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Un hombre deja una flor en la puerta de 'Tu Peluquería', el negocio de Ferrer en Valencia. Arriba, a la derecha, una fotografía de Albert Ferrer. I. marsilla
La víctima descuartizada de Ruzafa: un peluquero en su mejor momento

La víctima descuartizada de Ruzafa: un peluquero en su mejor momento

El hombre hallado en la maleta creció en Xeraco, era un enamorado de la estética y triunfaba con el local que abrió en el corazón de Valencia

J. A. M./Ó. D.

Jueves, 14 de septiembre 2017

El recuerdo de Albert, como todos conocían a Alberto Enrique Ferrer, inunda muchos corazones. En su Xeraco natal y en Valencia, donde el hombre asesinado a los 42 años había establecido un negocio propio tras años de lucha por abrirse un camino profesional en el mundo de la peluquería. Elegante, deportista, enamorado de la estética, extrovertido, conversador y con un envidiable sentido del humor. Así era la persona a la que una bestia redujo a fragmentos en una maleta.

Albert nació en Xeraco y se crió en un hogar cerca de la playa, en el seno de una familia con cuatro hermanos. Sus padres fallecieron hace años. Estudió en el único colegio público del municipio y después, tras unos años trabajando en la recogida de naranja, orientó su formación a la que siempre fue su gran pasión: la peluquería. Según detallan sus conocidos, su primer paso fue abrir una peluquería en Xeraco. Años después, su periplo vital le llevó a instalarse en Madrid. Después, ya con el nuevo milenio, estuvo trabajando durante tres años como empleado en una céntrica peluquería de la calle San Vicente Mártir. Aproximadamente en 2014 decidió tomar las riendas de su propio negocio y abrió 'Tu peluquería' en la calle Huesca, tras la Iglesia de San Agustín y cerca del local de su antiguo empleo. Y según clientes y allegados, el negocio, «iba viento en popa». Le echaba muchas horas, pero se mostraba feliz y satisfecho con la marcha de su local. Y su creciente clientela, encantada con sus peinados.

Su esfuerzo le había permitido independizarse y adquirir un piso en el barrio de Abastos de Valencia. Pero no pocas veces regresaba a su Xeraco natal para visitar a los suyos, retornar a la tranquilidad del pueblo o compartir buenos momentos con sus amigos de siempre.

Allí en la Safor todos le recuerdan con cariño: «Siempre que venía saludaba a todo el mundo y les contaba cómo le iba la vida». Aprovechaba los fines de semana y sus vacaciones para descansar en su apartamento de la playa y, al mismo tiempo, reunirse con su familia. En lo humano, lo definen como «vital, optimista, gran conversador y de sonrisa contagiosa».

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