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Juli Mira, en un rincón de su casa de Alcoy, el lugar al que volvió después de residir muchos años en Cullera. Jesús Signes
Juli Mira: «No tengo miedo a morir, sí a sufrir»

Juli Mira: «No tengo miedo a morir, sí a sufrir»

El actor tuvo que lidiar con el fallecimiento de su esposa y con la enfermedad, pero sigue con las mismas ganas de trabajar

Domingo, 19 de julio 2020, 20:48

Hay características de Juli Mira que no se pueden percibir en una entrevista escrita: los ojos le desaparecen cuando se ríe mientras resuena su voz grave de doblador, cascada por años de fumador aunque ahora aparte el cenicero; ya no es suyo. La entrevista es una charla pausada en una terraza, alrededor de una mesa con mantel de hule, muchas plantas y un toldo que tapa parcialmente las vistas desde las ventanas a ese patio interior que es el hogar del actor en una estrecha calle de Alcoy. Sin lujos ni ostentaciones, más allá de su rincón repleto de libros, un ordenador y varios monitores que le sirven para su afición preferida: volar con un simulador. Un pequeño mundo donde Juli Mira necesita tan pocas cosas que ni siquiera busca el reconocimiento de quienes le conocen. Y eso que Marcos Ordóñez, uno de los críticos «más respetado y a la vez odiado de España», dijo de él en su actuación teatral del Rey Lear: «en mi emocionómetro quien me parte el alma es el soberbio Gloucester de Juli Mira, sin una nota falsa: dolor seco, sobriedad rotunda». Juli Mira recita sus palabras tal cual las leyó hace ya unos cuantos años. Más allá de los premios, es ese reconocimiento, unido al de no dejar de trabajar, lo que le ha dado la vida, y que en algunos casos ha traspasado la faceta profesional. Mario Gas le dijo: «respiras bonhomía y eso derrite a la gente». La entrevista empieza, distancias físicas mediante, con la petición de que no le trate de usted; 'aixina tindrem més bon rollet', dice.

-Usted en realidad trabajaba en un banco.

-Sí, entré a los dieciocho en el Banco Hispanoamericano y a los treinta y nueve lo dejé para dedicarme a esto.

-¿Era una forma de ganar dinero para vivir?

-Era una manera de tener asegurada mi supervivencia y de mi familia, porque no tenía demasiada confianza en que uno pudiera trabajar en aquello que más le gustaba, y que pudiera vivir de ello. Yo seguía haciendo teatro en la Cassola, y gastaba mis vacaciones haciendo dos sesiones de cine aquí, tres allá, porque tenía casi asumido que nunca podría llegar a vivir de lo que yo quería, hasta que empezó a emitir Canal 9 y a doblarse películas en valenciano. Llegué a Tabalet en el año 89 con una propuesta de Lluís Miquel de que me fuera a trabajar con él. El apoyo de mi familia fue fundamental; sin él no lo hubiera podido hacer nunca.

-Evidentemente, con todas las dudas del mundo.

-Sí, claro. Pero mi mujer me dijo: «piénsatelo bien, pero ten clara una cosa. Decidas lo que decidas, mi apoyo lo tendrás siempre». Hasta el punto de que ella se dejó su trabajo -era auxiliar de clínica- y nos fuimos a vivir a Cullera. Y ahí comenzó mi faceta como doblador. Sin embargo, había un problema, y es que llegó un momento en que me había convertido en un funcionario del doblaje, y yo necesitaba más, ansiaba tocar todos los palos de la baraja de la interpretación, así que después de seis años me fui por libre, hasta ahora.

«¿Buen actor? No sé por qué, ni me importa saberlo. Nunca me ha preocupado»

-¿Sabía que la interpretación era lo suyo?

-Pero es que yo tenía una mujer, dos hijos, una familia, y tenía que pensar en ellos.

-¿Lo hubiera dejado antes si no hubiera tenido compromisos familiares?

