![Botellón en Valencia | Un mar de plástico del botellón](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202109/20/media/cortadas/164248107--1248x936.jpg)
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Los barrenderos llegaron ayer temprano, a las ocho de la mañana, pero el amanecer descubrió antes un paisaje dantesco en la avenida Blasco Ibáñez de Valencia, a la altura de la plaza de Honduras. Un botellón descontrolado y que congregó a cientos de personas había ... dejado un mar de residuos en el bulevar central, algo así como lo que ocurre cada año en la plaza de la Malvarrosa tras la noche de San Juan.
Una noche más de insomnio para los vecinos de esta parte de Valencia, que soportan desde hace años el fenómeno del botellón. El final del toque de queda ha abierto las puertas y la presencia policial apenas puede contener el impacto de la marea de jóvenes en estas zonas castigadas. «Hay vecinos que deben medicarse para poder dormir unas horas», precisó uno de los residentes.
Peleas, robos, lanzamiento de objetos al paso de las patrullas de la Policía Nacional y Policía Local se observaron durante toda la madrugada, indicaron testigos del macrobotellón. «El botellón de Blasco Ibáñez está descontrolado, ya cortan hasta la circulación y se reúnen miles de jóvenes. Como no tome cartas la Delegación del Gobierno, habrá alguna desgracia», indicaron.
El concejal de Protección Ciudadana, Aarón Cano, presentó la semana pasada el borrador de una nueva ordenanza, llamada de convivencia, que todavía necesitará unos meses para entrar en vigor. Algunos de los artículos refuerzan las multas para frenar el botellón, en especial la opción de sanciones por ruido.
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Como publicó ayer LAS PROVINCIAS, la noche del viernes ya fue de escándalo. Los grupos tomaron la calzada en Blasco Ibáñez y a la plaza de Honduras prácticamente no se podía entrar. En la madrugada de ayer, la Policía Local sancionó incluso a un joven por deslumbrar al agente que conducía un coche patrulla con un puntero láser. Los policías también intervinieron el aparato electrónico. La propuesta de sanción será de hasta 30.000 euros, precisaron fuentes municipales.
Desde la asociación de vecinos comentaron que la situación «es más que insostenible», mostrando vídeos de las algaradas nocturnas. «No podemos ni entrar en nuestros patios, tenemos que pedir permiso y con mucho cuidado porque algunos tienen claras actitudes violentas y están esperando una provocación para empezar una pelea», dijeron.
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Ayer mismo, mientras los barrenderos se desplegaban para empezar a recoger toda la suciedad, varios grupos de jóvenes seguían en la zona. «Está esperando para pelear», decía un vecino paseando a su perro y observando lo que parecía una bronca entre dos menores, mientras otros intentaban mediar sin éxito.
Sobre las 23 horas del sábado, en la zona de la plaza de Honduras otros tres jóvenes denunciados por la Policía Local en la plaza de Honduras y la calle Serpis por contaminación acústica y les confiscaron los altavoces que llevaban. Todo fue poco para impedir el efecto del macrobotellón.
La asociación de vecinos, recordaron ayer miembros de la entidad, formalizó el pasado mayo la petición al Ayuntamiento para que aprueba la Zona Acústicamente Saturada (ZAS) a la plaza de Honduras, con lo que quieren forzar el límite de licencias de apertura de locales de ocio y reducir los horarios de cierre.
Una de las opciones que manejan los residentes es presentar la petición en el juzgado, de manera similar a lo que se ha hecho en otras zonas de Valencia. «El problema de fondo no es el botellón, sino la concentración de locales de hostelería que tenemos en la plaza. En realidad, podemos decir que empieza a las cuatro de la tarde, no por la noche», dijeron las mismas fuentes.
El borrador de la ordenanza también ha generado algunas dudas entre los vecinos. «Se plantea como un agravante el consumo de alcohol a menos de 200 metros de un colegio, pero no hemos encontrado nada respecto a los jardines. ¿Tengo que llevar entonces a mis nietos a jugar al parque mientras están rodeados de gente bebiendo? Me parece que no tiene mucho sentido».
Los residentes están convencidos de que el cierre del campus de Tarongers con una verja es responsable en parte de lo que está pasando, además de la proliferación de locales de ocio. Mientras, los barrenderos dejaron en poco más de dos horas la zona de Blasco Ibáñez con otro aspecto, más digna pero todavía con el olor penetrante de la suciedad.
«Al final tendremos que ir al juzgado porque el Ayuntamiento no responde como nos gustaría», indicó uno de los vecinos. Esta semana es posible que se celebre una reunión para tomar una decisión, aunque lo que está claro es que el jueves habrá otra cacerolada desde las ventanas de las viviendas. «Cuesta convocar a los residentes porque es mucho tiempo el que llevamos así, pero seguiremos», indicaron.
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