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Ana Mansergas, en la redacción de la Cadena Ser, donde trabaja.
¿Quién es Ana Mansergas?

¿Quién es Ana Mansergas?

La periodista conoció otra realidad y otras necesidades a miles de kilómetros de Valencia, en una pequeña isla llamada Lamu. Ahora lucha desde One Day Yes para dar visibilidad a una realidad que ha cambiado por completo su vida

María José Carchano

Domingo, 29 de diciembre 2019, 00:28

A Ana Mansergas la escuchamos en la radio, hablando de la vida cultural de Valencia, entrevistando a actores, directores, artistas...; debe de ser de las personas que mejor conoce las mil y una actividades de cada teatro y sala de la ciudad, pero también sabe mucho de una realidad que está a varios miles de kilómetros, en una isla perdida de Kenia llamada Lamu, y que le ha cambiado la vida. Un lugar con una existencia más pausada, pero llena de contrastes, a los que la periodista, curtida en las lides de la cooperación, no pudo permanecer indiferente. Qué distinta la coexistencia de los dos mundos, caminando por la calle don Juan de Austria, donde se ubica la radio, llena de gente que empieza con las compras navideñas.

-Eres una de las almas de la ONG One Day Yes. ¿Cuál es el camino hasta llegar a la fundación de la organización?

-Desde la universidad he colaborado con ONG, siempre he tenido esa sensibilidad. Mi primer viaje fue a la India, donde conocí la Fundación Vicente Ferrer y para mí es uno de esos momentos que me marcó mucho, que luego te va llevando al momento en que estoy ahora. Ya cuando tenía treinta años me fui a estudiar a Cuba y aproveché para conocer otros proyectos solidarios en Centroamérica.

«La vida en Kenia me ha convertido en una mujer menos ambiciosa»

-Y te involucraste mucho más.

-Con la Fundación Esperanza estuve unos meses trabajando en Guatemala, luego me involucré con la Fundación Voces, que aúnaba cultura y cooperación y me encargué de la delegación en la Comunitat. Y me profesionalicé, estudié el Master Oficial de la Universitat de València de Cooperación al Desarrollo.

-¿Tu compromiso te llevó a Lamu?

-En realidad Lamu llegó en un viaje de amigas; una de ellas se había divorciado y lo celebramos allí. Fuimos allí como podríamos haber ido a la Conchinchina. Una vez allí, no sé decir porqué, la mente se me puso del revés. Siempre digo que Onedayes es una historia de amor, porque me quedé enamorada de esa isla. En ese tiempo conocí un proyecto que desarrollaba un músico que vivía en California, que había nacido en la isla, Omar Islam Ali, sostenida con los fondos que él enviaba desde Estados Unidos. Se trataba de una ecoescuela montada con botellas, muy pequeñita, una iniciativa a la que le faltaba visibilidad. Ahí pensé que yo podía aportar, y mi socia, Begoña Machancoses, vinculada con la educación, me dijo: «yo te apoyo». Volví a España, monté la asociación y empezamos.

-Has estado muy vinculada con el proyecto, tanto que has vivido allí.

-Me quedé en Lamu con el proyecto inicial porque, además, coincidió que fui mamá, y mi hija es mitad keniata, mitad de aquí. Por eso digo que este proyecto tiene mucho amor y muchos sueños, porque estar en el terreno me ha dado otra perspectiva, me ha hecho aterrizar.

-Pero también tiene una parte negativa. Vemos la realidad desde nuestro punto de vista occidental.

-Cada vez soy menos ambiciosa con los objetivos y retos que nos marcamos en ONE DAY YES y más respetuosa porque puede que yo, desde mi cultura, haría las cosas de otra forma, pero respeto lo que se hace allí, sin invadir, de otra forma sería colonialismo del siglo XXI.

-¿Vivir otra realidad ha cambiado tus costumbres?

-La manera de consumir la cambié ya en mi viaje a la India, mientras que después de Guatemala, como trabajé con niños que vivían de la basura, tengo muy interiorizado el tema de los residuos. Esa sensibilidad y conciencia la llevo dentro, pero me adapto a cada lugar porque de otra forma me volvería loca. Es verdad que no vivo con excesos, pero si no me adaptara sería una infeliz. Soy egoísta y caprichosa cuando quiero serlo.

Un sueño por cumplir

  • Futuro a largo plazo de Onedayes. Los sueños de Ana Mansergas se centran en la ONG, que fuera sostenible a largo plazo sin el apoyo solo de los socios, aunque sabe que hay que ir paso a paso. «Aunque no haya ánimo de lucro, estas organizaciones hay que gestionarlas de forma profesional», explica esta periodista, que tiene también, como cualquier madre, sueños vinculados con el bienestar de su hija.

-¿Te has planteado elegir una de las dos?

-No me he planteado vivir siempre en Lamu, sí vivir a caballo entre los dos sitios, por mi hija. Para mí aquella isla tiene unos valores que aquí no encuentro, sobre todo los relacionados con la infancia. Allí la cabeza te hace zasca. Luego otras cosas no me gustan, soy consciente de que yo soy una persona privilegiada allí, que en cualquier momento me puedo ir. Esto es la parte más personal, pero después de seis años ver a los niños más pequeños que yo conocí yendo a primaria sanos, que comen bien, es una de las mayores satisfacciones.

-¿Has conseguido un equilibrio entre tu trabajo, tu labor como madre, la oenegé?

-Sí, pero tengo un desgaste muy grande porque pasa factura física , emocional, laboral y económica, pero a mí me hace feliz.

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