El vaso de plástico con dos dedos de bebida abandonado en el banco de un jardín se ha convertido en parte del paisaje de Valencia ... , un recuerdo del botellón sucedido horas antes. Limpiar los efectos de esas fiestas callejeras cuesta al Ayuntamiento un millón de euros al año y supone la retirada al menos de 340 toneladas de basura.
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Esas son las dos cifras principales que ofrece la concejalía de Ecología Urbana sobre a cuánto asciende la factura del botellón. Las tres contratas tienen controladas un total de 14 zonas donde es necesario el refuerzo de operarios los domingos y derivar parte del personal habitual los viernes y los sábados. Aparte se encuentran los microbotellones que se producen en prácticamente todos los barrios.
El coste de la limpieza y baldeo es lo más visible, aunque no hay que olvidar otros recursos públicos que se derivan a tratar de solucionar un problema agravado tras el final de las restricciones de la pandemia, como indica el vicealcalde Sergi Campillo. «Se hace un verdadero esfuerzo para dejar limpias las zonas donde se produce el botellón en Valencia. Es un fenómeno que se ha acrecentado con la caída de las restricciones por la pandemia y que también se da en otras ciudades como Madrid y Barcelona», indica el delegado.
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Los barrenderos se convierten también en los primeros detectores cuando un microbotellón empieza a crecer de manera descontrolada. Así se explica en el informe facilitado a LAS PROVINCIAS en zonas como el distrito Marítimo o Quatre Carreres.
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Pese al esfuerzo de los empresarios de hostelería en desligarse de este fenómeno, es evidente la relación entre los macrobotellones y las zonas de concentración de bares o la presencia de una discoteca en la zona. Así sucede en la plaza de Honduras y un tramo de Blasco Ibáñez, donde se recogen 1.200 kilos de basura cada domingo por la mañana. También en el casco viejo de Benimaclet, donde el balance asciende a 800 kilos.
Igual de significativo que el refuerzo del domingo es tener que desviar equipos de limpieza a esas zonas desde el jueves. «El problema es que seguro que dejan de limpiar otras calles de Benimaclet por este motivo», indican fuentes de la asociación de vecinos de la zona.
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Esta parte de Valencia ha supuesto la gota de las protestas vecinales tras lo ocurrido en la plaza de Honduras, la plaza del Cedro o algunas calles del barrio del Carmen, por citar tres ejemplos de botellones descontrolados desde el final de las restricciones obligadas por el Covid-19. De hecho, tan sólo en la noche del sábado, hubo casi 300 desalojados por botellón de las zonas de ocio de la ciudad, entre ellas Honduras y el Cedor, según informaron fuentes de la Policía Local.
En cualquiera de estas zonas los vecinos cuentan historias tremendas, como no poder aparcar el coche en esas calles por la concentración de jóvenes (y no tan jóvenes), tener que pasar la manguera por las mañana alrededor de los portales en el caso de las plantas baja o, como ha sucedido en Benimaclet, pintar la fachada con mensajes de protesta que se resumen en la ya famosa de «Benimaclet no es un WC».
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Para Campillo, el botellón tiene muchas causas, pero después de la pandemia «se ha generado más y es difícil de controlar por su extensión. Desde el Ayuntamiento actuamos para atajarlo», señaló para recordar la reciente reunión convocada por el alcalde Ribó con el concejal de Protección Ciudadana, Aarón Cano, y el jefe de la Policía Local, José Vicente Herrera.
«Por lo menos, cuando los vecinos se levanten por la mañana las calles deben estar lo más aseadas posibles», dijo. Sólo el refuerzo de personal los domingos por la mañana obliga a que trabajen 34 personas más, con una veintena de vehículos barredoras.
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«Están desde las seis hasta las nueve de la mañana o el tiempo que haga falta, dependiendo de la zona». Confió en que las próximas semanas «disminuya este fenómeno», tras lo que hizo un llamamiento a una «mejor convivencia. Algunos comportamientos son inaceptables y el botellón está prohibido. Se puede salir de fiesta pero sin molestias». La puesta en marcha de la maquinaria municipal, en cuanto a la prevención policial se refiere, llega tarde para las asociaciones vecinales, que han acordado ya presentar una demanda en un juzgado para que se dictamine la Zona Acústicamente Saturada en la plaza de Honduras y la plaza del Cedro. Además, la asociación Amics del Carme aprobó reclamar por esta vía que se cumpla la suya vigente.
La plaza del Tossal y la plaza de la Virgen son los dos enclaves que controla con más frecuencia la contrata de limpieza y recogida de basura en el centro histórico. La segunda es especialmente relevante porque se trata de un lugar de paso para cientos de personas al formar parte del eje que forma con la plaza de la Reina y la del Ayuntamiento.
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La Gran Vía Germanías, la calle Cuba y Jacinto Benavente son otros enclaves conocidos de concentración de bares. Preocupa también el perjuicio del botellón en las zonas más turísticas. Como señala el informe, hay uno incipiente en la Ciudad de las Ciencias, el principal motor del turismo en Valencia.
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