Patricia Restrepo se instaló en Valencia en 1991 procedente de Medellín. Antes había estado en la ciudad en varias ocasiones y, desde el principio, sintió que había algo aquí que le atraía o, como ella misma describe, que le acabó enredando. «La primera vez que vine era primavera, olía a azahar, me pareció que era un lugar que de tan bello parecía embrujado, sentí que era una ciudad especial. Valencia me eligió a mí», explica la consultora macrobiótica, coach en nutrición y profesora de yoga.
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Patricia trabajaba entonces como decoradora de espacios esotéricos y su vida transitaba en un avión trayendo antigüedades de Indonesia. Había estado en India con Osho, por lo que había abierto la puerta a la meditación, pero no lo hacía como trabajo. Llegó un momento en el que en su vida algo hizo clic y le hizo ver que ya no quería ser empresaria, así que decidió hacer una renuncia en pos de una vida más alternativa. Es en ese punto cuando decide formarse como profesora de yoga, pues detecta que en Valencia se practicaba poco y pensó que había mucho por hacer. «Una amiga me llamó para trabajar como profesora en la universidad. Al poco tiempo me ofrecieron montar un centro de yoga en el centro y abrí Green Yoga, que a día de hoy continua su andadura».
Patricia sintió entonces que la ciudad se abría para ella llena de posibilidades y le presentaba el camino de la macrobiótica. Ella había sido vegetariana no radical casi desde niña, pero es en el 87, durante un viaje a la India, cuando despierta su conciencia para ser vegetariana total. Años después, ya en Valencia, es invitada a la charla de un experto en macrobiótica japonés en Sagunto y decide ir. «El maestro me hizo un diagnóstico muy certero y quise saber más. Coincidió que fue el accidente de Chernóbil, organicé una cena para recaudar fondos y todo el mundo se interesó por la cocinera. Me fui Boston a formarme en macrobiótica con Michio Kushi y con Francisco Varatojo», recuerda.
Lugar de nacimiento: Medellín.
Años en Valencia: 30.
Motivo que le impulsó a venir: Se enamoró de un valenciano.
Edificio fetiche: El Mercado de Colón.
Secreto para vivir Cuando somos niños ya queda escrito cómo va a ser nuestro vida.
Pese a que en Colombia había tenido una mejor situación económica, decide quedarse en Valencia pues se enamora y funda el Instituto Macrobiótico de España. Desde entonces todo ha fluido para esta mujer serena y emprendedora que siempre se ha sentido integrada en la ciudad. A sus hijas las matriculó en un colegio de línea en valenciano porque le pareció lo natural y pronto identificó su ruta de lugares favoritos que incluye el Jardín Botánico, el Saler y la Albufera, el Mercado de Colón y el cauce del río Turia. «Es un espacio maravilloso, yo intento caminar todos los días por él, un lugar donde tomo tierra».
El próximo siete de abril Patricia publicará su primer libro, un recopilatorio de recetas, estilo de vida y hábitos que ha trabajado durante años y del que ha cuidado hasta el mínimo detalle. Es su proyecto más ilusionante y en el que ha puesto todo su conocimiento, y cree que Valencia le ha inspirado en gran medida. «En esta ciudad hay más herbolarios que en ninguna otra, este año se hizo el congreso internacional de macrobiótica y a los asistentes les llamó la atención la cantidad de opciones que hay. Creo que yo he puesto mi granito de arena para que se haya dado este desarrollo, es una ciudad muy despierta», explica Patricia, que contempla el centro de la ciudad desde las alturas de su casa.
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