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María José Carchano
Sábado, 18 de enero 2020, 01:13
Piluca Bertolín es una mujer acostumbrada a vivir, al menos públicamente, en el espacio que ocupa la sombra alargada de Esteban González Pons, su marido, uno de los políticos más mediáticos que se recuerdan en el Partido Popular. Por ese motivo no se le nota cómoda bajo los focos de una entrevista, pendiente de que sus palabras se puedan malinterpretar, algo que ha sufrido quien es su marido desde hace quince años, aunque a él no le importe demasiado. Por eso Piluca se ha traído papeles con notas manuscritas para no olvidar las ideas que quiere transmitir, y que hablan, sobre todo, de su exitosa carrera como diseñadora, y de su última colaboración, precisamente en la novela que va a publicar Esteban González Pons en unas semanas, 'Ellas'. Piluca ha diseñado la portada -«vengo a hablar de mi libro»-, bromea, aunque luego se abre sin problemas a todas las preguntas sobre su historia familiar. Nos citamos en los jardines del Hotel Westin una mañana fría pero soleada, que Piluca agradece sobremanera; en Bruselas, donde González-Pons vive ahora por sus labores como eurodiputado, no se ve demasiado. «Es que allí el sol, las pocas veces que sale, parece de adorno».
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-Usted se crió en una familia bien.
-Crecí en el palacio Catalá de Valeriola; el lugar que ocupa ahora la Vicepresidencia del Consell ha sido mi casa toda mi vida. La casa era de mi bisabuelo Luis Verges de Llano (casado con Pilar Escofet, que es el apellido cuyo escudo nobiliario aparece en la fachada), y aquella era un hogar para mis hermanos, mis padres, mis tías...
-¿Cómo es vivir en un palacio?
-Recuerdo que invitaba a mis amigas a los cumpleaños y a todas les encantaba porque era como el palacio de una princesa, pero el día a día es incómodo; por ejemplo, no teníamos telefonillo, sino una campana con hilo, y había que asomarse por la ventana para ver quién llamaba. No había ascensor y yo vivía en el equivalente a un cuarto piso, rodeada de cuadros y muebles antiguos, así que los pisos donde vivían mis amigas me parecían lo más moderno del mundo. Dicho esto, recuerdo mi infancia como una época muy feliz. Éramos una familia numerosa, seis hermanos, lleno de juegos y risas. Y yo dibujando, porque desde que con dos años cogí por primera vez un lápiz ya no lo solté.-Una infancia privilegiada.-Es cierto, aunque cuando mi madre tenía más o menos mi edad se quedó viuda y ella sola, una mujer sin carrera, con seis hijos pequeños, nos sacó adelante y nos dio estudios. Es una mujer a la que admiro muchísimo y que tiene una gran fortaleza.
-¿Cómo pudo hacerlo?
-Se privó de todo lo que pudo para dárnoslo a nosotros.
-Seis son muchos hijos.
-Me acuerdo de estar siempre acompañada, en el mismo dormitorio dormía con mis tres hermanas. Ahora nos preocupa que cada hijo tenga su propio espacio, su mesa de estudio. Nosotros hacíamos los deberes en la mesa del comedor y cuando acabábamos recogíamos nuestras libretas y a la mochila. En el dormitorio solo estaban las camas. Y los Reyes Magos traían juguetes para compartir. Por ejemplo, para las chicas el armario de la Nancy.
-¿Qué recuerda de su padre?
-Recuerdo que yo era su ojito derecho, la primera niña en nacer. Era una persona que nos educó con mucha disciplina, nos llevaba muy rectos… Me acuerdo de él leyendo, le encantaba, y escuchando zarzuelas.
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-¿Ha conservado el espíritu familiar que vivió de pequeña?
-Sí, y ahora siempre estamos pendientes de mi madre, pero es que ella es una matriarca, un ejemplo a seguir. Físicamente está muy bien, de esas personas a las que el médico le dice que haga reposo y sale por la puerta de casa.
-Usted también se quedó sola, con sus hijos.
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-Es cierto, me divorcié y me quedé con mis tres hijos, que entonces tenían cinco, cuatro y un año. Pensaba que iba a dedicarme, como mi madre, por completo a ellos, y empleé todas mis fuerzas en sacarlos adelante, en educarlos, trabajando. Hay gente que se divorcia pensando en encontrar a alguien; yo no. Pero me enamoré de Esteban, fue un flechazo cuando lo conocí.
