b. s.
Sábado, 8 de enero 2022, 00:58
Todo aquel que conviva con un gato puede dar fe de lo especiales que son. Tener un felino en casa es una gran responsabilidad y debemos tener en cuenta varios aspectos para que la convivencia sea lo más agradable posible.
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Y es que los gatos tienen un comportamiento único y, a veces, misterioso. De hecho, tienen un sinfín de manías que forman parte de su cáracter. Algunas veces huyen de nosotros y se muestran de lo más ariscos y otras, en cambio, nos persiguen a todas las partes de la casa a donde vamos, incluso hasta el baño. Cuando se muestran cariñosos, los dueños sienten la necesidad de cogerlos en brazos y achucharlos, pero no siempre es lo más recomendable para ganarte su confianza.
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A veces, son algo asustadizos, debido a la gran sensibilidad auditiva que tienen. Sienten miedo por ruidos tan cotidianos como un aspirador o un micrrondas. Es normal ver a los felinos moviendo las patas como si amasaran, esto lo hacen para expresar que están cómodos y seguros. Utilizan la cola como parte de su lenguaje corporal, de manera que según la posición y el movimiento de esta parte de su cuerpo, querrán expresar un sentimiento u otro.
Los felinos suelen frotar su cabeza contra la tuya para dejar su olor en ti para marcar territorio. Seguro que, alguna vez, habrás visto alguna vez a tu gato delante de la ventana haciendo un ruido extraño con los dientes. Este castañeo es un movimiento innato con el que practica su mordisco.
También pueden saber si va a caer una tormenta y son amantes de los cementerios; odian el chocolate, el limón y el vinagre y se divierten rascando el sofá y otros muebles de la casa. Son capaces de saber en qué habitación estás sin verte y tienen una especie de sexto sentido, ya que pueden predecir cuando alguien está cerca de morir.
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Sea como sea, los gatos son animales de lo más impredecibles y tienen una serie de actitudes que sorprenden a sus dueños. Muchas veces, nuestra mascota nos pide que le abramos la puerta de alguna parte de la casa que está cerrada o medio cerrada. No obstante, antes de cruzar el umbral suele levantar su cabeza maullando. En otras ocasiones, cruza la puerta, pero a los pocos segundos quiere volver a entrar de nuevo. ¿Por qué hacen esto?
El motivo por el que nuestros gatos hacen esta acción no se debe a que sean animales indecisos. Tampoco a que tengan ganas de molestarnos. Tiene que ver con su instinto. Tu gato no quiere salir ni entrar a ningún lado, lo que le ocurre es que no soporta ver una puerta cerrada e insistirá en abrirla hasta conseguirlo.
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Esto lo hace porque es son animales protectores y territoriales. Su instinto de atención a lo imprevisto le obliga a tener todas las habitaciones de la casa controladas, y para ello tiene que tener acceso a ellas.
Para evitar tener las puertas abiertas todo el rato, una solución es instalar en ellas una puerta gateras o un túnel para gatos para. De esta forma, el felino podrá ir de un sitio a otro sin problemas y sin que tengamos que levantarnos a abrírsela varias veces para que únicamente mire lo que hay adentro y se vaya. Son de instalación sencilla y de bajo coste.
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