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Paula moreno
Miércoles, 16 de junio 2021
Miguel Ángel Prieto es el dueño de la zapatería Calçat i claus. En su familia, el oficio se remonta cuatro generaciones. «Esto empieza en ... el 1896, con una tía de mi abuelo, una zapatera», cuenta. Y aunque él no iba para zapatero, acabó aprendiendo el oficio de mano de su padre. A día de hoy, lleva 33 años en su taller de Albors. «Hay que hacer algo en la vida, y hay que sobrevivir, es lo más importante», afirma.
Tras años en el barrio, lo conoce de primera mano. Relata que el problema de suciedad que sufre el vecindario se ha aliviado en los últimos años, aunque la concienciación de los dueños de mascotas no es suficiente. «De toda la vida, el barrio se ve bastante sucio», opina. Como autónomo, sobrevivir y mantenerse ha sido lo que ha hecho durante los últimos meses. Describe el confinamiento como «una película de miedo» en la que no podía creer lo que ocurría. «Yo no puedo trabajar online: si no me traen los zapatos al taller, no como», explica, conciso.
Afortunadamente, una vez abrió, los clientes habituales volvieron a la tienda. Esta clientela acude de diferentes partes de la ciudad, buscando el acabado artesanal que no se encuentra en internet, sino en las décadas de experiencia de Miguel Ángel.
Quién es quién en el barrio de albors
Quienes pasan el día entre las calles del barrio, como Miguel Ángel Prieto, explican los matices de una nueva realidad marcada por la pandemia. Lee en LAS PROVINCIAS qué sucede en el barrio de Albors a través de sus testimonios.
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