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El rechazo al propio hijo recién nacido, una realidad silenciada

menudos ·

Una de cada diez madres sufren depresión postparto, pero se detectan menos de la mitad de los casos por la falta de profesionales en la sanidad pública. Las consecuencias a largo plazo pueden ser devastadoras

Jueves, 28 de octubre 2021, 01:37

Cuatro días después de que su suegro falleciera, Bea se convirtió en madre de un niño. Al dolor por la pérdida de una persona que, además, había sido muy importante tanto en la vida de su pareja como en la suya, que se había dedicado ... en cuerpo y alma a cuidar de su hijo mayor, se unió la revolución hormonal que sufren las mujeres cuando se encuentran con un bebé en sus brazos. «Ha sido una pesadilla. Sabía que debía estar contenta por haber sido madre, pero solo tenía ganas de llorar y no podía atender al bebé. Me he sentido muy culpable», cuenta Bea, más recuperada después de cuatro meses. Su principal queja es que no encontró ninguna ayuda en la sanidad pública, nadie que le dijera que estaba pasando por una depresión postparto, que la atendiera como necesitaba en una situación de vulnerabilidad extrema que puede incluso tener consecuencias graves a largo plazo.

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Pascual Palau es psicólogo, valenciano y preside la Alianza Hispanohablante por la Salud Mental Perinatal y la Asociación para la Salud Mental Infantil desde la Gestación, así que sabe de qué habla cuando denuncia que en España, evidentemente, tampoco en la Comunitat Valenciana, se presta nula atención a la salud mental en un periodo de extrema fragilidad, como es la gestación, el parto y el puerperio. Según los datos que maneja, «hay un infradiagnóstico de la depresión post-parto de entre el 50 y el 75%». Es decir, de diez mujeres que sufren esta situación, solo se detectan, en el mejor de los casos, la mitad, cuando el riesgo de padecerla se calcula entre el 10 y el 15%.

«Estamos a años luz de Europa. Por ejemplo, en Francia es obligatorio que la madre (y el padre) acudan al cuarto mes de gestación a una pequeña entrevista con un profesional especializado que ve si hay algún riesgo de sufrir una psicopatología». El problema es que en España ni hay protocolos ni hay psicólogos en atención primaria, ni profesionales que atienden este periodo (matronas, ginecólogos) que hayan recibido formación en este sentido. «Se habla de la depresión silenciosa porque el sufrimiento va por dentro; la madre procura atender al bebé pero no lo disfruta, y eso le hace sentir culpable». Además, como nadie la ha ayudado a identificar las señales no pueden pedir ayuda.

«Comportamientos hostiles o desconectados emocionalmente influyen directamente en el apego madre-hijo y tienen un coste importante»

Las consecuencias de una enfermedad mental perinatal no atendida pueden ser gravísimas. «Comportamientos hostiles o desconectados emocionalmente que influyen directamente en el apego madre-hijo y que tiene unos costes muy importantes, también económicos». El bebé se llevará la peor parte y puede impactar en su salud mental durante toda la vida e, incluso, en la crianza de sus propios hijos cuando sea adulto.

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Pero no se trata solo de una depresión postparto. Como le sucedió a Bea, cualquier suceso traumático durante el embarazo o los primeros meses de crianza, una experiencia negativa durante el parto, una cesárea, un aborto o un fracaso en la lactancia materna puede provocar algún trastorno. «Y la sanidad debería estar atenta, porque habrá casos en los que la madre no necesitará ayuda, pero si pueden detectar los que sí...».

Y no lo está porque no se han destinado medios. La única unidad madre-bebé para atender casos en los que sea necesario intervenir sin tener que separarles está en Barcelona. Nada en el resto, tampoco en la Comunitat Valenciana. En Europa, la mayoría de países han dedicado recursos a que, por ejemplo, en una depresión postparto grave que necesite de hospitalización mantengan juntos a la madre y al bebé, porque cualquier separación en esos momentos tiene consecuencias mucho más graves, incluidas judiciales, con retiradas de custodia.

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Pascual Palau alerta además que también existen las depresiones postparto de los padres, trastornos que deberían abordarse de la misma manera, sabiendo que si cualquier miembro de la familia tiene un problema de salud mental va a tener consecuencias para el resto. Así que desde las instituciones de las que forma parte llevan años intentando convencer a los Gobiernos para que inviertan en salud mental perinatal, porque cada vez hay más estudios que corroboran la necesidad urgente de abordarlo. Y la epigenética ya ha visto que, por ejemplo, un trastorno en la madre durante el embarazo puede causar trastornos psiquiátricos en ese niño de adulto.

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