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En los arrozales del Parque Natural de la Albufera es tiempo de 'fanguejar', esto es, de realizar la labor de fangueo, que consiste en trabajar la tierra embarrada de manera muy superficial; casi se diría que es cuestión de batirla para mezclar bien los restos de la paja que quedó tras la siega del otoño pasado, para que se pudra.
En un campo de Sueca, cerca de la emblemática Muntanyeta dels Sants, el altozano que domina sobre el extenso marjal, encontramos a José Roberto Sisternes Llopis en plena tarea del 'fangeig'. Conduce un tractor al que le ha cambiado las ruedas habituales de atrás y, como en todos los que realizan este trabajo, las ha sustituido por otras de hierro (les gàbies), cuya función es triple: evitan que la máquina se atasque en el barro y a la vez contribuyen a enterrar la paja y allanar el terreno.
José Roberto tiene 72 años y, como se mantiene en plena forma, sigue trabajando directamente unas 150 hanegadas de arroz. Le pedimos que nos explique la finalidad del trabajo que realiza. Detiene el tractor, con el que evolucionaba en rápidas pasada sobre el bancal, y detalla el propósito de 'fangejar': «Sobre tot enterrar el rastoll i aplanar la sanga». El 'rastoll' es el rastrojo, lo que queda de las matas secas del arroz tras la segadora, que siguen en pie sobre el terreno hasta que pasan sobre ellas las 'gàbies'. ¿Y las 'sangas? Nos lo aclara: «Son eixes tires de terra que queden més altes que les atres, per on van les rodes de la segaora, que se claven algo sobre el terreno, i ara se té que nivellar tot».
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Los arrozales se fanguean después de que baje el agua que los inunda durante la 'perellonà', de modo que los primeros que están listos son los de las zonas más altas, y luego se irá extendiendo la labor hacia el resto y 'els tancats' alrededor de la Albufera.
Objetivo fundamental es el de entremezclar la paja con el barro para que «se pudrixca tota», y este veterano arrocero nos indica que «ací en Sueca, enguany no s'ha cremat gens de palla, la tenim que enterrar tota, i jo crec, per lo que veig, que anirá bé».
Tras el fangueo se irá secando la tierra, salvo lluvias ocasionales, y después de Fallas, más o menos, «acabarem de preparar-ho per a la sembra». Más pasadas de tractor, «una tiraeta de guano, unos 25 o 30 kilos d'urea per fanecà», y finalmente, la siembra, a primeros de mayo. Se utilizan «uns 25 kilos de llavor per fanecá» y José Roberto prefiere la variedad 'JSendra', que hoy es la mayoritaria, hasta el punto de que «en Sueca, de quatre parts, tres son de JSendra». Entra la cosecha en la Cooperativa Unión Cristiana y con el precio tiene un dolor, como todos los productores: «Soles 29 céntims el kilo; no res, si no fora per la subvenció no podriem tirar avant, i aixina tenim lo justetet per a seguir».
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