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paula moreno
Miércoles, 16 de junio 2021
Caminando por las calles del barrio de Albors, uno puede pensar que siempre ha sido así de dinámico y hogareño. Que ya existía ... como pueblo antes de que la ciudad extendiese sus avenidas hacia el mar. Lo cierto es que esta zona no era más que un conjunto de huertas y caminos que conectaban la ciudad de Valencia con la costa. «Del río hacia aquí no era Valencia. Todo en la avenida de Francia eran descampados y chaboletas», rememora Amparo Almenar, dueña de la mercería Almenar. Actualmente, el barrio limita a oeste y este con dos bulevares, el del Cardenal Benlloch y el del Doctor Manuel Candela, respectivamente. El norte y el sur están flanqueados por la Avenida del Puerto y la calle Santos Junto y Pastor.
La integración con el resto de la ciudad fue un proceso lento, tal y como cuenta María Teresa Lloscos, dueña de la floristería La Salud: «Todo esto eran calles por las que pasaban acequias». La urbanización se aceleró en los años cincuenta, cuando se instalaron inmensas fábricas en la zona. De hecho, el horno Roberto Vinuesa, que lleva 50 años en el vecindario, era propiedad de una cooperativa. «Entonces, esta se deshizo y se lo vendieron a mi marido», explica Carmen Cazorla, actual dueña y viuda de Roberto. Una vez la industria se fue de esta zona, no solo se convirtió en una zona residencial, sino que aparecieron muchos pequeños comercios. Y las crisis económicas posteriores no han cambiado esto. «Se abren y cierran muchos, pero es una zona muy comercial», afirma Alfredo Lacomba, dueño de la Joyería Raquel.
Aunque los negocios hayan seguido abriendo en la zona, los tradicionales han ido desapareciendo poco a poco. Así lo explica Tino Fernández, dueño del bar Marvi, en referencia a las obras de metro de la parada de Amistat - Casa de Salud de la década de los 2000: «En ese momento, si quedaba alguna tiendecita, la tienda de muebles, de zapatos, fue ahí cuando hubo un gran problema». Entre esto y la aparición de las tiendas low cost, cada vez más abundantes en la zona, los negocios típicos de Albors tienen cada vez más dificultades para continuar abiertos. Según comenta Clara Soriano, dueña de la peluquería CS, «eso ha cambiado el barrio mucho».
Ante todos estos cambios, lo que ha permanecido es un vecindario lleno de personas que se ayudan unas a las otras, tal y como concluye Amparo Ortega, dueña del quiosco Brenda, «el barrio está cerca del centro y la gente es estupenda». Los testimonios a continuación relatan la vida en este barrio en continuo cambio, donde persiste una comunidad pequeña pero unida.
QUIÉN ES QUIÉN EN EL BARRIO DE ALBORS
Quienes pasan el día entre las calles del barrio explican los matices de una nueva realidad marcada por la pandemia. Lee en LAS PROVINCIAS qué sucede en el barrio de Albors a través de sus testimonios.
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