redacción
Sábado, 13 de febrero 2021, 12:29
Tras la expansión del coronavirus se difundió la idea de que tras hacer la compra había que proceder a una desinfección de todos los productos adquiridos. La fruta con lejía y el resto de envases incluso con un líquido que elimine las bacterias. Era el procedimiento que se había extendido de boca en boca para impedir el traslado del coronavirus de un lugar público como un supermercado, tras pasar por varias manos y personas, hasta llegar al ámbito privado del hogar. ¿Y si esta técnica no ha servido para nada? ¿Y si el mayor riesgo de contagio en un supermercado no está en los productos sino en situaciones concretas? Así se desprende de las últimas declaraciones realizadas por el profesor José Luis Jiménez, un experto español docente de Química en la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
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Jiménez es uno de los mayores expertos respecto a la difusión del virus mediante los famosos aerosoles. En sus redes sociales publica de forma periódica consejos y detalles de cómo el virus se transmite por el aire y cómo evitar. Así, uno de sus tuits más difundidos fue el de cómo contagiarse de coronavirus aunque se lleve la mascarilla. Hace un año el coronavirus, parecía, se extendía desde una superficie y su contacto. 12 meses después se sabe que el Covid-19 viaja más rápido gracias a los aerosoles que provocan un «humo invisible que se queda flotando y nos infectamos al respirarlo», explica el profesor español.
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Jiménez ha señalado dónde está el mayor riesgo de contagio a la hora de hacer la compra en un supermercado. Actualmente en España existe limitación a la hora de acceder a este tipo de establecimientos considerados esenciales. Su horario, depende de la autonomía, puede mantenerse conforme el habitual, aunque siempre cumpliendo con el toque de queda establecido por el Gobierno y las administraciones regionales. Control de aforo, gel hidroalcohólico, mascarilla y distancia de seguridad son las cuatro normas básicas para acceder a un supermercado, pero estas limitaciones no impiden el contagio, lo hacen más complicado, por lo que cada cliente debe conocer los peligros existentes en un comercio para evitar contagiarse.
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Jiménez ha explicado en una entrevista que «el peligro no está en las bolsas, sino en el aire que se respira». Esta idea se apoya en la teoría propagación del virus entre las superficies y los aerosoles. Por ello, el profesor aconseja a los clientes que «estén el menor tiempo posible en el interior y que se lleve la mascarilla bien puesta», ya que él mismo demostró que una protección colocada de forma errónea puede ser inútil para evitar un contagio.
«Las personas deben preocuparse más por evitar compartir espacios cerrados con desconocidos ya que ahí radica la alta probabilidad de contagio, que se produce a la hora de hablar o respirar a través de un 'humo invisible', como el de un cigarro', en el que se queda el virus flotando y nos infectamos al respirarlo», explica el experto.
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«Las superficies contagian muy poco. La OMS ha tardado mucho tiempo en darse cuenta. La gente debe estar tranquila, no caer en la psicosis y de lo que deben preocuparse de verdad es de no tomar el aire en donde están otras personas, para evitar el contagio», detallaba Jiménez antes de sentenciar una de las prácticas más habituales tras comprar en tiempos de pandemia: «No hay que desinfectar las cosas, ni desperdiciar el dinero comprando productos para desinfectar. Hay que ventilar».
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