-¿Cómo fue?
-Yo había ido con mis hijos unas Navidades a la Ciudad de las Artes y las Ciencias a escuchar un cuentacuentos que protagonizaban personas de la sociedad y la política. Allí estaba él, contando 'El Príncipe Feliz', mis hijos por el suelo y yo embobada, embelesada, mirándolo. Ese día no llegué a conocerlo pero le eché el ojo. Luego coincidimos en una cena con amigos.
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-¿Hubo flechazo por las dos partes?
-Sí, desde el primer momento supimos que estábamos hechos el uno para el otro, desde el primer mensaje de móvil que me mandó, no hemos parado. Nos enamoramos los dos.
-Quince años después, ¿cómo ha cambiado la relación?
-Yo creo que seguimos igual que antes, que somos esas dos personas que se conocieron en esa cena. Yo estoy igual de segura de que Esteban es el hombre de mi vida.
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-¿Cuál es el secreto?
-Quererse mucho y reírse mucho también. El sentido del humor, darle importancia solo a las cosas que la tienen, disfrutar del día a día. Y ver las cosas buenas que nos pasan a diario.
-¿Se considera una persona positiva?
-Siempre lo he sido. Es verdad que he tenido mis momentos, sobre todo en la época del divorcio, pero soy como el ave fénix, intento renacer cada día.
-Pero no debió de ser fácil. Cada uno tenía ya una familia.
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-Esteban tenía dos hijos de su anterior matrimonio, yo tenía tres, y al principio fue difícil, pero luego hemos sido muy felices, nuestros hijos nos han dado muchas satisfacciones, se han llevado bien desde el principio. Luego tuvimos a una hija en común que ahora tiene once años. Somos como aquella serie de televisión de 'Los Serrano', una familia muy divertida, nos lo pasamos muy bien y somos inmensamente felices.
-¿Qué ve en ellos?
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-Estoy orgullosísima de los cuatro, ni en mis mejores sueños imaginaba que iba a tener cuatro hijos como los que tengo. Los admiro muchísimo, son muy buenos chicos, muy sociables, estudiosos, con sentido del humor. Nunca me han dado ningún problema. Y creo que me quieren (ríe).
-¿Ninguno ha querido ser diseñador, como usted?
-No, pero a los cuatro les encanta el arte, me dan su opinión cada vez que hago una ilustración. Creo que a los hijos hay que apoyarles siempre, y que puedan perseguir sus sueños. Darles tu opinión y la libertad de que elijan. Y luego estar ahí para que puedan volver a ti.
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-Es una profesión muy creativa, la suya.
-Yo disfruto muchísimo dibujando, diseños míos se ven en los medios día sí, día también. Pero es que cuando le pones pasión a lo que haces todo sale.
-Y ahora ha diseñado la portada del libro de su marido.
-Era su primera novela y para que la editorial no recibiera el manuscrito con una primera página donde solo estuviera el nombre del autor y el título diseñé una portada. A mí el libro me había encantado, es una novela que trata sobre mujeres, de la Valencia de 2006 y la de 2018, que es como el paisaje después de la batalla. La cuestión es que en Planeta les gustó tanto el diseño que le dijeron a Esteban si podían encargarme a mí la portada. Y eso es un orgullo.
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-¿Le da ideas?
-Le corrijo, le doy muchas ideas, y algunas se ven reflejadas después en sus libros, aunque él es el que sabe escribir. Es como esos hombres del Renacimiento que conocían muchas artes. Además, no es nada creído ni soberbio. Lo miro cada día y pienso: «qué suerte tengo, es un diez como político y como persona, no se le puede pedir más».
-¿Cómo se lleva con la exposición pública? Hay momentos malos.
-Hay días muy buenos, hay días muy malos, situaciones que afectan al político y a su familia, pero yo sabía que iba con el pack, que cuando te enamoras lo haces de esa persona y de su profesión, de su entorno, de lo bueno y de lo malo.
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-¿Le gusta la política?
-(Ríe)Me gusta, aunque no estoy implicada. Me sorprende. En realidad no entiendo mucho de política, a veces los chicos le preguntan por alguna cuestión y Estaban lo explica, y de paso yo aprendo, porque está claro que hay muchas cosas en política que no se cuentan bien.
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