-Por supuesto, me habría ido a Madrid, o a Barcelona. Pero no sé cómo me hubiera ido.

-¿Lo necesitaba?

-Evidentemente, por eso hacía teatro, para adormecer esa necesidad imperiosa de interpretar. Para los actores es tan necesario como respirar, aunque yo lo que necesitaba era crear, incluso grabé un disco.

-Ha hecho muchas cosas y ha podido vivir de una profesión que no es fácil.

-Yo siempre lo he dicho, que es la profesión más bonita y más puta que hay. Y le tengo mucho cariño, estoy muy satisfecho con todo lo que he hecho.

-Porque mirando atrás, quizás se hubiera prejubilado en el banco unos años después.

-Sí, compañeros míos de aquella época se prejubilaron con cincuenta y pocos; yo tengo 71 y no pienso dejar de trabajar nunca. Quizás un poco menos, porque las condiciones físicas no son las más idóneas por algunos problemas de salud, pero vamos adelante.

Juli Mira atesora premios y un reconocimiento, el de poder seguir trabajando. Jesús Signes

-¿Surgen dudas sobre su valía como actor?

-Yo no me planteé nada, mientras haya alguien que te diga: «muy bien».

-Es una profesión que depende del reconocimiento de los demás.

-Y recuerdo que una vez un director me dijo, y me di cuenta de que la cosa iba en serio: «¿tienes algo que hacer los próximos cuarenta años?». Y piensas: «va bien el asunto. Seguimos».

-¿Cuál es el secreto para ser buen actor?

-Yo sé hacerlo, pero no sé cómo, ni me paro a analizarlo. Si hay que interpretar un papel, intento ser ese personaje, y ya está. No puedo enseñar a nadie.

-Lo dice como si fuera algo sencillo. Usted ha sido autodidacta pero, ¿qué piensa de las técnicas actorales, de unas y otras escuelas de interpretación?

-Respeto y admiro a todos, pero no va conmigo… Yo empecé en talleres de teatro y unos aprendíamos de otros. No hay más.

-Pero me tendrá que reconocer que usted destacó.

-Sí, pero no sé por qué, ni me importa saberlo. Yo nunca me he preocupado por desentrañar las motivaciones a la hora de hacer un papel. Este es el personaje y todos tenemos algo de él dentro. Busco y siempre encuentro algo. Y no sé explicarlo. A veces me preguntan si no me haría ilusión dirigir una película. Yo sé estar delante de una cámara, detrás no. A veces me pregunta el operador qué plano quiero ¿Yo qué sé cuál? Y eso que he participado en cuarenta y tantas películas y treinta y tantas series pero yo estoy para hacer lo que el director diga, y se acabó.

«Llevo la fama con dignidad, aunque de día me resultaba imposible salir a la calle»

-¿Ha sido muy disciplinado en ese sentido?

-Sí, con algunas excepciones en las que hemos llegado a acuerdos.

-No parece una persona ambiciosa.

-Solo quiero seguir trabajando, y estoy aquí para hacer lo que me ofrezcan.

-Le leí a Rosa María Sardá en una entrevista que volvió a aparecer con motivo de su fallecimiento que le hubiera gustado rechazar más papeles porque eso hubiera significado que no lo necesitaba para sobrevivir.

-Suscribo totalmente esas palabras. Yo tenía un amigo, actor, Paco Algora, con el que trabajé en una película dirigida por un alcoyano, Carlos Pérez, que se llamaba 'Tramontana', que decía: «que no me llame fulanito porque voy a tener que decirle que sí». Eso también lo he pensado yo a veces (ríe).

-Pero usted ha conseguido tener trabajo, y mucho. ¿Era el lugar donde aspiraba a estar?

-Te vas dando cuenta poco a poco de que las cosas que estás haciendo son reconocidas, y piensas: «no lo habré hecho tan mal». Pero en realidad es más esa sensación de que la cuestión es que no falte. Y está muy bien todo eso de los reconocimientos, pero lo importante es trabajar. Los premios son el postre.

