Enrique Gastaldi y su mujer, Pepa Llorens, en el porche de su casa. Ana Abajas

Enrique Gastaldi y Pepa Llorens: «El secreto para seguir juntos es ser muy buenos amigos»

Hablan de respeto y admiración mutua desde aquel COU en que se conocieron en Jesuitas. Ahora trabajan juntos y comparten aficiones, como el golf, andar y viajar, aunque para algunas habrá que esperar. «Hay que adaptarse a lo que viene y ser agradecidos», dicen

Miércoles, 5 de agosto 2020, 00:02

Decía Enrique Gastaldi hace unos años que cuando jugaba el Valencia contra el Villarreal podía hacer una alineación con todos los jugadores que había operado. Esta frase resume quién es este médico traumatólogo, uno de los más reputados en su especialidad y que ha decidido ponerle a la vida una gran dosis de humor, mucha ilusión y un punto de aceptación ante las cosas que van ocurriendo. «Mi abuela, que era una persona muy inteligente, ya me decía: 'no te empecines, cuando se cierra una puerta se abre una ventana'». Enrique y su mujer, Pepa Llorens, pasan el verano en su casa de una urbanización junto a la Sierra Calderona, que tras el confinamiento, y con todo lo que ha llovido, está preciosa. Y si ahora no se puede viajar, una de sus pasiones compartidas, pues salen a caminar, siempre con un ojo puesto en su nuevo proyecto, abrir en la Casa de la Salud, en el que también caminan juntos.

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-¿Cómo han pasado el confinamiento?

-Enrique. Para mí ha sido una experiencia positiva porque tanto Pepa como yo, a lo largo de la vida, hemos aceptado las cosas como venían, y esta ha sido una época de relax personal, mental, de meditación.

-Pepa. Como una parada en la cual uno se replantea muchas cosas, porque siempre vamos corriendo; una forma de mirar a nuestro alrededor, y ver que el mundo puede cambiar en solo un instante.

-E. Y darnos cuenta de la fragilidad de nuestra existencia, porque apenas es un bichito el que nos ha dado la vuelta. En mi caso, ha sido el periodo más largo sin operar desde que tenía diecisiete años, así que cuando volví al quirófano me emocioné. Mi padre, con quien empecé, me decía: «a ti te gusta tanto operar que no deberías cobrar por ello».

«A veces me despierto en mitad de la noche por algún paciente que no va bien»

-¿De dónde le viene la vocación?

-E. Él era médico y mis dos abuelos y mi bisabuelo también. Como verá, la vocación me viene de lejos. Y la saga continúa, porque mi hija Gema es traumatóloga como yo y el pequeño, Pablo, está terminando la carrera.

-¿A usted le empujaron?

-E. Nunca. Pero es que lo viví desde pequeño, y yo era médico o era médico, nunca quise ser otra cosa. Aunque en cuanto a la especialidad, sí que le tengo que decir que al principio decía: «menos trauma lo que sea». Hasta que hice una estancia en un hospital inglés con un traumatólogo que era lord. Me puse a ayudarle y enseguida pensé: «esto es lo mío».

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-Además, usted fue premio extraordinario de carrera. Nadie le regaló esas notas.

-E. Me hizo mucha ilusión, la verdad, y eso que yo era el único de los que lo logramos que era residente y no me había quedado en la universidad. Además, yo tenía claro que quería hacer la tesis doctoral, porque siempre me gustó la docencia. Recuerdo con mucho cariño a Antonio Darder y a Paco Gomar, mis grandes maestros.

Enrique Gastaldi, uno de los más reconocidos traumatólogos valencianos, inicia un proyecto profesional en el que ha involucrado a su mujer, Pepa Llorens, y a su hija, que ha heredado la vocación familiar. Ana Abajas

-Enseñar tiene algo de generosidad, de no guardarse lo que sabe para sí mismo.

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-E. Una vez una persona me dijo que era demasiado generoso, pero yo creo que es un tema ético. Y tengo claro que incluso en la consulta hay que contarlo todo, incluso si las cosas van mal; ser sincero con los pacientes y que sepan que vas a desesperar para que vaya como toca. «Eso es psicológico, es usted un quejica o un cuentista» no está en mi diccionario. Para relatar éxitos y maravillas estamos todos.

«Desde que trabajamos los dos juntos entiendo mejor su situación»

-Hay médicos que cierran la puerta de la consulta y a otra cosa. Otros que se llevan a los pacientes con ellos a su casa, que sufren por lo que les pasa. ¿Existe la línea media?

