El rostro humano tiene cuarenta y tres músculos que nos permiten masticar pero también hacer gestos. La comunicación no verbal que acompaña el lenguaje es ... muy importante para hacernos entender, las expresiones de la cara nos ayudan a conocer el sentido de lo que nos dicen, pero también es muy importante la lectura de labios; por la posición de la boca sabremos diferenciar muy bien si se trata de una 'd' o una 'p', por ejemplo. Por ese motivo, con las mascarillas puestas, tenemos que hacer un esfuerzo mayor para entender lo que nos están diciendo, porque nos encontramos, de alguna forma, 'ciegos' ante las palabras.
En el caso de los niños, pese a que la mascarilla ha sido omnipresente durante este tiempo de pandemia, los expertos consultados tienen claro que ha tenido unos efectos negativos en los más pequeños, y que la presencia continua del cubrebocas ha supuesto una dificultad añadida en el aprendizaje en las aulas. «Hay que empezar a priorizar las necesidades de los niños». La Asociación Española de Pediatría solicitó hace unos días que se fuera retirando de las aulas, empezando por los primeros cursos de Primaria. «Tenemos datos que sustentan el bajo riesgo de la eliminación de las mascarillas en los niños», explicaban en su comunicado. El Gobierno, sin embargo, no ha abordado todavía la cuestión.
Nuria Sapena es directora del centro Psico de L'Eliana, y explica precisamente que con los datos empíricos que tienen ya se puede empezar a atribuir a las mascarillas el retraso en el aprendizaje del habla en los niños de la pandemia, los que tienen entre dos y cuatro años. Primero, porque el ser humano, sobre todo hasta los seis años, aprende a través de la imitación, gracias a las neuronas espejo, que permiten integrar habilidades, acciones, gestos e incluso emociones. «En neurodesarrollo hablamos de que los seres humanos avanzamos a través de ventanas de instalación, en las que toda nuestra biología está enfocada a conseguir superar un hito: gatear, andar, hablar… La mascarilla está suponiendo un obstáculo para la adquisición del lenguaje y vemos en la consulta cada vez más niños con retrasos importantes».
¿Qué sucede si en el momento en que les llega el momento de adquirir una habilidad no lo hacen? «Nuestro trabajo es recuperarlo fuera del momento biológico óptimo, y siempre va a costar mucho más», explica Nuria.
Pero no sólo tiene que ver con el hecho de comenzar a hablar, también con identificar las emociones. Nuestro rostro, en su conjunto, habla todo el tiempo y expresa emociones, como la tristeza, el miedo, la angustia o la alegría, que con la mascarilla son muy difíciles de interpretar, sobre todo para los niños, que necesitan ese espejo donde mirarse para ir desarrollando sus habilidades, también en el área de las emociones.
En las escuelas, las mascarillas que llegaron para quedarse durante los últimos dos cursos han permitido protegerles de contagios, pero los expertos señalan que hay que calibrar ya si los efectos negativos de llevarlas tienen que empezar a primar sobre los efectos de la pandemia. «Hay que estar mucho más atento para poder seguir lo que dice el maestro», explica Amelia Coret, psicóloga educativa, que reconoce que en este tiempo ha tenido que apoyarse en gestos en su trabajo con niños para poder ayudarles a comprender, mientras algunos docentes han recurrido a altavoces o micrófonos para hacerse entender.
Y aunque los niños de Infantil no lleven mascarillas, sus maestros sí, lo que dificulta activar ese mecanismo de neuronas espejo que permite el aprendizaje. «Nosotras hemos optado por mascarillas transparentes, porque vimos desde el primer momento que taparnos la cara era un obstáculo para la comunicación con los niños», explica Carmen, maestra de Infantil de la escuela Waldorf de Valencia.
En los adolescentes, el uso de las mascarillas ha tenido otro efecto totalmente distinto. «Nos hemos encontrado con chicos que no quieren quitársela, porque les ha servido para protegerse del mundo. A mí me han llegado a decir: 'mi boca es una zona íntima, no quiero enseñártela'», explica Nuria. En una época en que el juicio de los demás está muy presente, hay adolescentes que se niegan a desprenderse de ella por miedo al qué dirán. «Mi hija de catorce años dice que hay gente de su clase que no ha visto su cara porque llegaron en plena pandemia y que no quiere que se la vean», llega a decir un padre. También está muy presente el miedo al contagio. Y, en este caso, tiene mucho que ver con cómo lo han vivido en sus casas. «Hay niños que sienten el mundo como un lugar peligroso y se quieren proteger de él».
Todos los profesionales consultados hablan de que todavía no hay estudios para conocer el alcance real que ha tenido la pandemia y sus restricciones en el desarrollo de los niños, pero ese retraso en el habla y las dificultades sociales parecen claras en lo que ven en las consultas día a día. En el centro Psico han pasado de 83 primeras visitas en 2019, 77 en 2020 (estuvieron varios meses cerrados) y 181 en 2021, y han incrementado su plantilla de cinco a doce trabajadores. «Estamos desbordados», aseguran.
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