![Dos pilotos para una incierta travesía en el Valencia CF](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/06/23/94999222-RbUnu9GDO74jH8mZuEpdnfI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Uno fue centrocampista de buen trato con el balón que llegó a jugar en Primera sufriendo también en sus propias carnes lo que significa un descenso, el otro un portero que no llegó a despuntar en el fútbol profesional, quizás por no tener estatura suficiente, ... cuestión que quiso compensar con cierta agilidad y rapidez bajo palos. En sus manos está el Valencia del futuro más inmediato, lo que muchos aficionados se aventuran a señalar como el principio de una incierta travesía por el desierto. Peter Lim, el millonario que se compró un club para darse a conocer en el mundo europeo y para disfrutar como un avispado agente más en el mercadeo de futbolistas, ha cedido aparentemente el 'juguete' a Miguel Ángel García Pérez-Roldán –Corona, porque así se le conocía a su abuelo en el pueblo–, (Talavera de la Reina, 12-2-1981) y a Carmelo del Pozo Escribano (Segovia, 2-7-1969). Son los nuevos gurús del Valencia, los encargados en definitiva de borrar la imagen de equipo condenado a pelear por el descenso y arrimarlo en la media de lo posible a una competición europea que en el décimo proyecto de Singapur se verá una vez más por televisión.
De Corona se ha dicho y escrito mucho. Lo que empezó para él siendo un abnegado trabajo como jefe de scouting cuando César Sánchez lo incorporó a su equipo de trabajo hace tres años, se ha convertido en la mejor de las oportunidades posibles después de una triple pirueta mortal de difícil explicación. De Corona se sabe tan poco, porque tanto Meriton como él así lo han querido, que nadie puede entender cómo de ser casi ignorado por la afición que lo veía casi como una víctima más, se ha convertido en uno de los motivos de la lucha contra Meriton.
De incógnito a ser criticado
Su colaboracionismo silencioso, primero con Anil Murthy y después con Layhoon, le han llevado a situarse en el centro de la diana de las protestas callejeras de la afición, que no sólo lo considera con escaso criterio propio sino que encima patina cuando hace valoraciones de cierta enjundia como la de que no había que padecer este año. Ha sido precisamente el riesgo del descenso después de cuarenta años un aspecto que no va a poder quitárselo de encima mientras siga en el Valencia, ahora como director deportivo, la cúspide del organigrama, un cargo para el que no fue fichado ni promocionado pero que ahora se le ha concedido en esa especie de aparente reconstrucción que desde Singapur se ha autorizado.
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Juan Carlos Valldecabres
De Corona se ensalzó en su momento la mediación que hizo por ejemplo para cautivar el deseo de Cavani, jugador posiblemente que mejor represente la antítesis de lo que hoy en día pretenden los secretarios técnicos: buscar jugadores de aparente perfil bajo que ofrezcan un rendimiento muy por encima de su coste para tratar después de obtener beneficios en una venta. El Valencia parece condenado en estos momentos a rebuscar en ese mercado de segundo/tercer nivel para compensar las salidas que teóricamente se van a producir. Y la primera decisión de Corona ha sido (después de desembolsar los cinco millones por un central como Cenk, el cuarto en el ranking blanquinegro, que no ha dado ni mucho menos la seguridad necesaria aún), fichar a un segundo espada con experiencia de sobra a la hora de descubrir futbolistas fiables para empresas de perfil más bajo que el valencianista.
Carmelo del Pozo aterriza en el club de Mestalla tras dos experiencias de las que no salió muy bien parado, en el Deportivo y en el Hércules. Las redes sociales del entorno de ambos equipos explotaron de mensajes de 'condolencias' hacia el valencianismo cuando se supo la contratación de este «currante del fútbol», como lo define su amigo Tito.
Ni en A Coruna ni en Alicante
Del Pozo llegó al Deportivo en el verano de 2018 con el deseo de devolver al club coruñés a Primera. Estuvo a punto de lograrlo, pero se quedó a un gol en la final del play-off de ascenso ante el Mallorca. En el segundo intento, una pésima primera vuelta dejó al Dépor colista tras 21 partidos. En enero fue destituido. Volvió a Alicante para hacerse cargo del Hércules pero después de dos temporadas puso fin a su periplo blanquiazul tras no devolver al club a la tercera categoría del fútbol español. No lo hizo en el primer intento con hasta tres entrenadores en el banquillo y tampoco lo logró en el segundo cuando sí lo hicieron por ejemplo Eldense, Intercity y La Nucía.
Fue precisamente el que fuera director deportivo del Levante –hoy en día responsable de la Federación Española para las categorías inferiores– el que lo trajo por primera vez a Valencia. Del Pozo –padre de dos niñas– lo ha sido casi todo en el fútbol: preparador físico, segundo entrenador, secretario técnico y hasta director deportivo.
¿Encajará Carmelo del Pozo en un club tan peculiar como el Valencia con sus particularidades en la gestión deportiva? «Ha sido un acierto pleno de Corona. Es un hombre muy capacitado, un gran profesional, ve muchísimo fútbol y para mí fue mi extensión, con una fidelidad absoluta y que se hizo acreedor de mi más absoluta confianza», comenta Tito, que como director deportivo granota fue quien siempre tomaba las grandes decisiones y lo explica de esta sencilla manera: «Yo, por ejemplo, decidí el fichaje de Muñiz –llevó al Levante de cabeza a Primera– a quien conocía desde 1999. La secretaría técnica está para proponer constantemente nombres que mejoren la plantilla que hay, tienen que indagar no sólo su rendimiento deportivo sino también por dónde van los tiros económicamente y también aspectos más personales. Ellos hacen los informes y el director deportivo es quien debe decidir después». La diferencia aquí es que todo debe pasar por el filtro de Singapur.
Si Corona tiene autonomía suficiente es algo que hoy por hoy se cae por su propio peso por lo que ha sido y es todavía el Valencia. Ese supuesto cambio que desde el club se ha trasladado va a poner prueba no sólo a Corona y a Carmelo del Pozo, sino también a Baraja, el más interesado precisamente en que desde Singapur se aceptase un cambio en la política de gestión.
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