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-E. No existe. Yo a veces me despierto en mitad de la noche por alguna persona que no va como toca y no paro de darle vueltas. Creo que tengo cierta empatía con los pacientes, está mal que yo lo diga…

-P. Salen muy contentos de la consulta, y eso es media curación, que digo yo.

-Además, es usted académico.

-E. Que sean tus profesores quienes te elijan y te voten es un honor. Que me hicieran académico es además una responsabilidad, porque ven en mí unos méritos que yo no me reconozco.

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-Muchos reconocimientos vienen avalados por una trayectoria en la que podría estar cerca la jubilación. ¿Piensa en ella?

-E. Yo no me lo planteo, aunque sí creo que la vida es una evolución, y que no tengo la energía de los treinta años, ni puedo aspirar a ella. Mi objetivo es encauzar mis fuerzas hacia la transmisión, no tirar del carro físicamente, sino de forma intelectual. Ahora he montado un instituto de traumatología en La Salud, con un proyecto más personal, más mío, con el objetivo de transmitir mi experiencia a mi hija y a todas las personas que trabajan conmigo.

-Pepa, trabaja con él, ¿por qué?

-P. He sido abogada durante muchos años y en un momento dado perdí la ilusión y me lo dejé. Un día, Enrique me propuso trabajar con él y me pareció muy buena idea. Creo que ahora entiendo mejor su situación, compartimos más cosas y, además, trabajo con mi hija, y eso es ilusionante. Es un proyecto bonito, y está bien buscar nuevas metas.

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-¿Cuándo se conocieron?

-P. Nos encontramos en Jesuitas cuando empezamos COU, yo venía de Escolapias y él ya estudiaba allí.

-E. Ese curso nos hicimos amigos, y al año siguiente, en una cena de compañeros, nos pusimos a charlar después de comer y ahí nos hemos quedado.

-Cuántos años.

-P. Yo siempre digo que no tengo memoria de mi vida anterior.

-E. Y yo que nací casado (ríen).

«Al año de casarnos podíamos ir de viaje o comprar un coche. Nos fuimos a Santo Domingo»

-¿Hay secreto para poder estar juntos tanto tiempo?

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-P. El secreto es el respeto y la admiración, además de ser muy buenos amigos de toda la vida.

-E. Es que nosotros éramos amigos y antes de que nos diéramos cuenta nos habíamos casado (ríen).

-Porque dificultades existen.

-E. Por supuesto, si no no estaríamos hablando de la vida. Nos consideramos personas muy afortunadas porque tenemos salud, nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos. Y en lo demás le ponemos ilusión.

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-¿Comparten también aficiones?

-P. Jugamos al golf, los dos, y siempre decimos que es nuestro plan de jubilación, que iremos todos los días cuando nos retiremos. A mí también me gustaba el pádel, pero la edad y las lesiones ya no me dejan jugar.

-E. Yo jugaba a tenis pero estoy operado de las dos caderas. Lo hemos cambiado por el golf y por salir a la montaña a caminar.

-P. Estamos haciendo el Camino de Santiago; este año lo hubiéramos terminado, habrá que esperar. No hace falta irse lejos, la Sierra Calderona es preciosa y hacemos unas caminatas fantásticas sin coger el coche.

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-E. A esto le llamamos nuestro Yosemite particular.

-Pero ustedes tienen también una vida muy activa en su vinculación con las tradiciones valencianas.

-P. Somos vicentinos, del Altar de la Pila, también patrones de la Real Academia de Cultura Valenciana. Nos sentimos muy valencianos.

-E. Este año tenía que dar el pregón de las fiestas vicentinas. No ha podido ser. Creo que los valencianos son gente fantástica pero a la gente le hace falta creérselo.

-Tienen además muchos recuerdos de viajes.

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-E. Desde que nuestros hijos eran pequeños hacemos un viaje familiar al año. Nos gusta mucho. Imagínese que al año de casarnos tuvimos la oportunidad de comprarnos un coche de segunda mano o irnos a Santo Domingo quince días.

-P. Y nos fuimos a Santo Domingo (ríe).

-E. Cuando nuestro hijo mayor, Quique, tenía tres meses nos fuimos a navegar por Menorca con un amigo. El carro iba atado al palo mayor (ríen). Mis padres decían, qué inconscientes, y lo mismo diría yo si lo hicieran ahora mis hijos.

-¿Miran atrás con satisfacción?

-E. La vida tiene sus altibajos, sus claroscuros. Pero se es feliz adaptándose a lo que viene y siendo agradecidos.

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