-Tiene varios, importantes, el audiovisual valenciano, por ejemplo.

-También la Ninfa de oro del Festival Internacional de Montecarlo, una especie de Óscar de la televisión. Un premio que, por cierto, no fui a recoger.

-¿Por qué?

-Me llamaron para decirme que al día siguiente tenía que recoger el premio en Montecarlo y a mí me pilló conduciendo camino de Madrid, donde iba a grabar 'Cuéntame'. Yo les contesté que tenía trabajo, que no podía, que lo agradecía mucho, eso sí. Fue alguien de la productora, y cuando acababamos la sesión de grabación de ese día, comenté en el rodaje que me daban un premio. La contestación fue que por qué no lo había dicho antes, que el rodaje se podía aplazar. Pero es que yo no le doy más importancia.

-Hay un momento en el que junto al éxito llega la fama. ¿Cómo la ha llevado?

-Con dignidad (ríe). Le pongo un ejemplo. Yo antes fumaba, y el estanco está a quinientos metros de aquí. A cualquier persona le cuesta diez minutos ir y volver, a lo sumo. A mí me costaba tres cuartos de hora. Solo salíamos de noche, después de cenar, y nos íbamos a tomar algo. De día imposible. Así que por eso digo que lo llevo con dignidad. Eso sí, nunca en la vida le he hecho un feo a nadie, solo en una ocasión, cuando mi mujer estaba muy enferma -murió en el año 99-. Estábamos en el Hospital Clínico y entonces se emitía en Canal 9 'Herència de Sang'. Una señora me paró en el pasillo y le dije que lo agradecía mucho, pero que yo iba allí muerto de miedo, que no me veía con ganas de nada. Fue el único momento en que realmente me molestó. El resto, ya sé que venía en el pack (ríe).

«Puedo pasar meses encerrado en mi refugio. Aquí tengo lo que necesito»

-Es verdad que no sale demasiado, ¿le ha costado el confinamiento?

-A mí esto del confinamiento no me ha afectado en absoluto, porque yo puedo estar meses encerrado en mi refugio, tengo todo lo que necesito para sobrevivir. Y no pasa nada, dentro de la mayor de las tranquilidades y del equilibrio emocional.

-Porque sí tuvo claro que quería volver a Alcoy, que esta era su casa.

-Soy de Alcoy pero sin estridencias, igual que con el tiempo me enamoré del mar Mediterráneo viviendo en Cullera, tanto que ya me considero 'un peix de mar endins', como decía la canción de Paco Muñoz. Además, esta es la casa que me compré cuando me casé, y aquí han pasado las cosas más importantes de mi vida, las malas y las buenas: murió mi mujer, tuve a mis hijos y aquí mismo comparto mi vida con otra mujer increíble.

-¿Sus hijos han querido seguir el mismo camino?

-Mi hija es maquilladora y caracterizadora, trabaja en Sephora, y ella quizás sí ha entendido algo de mi profesión. Mi hijo es ingeniero agrónomo.

-¿Le ha sabido mal?

-Por un lado lo lamento, porque habría tenido una relación diferente, quizás. Yo con mi hijo no puedo hablar de mi profesión, ni él de la suya, porque no nos entendemos. Por otro lado, algo tan inestable e inseguro como es la interpretación no la recomiendo a demasiada gente. Menos a mis hijos.

-¿Y si le dijera que quiero ser actriz?

-Si lo quieres hacer lo harás. No puedo aconsejar nada. Tú sabrás. Si realmente profesas esto, será tu profesión, más allá de lo que haces. Yo tengo amigos que están poniendo copas, pero no son camareros, son actores. No se trata de tener más o menos éxito. La condición de actor no está vinculada a los éxitos, sino a la vocación.

-Ha lidiado con la muerte. ¿La teme?

-A morir no, todos moriremos. Tengo miedo a sufrir.

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