesia de Dominicos, la misma donde lo hicieron los padres de Ana, y ofició la misa un tío abuelo del novio con quien está muy unido. El padre de la novia, Antonio García-Reyes, le cantó en misa con el coro de Ivan Albert al que pertenece, lo que fue muy emotivo porque hizo dos solos para su hija. «La madrina de la boda fue la hermana de Cesc y los niños de arras los hijos de esta y de una de mis mejores amigas».
La novia llevó un vestido de Toussette de Sophie et Voila con mangas y sobrecola en crepe de organza de seda y pendientes antiguos. «En cuanto conocí a José Puerta supe que tenía que ser de él, que ya ayudó a mi hermana en la elección del vestido de novia». Los zapatos eran los Rockstud de Valentino, «son mis zapatos favoritos, me los compré para la boda de mi hermana y así era el algo usado; lo azul fue una media de la Virgen del Pilar que llevaba el ramo, en recuerdo de la madre de Cesc que falleció el año pasado».
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La novia llevó dos anillos, uno el de pedida que perteneció a la madre de Cesc y que él modificó en la joyería de unos amigos en Zaragoza, y otro que se auto regaló ella en Navidades. «Uno simboliza el compromiso con Cesc y el otro conmigo misma». El maquillaje fue de Ana Rubio, muy natural, y el peinado de Bigudies, su peluquería de siempre. El novio iba vestido de La Trajería, como los padres de los novios. «La corbata que llevó Cesc es de Silbon, se la compró en una de las despedidas de soltero que organizaron en Córdoba, ¡nos han organizado cuatro despedidas a cada uno, una locura!». Los gemelos del novio se lo regalaron sus padrinos, una tradición catalana que incluye que le lleven el ramo de la novia y le lean un verso.
La madre de la novia, Ana Parra, iba con un vestido a medida de Love Vega, bolso de Loewe y unos zapatos espectaculares de Valentino. «Mi madre nos ha ayudado muchísimo con la boda, ha sido mi wedding planner». Su hermana Marta llevó un vestido rojo con plumas de Victoria y zapatos dorados de Bimani.
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La celebración fue en la Masía de San Antonio de Poyo, la cena en los jardines y el aperitivo en el Pozo. «Fuimos a visitarla y Cesc se enamoró», cuenta la novia. De la decoración floral se ocupó el Atelier de la Flor y de la decoración en la Iglesia La Guinda de tu fiesta.
Tras el cóctel y la comida, con un jamonero extremeño y las famosas torrijas de Catering cinco, hubo baile, saxo en directo y un DJ que les hizo bailar a todos hasta las mil.
Hace unos días también se casó la hija de Fernando Giner, Celia, con su novia Inés Pla. Fue una boda preciosa, en El Palmar, en una de esas barracas de la Albufera. La pareja, vestida por Estudio Savage, llegó a la ceremonia con la canción de mecano, Mujer contra mujer, y la comida la sirvió Ricard Camarena. «Lloramos todos -cuenta su padre Fernando Giner, que ofició la ceremonia- y acabamos en la discoteca Cala como buenos valencianos».
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